lunes, 29 de agosto de 2011

Mitos y falsedades



El pelo y las uñas no siguen creciendo después de la muerte. Es sólo una ilusión óptica que causa la retracción de la piel al deshidratarse.

Este dato le puede causar sorpresa a los lectores de mi generación: las espinacas que deglutía Popeye el Marino no tenían ni tienen tanto hierro. El origen de este mito es un error de trascripción de la secretaria del científico J. Alexandre, quien al escribir los datos de composición de las espinacas desplazó una coma decimal de lugar, por lo que multiplicó por diez su cantidad real de hierro. Este error no se rectifico hasta 1981, en un artículo en la revista British Medical Journal.

El cortarse el cabello con frecuencia no hace que el pelo crezca más rápido ni con más fuerza.

La señal de socorro S.O.S. no es una sigla de Safe Our Souls, "salvar nuestras almas". Es sólo que la combinación 3 puntos cortos, 3 largos y 3 cortos "... _ _ _ ..." resulta fácil de recordar. Su asociación con la frase sólo es un truco mnemotécnico.

Por cierto, la señal Morse S.O.S. no se utilizó por vez primera el 14 de abril de 1912 con el hundimiento del buque Titanic. Ya se había utilizado con anterioridad.

Beber agua en exceso no sólo no reporta beneficios, sino que, en pacientes con insuficiencia cardiaca o renal, puede resultar perjudicial por la dificultad que les supone eliminar los líquidos. La "potomaína" (consumo excesivo y compulsivo de agua) puede alterar la concentración de electrolitos en el organismo, fundamentalmente sodio y potasio, lo cual puede tener graves consecuencias para la salud. Parte del agua que nuestro organismo necesita procede de los alimentos que ingerimos ¿Cómo saber entonces si nuestro cuerpo necesita agua? Hay un truco inefable: beba cuando tenga sed. A menudo, lo más básico es lo más válido.

Si deja caer el coche en punto muerto aprovechando una cuesta, no sólo no ahorra combustible, sino que consume más. Mientras que con una marcha metida, sin pisar el acelerador, no entra carburante al motor (el consumo es 0), en punto muerto el gasto es de 1,5 litros por hora. Además, es más seguro bajar con el freno motor.

Hace poco realicé un humilde experimento en Buenos Aires: quería comprobar que, en efecto, el agua de los retretes giraba siempre hacia la izquierda en el hemisferio sur. No fue así. Para que el “efecto Coriolis” tenga efecto es necesario disponer de grandes masas de agua o de aire, pero en el retrete este efecto es ínfimo. Influye mucho más la manera como esté diseñado el lavabo o retrete.

Puede que haya oído que hacer fotocopias es peligroso para las embarazadas. No es cierto. Como tampoco lo es que la cerveza o determinados pescados aumentan la producción de leche. El embarazo es fuente de infinidad de mitos, como que la forma de la tripa, picuda o redonda, denota el sexo del nasciturus. Sólo conocí el caso de un médico capaz de acertar siempre el sexo sin utilizar imágenes o analíticas; se trataba de un ginecólogo madrileño, que ostentaba un 100% de aciertos. Luego se descubrió que decía a los padres un sexo, y apuntaba en sus fichas otro. Así, si unos progenitores protestaban por no haber acertado, él les mostraba la ficha: "¿Ven? apunté el sexo correcto. Debieron de entenderlo mal".

Las personas que conviven con mascotas no viven más años. Los animales domésticos  son saludables, pero no son un sustituto de los amigos o de la familia.

Habrá oído que colocar cactus cerca de las pantallas de ordenadores ayuda a absorber las radiaciones. Es falso.

Todo el mundo ha oído decir en España que a la actriz Ana Obregón le estallaron las prótesis de silicona debido a la despresurización de un avión. Esto es falso: la resistencia de las prótesis a un cambio de presión es bastante alta, mayor en todo caso que cualquier órgano humano. Las prótesis tan sólo se rompen por un defecto de fabricación.

Tenemos la idea de que trabajar menos y no estresarse es sinónimo de salud. Sin embargo, los estudios establecen que los sujetos más involucrados y comprometidos con su trabajo viven más tiempo que sus compañeros relajados o, simplemente, prejubilados. Trabajar, y hacerlo con eficacia, es saludable.


 Antonio Carrillo 

jueves, 25 de agosto de 2011

La etimología de la palabra “Gilipollas”




Lamento si esta entrada tiene ciertos tintes escatológicos, pero su búsqueda etimológica es interesante y divertida.



Según una primera versión, “Gil” proviene de “Jill” una expresión gitana que significa “tonto”. "Polla", por su parte, es una manera (bastante) vulgar de referirse al pene. Por tanto, la palabra “Gilipollas” vendría a significar “tonto del pene” o, si se quiere, “tonto de la polla”.

Curiosamente, hay una equivalencia clara en otros idiomas: “Dickhead”, “testa di cazzo” o “tête de noeud”.


Según otra versión, defendida por F. Corriente, la palabra tiene un origen árabe, en concreto por la unión de “hirri” (vagina) y “pichi” (pene), que daría lugar con el tiempo a la expresión “gilipichi”, o hermafrodita (homosexual).


La versión más divertida (y menos fiable) la tenemos en la historia de Baltasar Gil Imón de la Mota, egregio Fiscal del Consejo Supremo de Castilla y Gobernador de Hacienda, personaje de prestigio que dio nombre a la Calle Gil Imón de Madrid.

Don Baltasar era hombre serio y comedido, pero sufría el infortunio de ser el padre de tres hijas (“pollas” en expresión de la época) no muy despiertas ni agraciadas, de nombre Feliciana, Fabiana e Isabel. Las descendientes incluso le habían salido respondonas y alborotadoras: cuando Felipe III promulgó una orden prohibiendo la ostentación de ropajes y joyas, las tres hijas, acompañadas por su madre, se engalanaron con sus vestidos más lujosos y los lucieron airosas por el Paseo del Prado, mientras se expresaban de manera indecorosa refiriéndose al monarca.

Don Baltasar se llevó un disgusto morrocotudo, y fue objeto de burla y chanza durante mucho tiempo.

El pobre hombre tenía la obligación de casar decentemente a sus descendientes, pero la cosa no resultaba en absoluto fácil. Acudía la familia a todos los bailes, en los que las jóvenes casaderas se exponían ante los solteros (“pollos”) de la alta sociedad. Pero la falta de donaire de las muchachas, y sus (al parecer) pocas luces hicieron de la tarea una penosa odisea.

En Madrid se hizo costumbre la pregunta: "¿Ha llegado Don Gil?" Y la respuesta: “sí, con sus pollas”. Finalmente, por mor del gracejo popular, se hizo corriente el uso de “Gil y Pollas” como expresión de torpeza o estupidez.

No sufra el lector, que la historia tiene final feliz: Fabiana contrajo matrimonio con rico hidalgo, Feliciana se desposó con el embajador de Mantua e Isabel se metió a monja.



Antonio Carrillo

martes, 23 de agosto de 2011

La carta de un valiente

El 23 de marzo de este año, un niño de 12 años estaba sentado en mi despacho.

Dos días antes, su padre se había quitado la vida. La crisis se había cobrado otra víctima.


Decidimos con su familia que era buena idea apartarlo de todo el dolor del velatorio, y que pasara unos días en casa. Es amigo de mi hijo mayor, y se encuentra cómodo con nosotros.

Durante esa semana, me traje a los dos niños a la oficina, y los ponía a trabajar: ordenar papeles, mover libros, hacer recados…

El 23 de marzo el niño quiso enviar un mensaje por correo electrónico a sus amigos y a su profesora.

Quería tranquilizarlos.

Además, también quería que todo fuera normal a la vuelta. Como siempre.

Lo que sigue es el mensaje que envió. Yo no intervine en nada; todo salió de él.





La trágica muerte de mi padre:


1. AGRADECIMIENTOS: Gracias por el apoyo que me estáis dando, espero seguir recibiéndolo, es muy importante para mí.

2. MI ESTADO: Voy recuperándome poco a poco y aguantando los sufrimientos que llegan a mi familia inesperadamente y me estoy tomando un tiempo, pronto volveré a mis estudios.

3. Prometo volveré y RUEGO que cuando esté ahí que todo fuera normal y nadie me agobiase con estos momentos tan duros

Os doy las gracias por hacer que con vuestra ayuda esto sea posible y os prometo mi mejora temporal


NOTA: Creo que iré a la excursión del ferrocarril




5 días más tarde volvía a su casa y al colegio. 
Y fue a la excursión del ferrocarril.

Antonio Carrillo


lunes, 22 de agosto de 2011

De la guerra de Líjar contra Francia, y de 2 gallegos contra un portaaviones




Lijar, lugar cuyos petroglifos nos hablan de antigüedad, rica en metales y mármol, generosa en frutos de la tierra, fue también pujante industria de telas finas, como el lino y la seda. Se encuentra ubicada tan recia Villa en el centro de la provincia de Almería, (sur de España), en el curso medio del río Almanzora, falda norte de la Sierra de los Filabres, a 600 metros de altitud sobre el nivel del mar.

Lugar de hombres rudos pero nobles, y de mujeres bravas, no se anda con chiquitas ni perdona fácilmente ofensas.

Por ello, el 14 de octubre de 1883, declaró formalmente la guerra a Francia.

Los hechos fueron los siguientes: el monarca español Alfonso XII, de visita por Prusia, cometió la indiscreción de vestir el grado y uniforme de coronel de los Hulanos, regimiento que estaba de guarnición en Estrasburgo, ciudad arrebatada a los franceses por Alemania. Esto sentó a cuerno quemado en Francia, y en su inmediata visita a París un gentío de "masones" (en opinión del historiador De la Cierva) le abucheó, gritó e insultó gravemente. El rey, sin embargo, le echó coraje al asunto, y salió airoso de la situación yéndose a pasear por los bulevares con la única compañía y escolta del jefe de su Cuarto Militar. Ante semejante gesto de gallardía, París se calmó y el presidente de la República se disculpó. La posterior llegada a Madrid del héroe resultó, huelga decirlo, apoteósica.

A los Lijareños, sin embargo, el asunto les pareció que tenía la enjundia suficiente como para no dejarlo pasar sin la debida respuesta, y es en esto que, reunidos en sala capitular y sesión ordinaria el 14 de octubre de 1883 los responsables del municipio, bajo la presencia del Sr. Alcalde D. Miguel García Saez, tuvo noticias de que "al pasar por la Ciudad de París, el Rey D. Alfonso, de regreso de su viaje el día veinte y nueve de septiembre último, fue insultado, ¿apedreado? y cobardemente ofendido por turbas miserables, pertenecientes a la Nación Francesa".

Lo de "turbas miserables" no presagia nada bueno; y, en efecto a continuación se les va calentando la pluma, y afirman que "el más insignificante Pueblo de la Sierra de los Filabres debe de protestar en contra de semejante atentado, y hacer presente, recordar y publicar, que solamente una mujer vieja y achacosa, pero hija de España, degolló por si sola treinta franceses que se albergaron, cuando la invasión del año ocho en su casa. Que este ejemplo solo es muy bastante para que sepan los habitantes del Territorio Frances que el pueblo de Líjar, que se compone únicamente de trescientos vecinos y seiscientos hombres útiles, está dispuesto a declararle guerra a toda la Francia, computando por cada diez mil franceses un habitante de esta villa ".




Yo soy francés y, por de pronto, no piso Líjar; y más sabiendo que "España ostenta en su escudo, la insignia de más valor que puede ostentar la primera nación del Mundo. Tiene en ella nada menos que un León. Cuenta la Historia Española, un Sagunto, un San marcial, Bailén, Zaragoza, Otumba, Lepanto y un Pavía, que ninguna Historia de las que se conocen hasta el día puede presentar ejemplos tan terribles".

Posteriormente echan mano de historia: "Que un Carlos Primero de España, supo hacer prisionero a un Rey Francés, y cuando lo guardaba en Castilla, con cuantas consideraciones se albergan únicamente en pechos Españoles, supo él solo atravesar la Francia, aterrorizando con su figura el Mundo. Que también hubo un Felipe Segundo, que en su reinado supo abarcar de uno a otro confín de la Tierra y que ahora, cuando el Pueblo de España, no cuenta ni con un Gonzalo de Córdoba, ni con un D. Juan Chacón, ni con un Conde de Gabia, ni un Dureña Ponce, hay todavía vergüenza y valor para hacer desaparecer del mapa de los Continentes a la Cobarde Nación Francesa".

De las múltiples palizas que nos han dado los franceses a lo largo de la historia no se hace mención, que nunca es de gusto recordar las derrotas propias. A continuación, se hace solemne la declaración de guerra: "El Ayuntamiento tomando en consideración lo expuesto por el Alcalde, acuerda unánimemente declararle Guerra a la Nación Francesa, dirigiendo comunicado en forma debida directamente al Presidente de la República Francesa, anunciando previamente al Gobierno de España esta Resolución".

En todo conflicto bélico es usual analizar las fuerzas que están en disputa. En este caso, tenemos a Francia, que cuenta con 779.450 soldados, constituyendo así el ejército más grande de la Unión Europea, con el 3º gasto militar más elevado del mundo; ostentando además el dudoso honor de ser la 3ª fuerza nuclear militar más grande del planeta, sólo por detrás de Estados Unidos y Rusia.

Dispone, por ejemplo, del buque Charles de Gaulle (R 91), un portaaviones nuclear con una eslora de 260 metros, 64 metros de manga y 2.000 tripulantes. 5 veces la población de Líjar.

Pero vamos, esto a Líjar le traía al fresco, porque no tienen mar.

Por el otro lado, nuestro valiente pueblo contaba con unos 500 mozos, los apareos propios de las labores agrícolas (azadas, hachas, horcas o palas) y alguna escopeta de caza debidamente registrada.

Por fortuna para Francia, no se produjo ningún altercado del que tengamos constancia, y así llegamos a las doce horas del día 30 de Octubre de 1983:

"Reunidos en la plaza pública de esta villa, por una parte los representantes de la Nación Francesa, en las personas del cónsul y vicecónsul de Málaga y Almería, y por otra la Corporación Municipal del Ayuntamiento de Líjar, presidido por su Alcalde D. Diego Sánchez Cortés, siendo testigos de excepción autoridades civiles y militares de la provincia.

Se acuerda firmar la Paz entre Líjar y Francia, tras cien años de guerra incruenta, declarada por este Ayuntamiento el catorce de Octubre de mil ochocientos ochenta y tres. Y para dejar constancia firman de una parte los representantes del Estado Francés, y de la otra la Corporación Municipal del Ayuntamiento de Líjar, firmando como testigos de excepción autoridades civiles y militares de la provincia y toda la población de Líjar, de lo que yo la secretaria certifico".



Si hubo un lugar en el que el fin de las hostilidades causó gran alivio fue, sin duda, en el pueblo de Llivia. ¿Por qué? Porque está rodeado de territorio Francés. Está dentro de Francia.

¿No lo sabía?


Merced al Tratado de los Pirineos, España cedió a Francia los treinta y tres pueblos de las comarcas catalanas del Vallespir, el Capcir, el Conflent, el Rosellón y la Alta Cerdaña. Sin embargo, Llivia quedó fuera de este tratado por tratarse de una villa, privilegio concedido por el Emperador Carlos V, por lo que continuó bajo dominio del Rey de España. Este punto quedó claro en el posterior tratado de Llivia, firmado el 12 de noviembre de 1660, entre Miquel de Salbà i de Vallgornera, representante de Felipe IV, y el obispo de Orange, en representación de Luis XIV, por el cual se detallaron los 33 pueblos del valle de Querol que pasaban a formar parte de Francia. A última hora permaneció Llívia como un enclave español dentro de territorio francés por tener el título de villa y no de pueblo.




Ahora bien, los franceses no las debían tener todas consigo, pues impusieron una codición: que Llivia nunca fuese fortificado. No fueran a iniciar una reconquista catalana/española desde dentro.

Durante la Guerra Civil, Llivia se mantuvo fiel a la República, hasta que el 11 de febrero de 1939 los franquistas pidieron a las autoridades francesas permiso para ocupar la villa, debido a que para acceder a ella hay que pisar necesariamente suelo galo. Por supuesto, al entrar no encontraron resistencia.

En la actualidad, Llivia tiene 1.608 habitantes, y una preciosa farmacia medieval.


Termino esta historia de conflictos y anécdotas, y lo hago de la mejor manera posible: con humor.

En el año 2004 George Bush declaró muy ufano lo siguiente: "nuestros enemigos son innovadores y tienen recursos, y nosotros también. No dejan de pensar nunca en nuevas maneras de hacer daño a nuestro país y a nuestra gente, y nosotros tampoco".

Algo así da que pensar la siguiente grabación de la frecuencia de radio, canal 16 de Emergencia Marítima Española en la costa de Finisterre. Se trata de nuevo de un conflicto; esta vez entre la sexta flota de los EEUU, por un lado, y dos gallegos y un canario, por otro.




¿Que no se lo creen? Hacen bien. Yo tampoco.

Pero, díganme; ¿no se han reído?


Antonio Carrillo

martes, 16 de agosto de 2011

El verdadero misterio de la isla de Pascua.


Lo que sigue está tomado, casi en su totalidad, de la obra "Colapso" de Jarred Diamond, publicada por debolsillo. Les recomiendo encarecidamente su lectura.

Introducción

El 5 de abril de 1722 Jocob Roggeveen, un explorador holandés, descubrió por sorpresa una isla a 3.700 kilómetros de Chile, en el lugar más aislado del planeta. Estaba habitada por unos pocos miles de "pequeños, tímidos y pobres" polinesios, según escribe el famoso capitán Cook. Es una descripción típica de un europeo de la época.

Aunque sí parece probado que estos isleños subsistían en condiciones difíciles, aislados en un territorio seco e inhóspito. Sólo se veían hierbas y arbustos.

Sin embargo, la isla estaba poblada de colosales estatuas, prácticamente todas ellas derribadas en un ejercicio colectivo de violencia y caos. En algún momento la isla de Pascua acogió una cultura poderosa. ¿Qué sucedió? ¿Por qué quedaban únicamente los restos caídos de esa civilización? ¿Cómo pudieron trabajar, trasladar y erigir cientos de estatuas de toneladas de peso unas gentes que acudieron al encuentro de los europeos en paupérrimas canoas que les obligaban a achicar el agua de continuo? ¿Qué sucedió con la madera? Es curioso: en 1838 el capitán de un barco francés informa de que los habitantes de Pascua repetían ansiosamente una sola palabra: "miru"; era algo que deseaban por encima de cualquier otra cosa.

“Miru” significa "madera".

La isla de Pascua es el experimento sociológico más interesante que conocemos. Durante mil años, una población que constaba de unas decenas de miles de seres humanos creyó que la Tierra, el universo, consistía en su pequeña isla y tres diminutos islotes adyacentes. Pronto olvidaron de dónde habían venido. Sólo existía Pascua. Tuvieron que sobrevivir solos, sin contacto con otros grupos humanos. Llamaban a su isla Te pito o te henua; "el ombligo del mundo".

Desde un principio tuvieron a su disposición materiales y alimentos; pudieron elegir su ordenación social y política. Y este es el verdadero misterio de la isla de Pascua: ¿por qué destruyeron su hábitat hasta condenarse al hambre y la indigencia? ¿Por qué hubo guerra y canibalismo en las últimas fases? ¿Acaso Pascua es un símbolo de lo que nos espera?

En definitiva: ¿Pascua nos muestra nuestro futuro? ¿Somos tan miopes que sacrificamos nuestro futuro como especie por satisfacer intereses inmediatos y espurios? ¿O acaso los habitantes de Pascua estaban condenados a la desolación por causas ajenas a su voluntad? ¿No fue un acto de irresponsabilidad el que sufrieran un cataclismo medioambiental irreversible?

De cómo respondamos a esta pregunta depende, créanme, nuestro futuro. Es, posiblemente, la pregunta más importante que podemos hacernos.

Presten atención. Puede haber mucho en juego.


Los principios. Una isla que es el paraíso

Circa el año 800 de nuestra era, el ser humano llega a su último destino, en una peregrinación que había durado decenas de miles de años: la isla de Pascua, el lugar más aislado del mundo.

Fue una hazaña espectacular. Los navegantes llevaban consigo en sus barcas de cáñamo algunos animales domésticos, fundamentalmente gallinas, unas pocas semillas, ratas y grandes conocimientos en navegación y pesca.

Pascua debió de parecerles el paraíso. Su clima subtropical permitía la existencia de un bosque frondoso, compuesto por varias especies de árboles enormes, entre ellos la mayor palmera del mundo, endémica de Pascua, cuyo tronco superaba los 2 metros de diámetro. También había moreras de papel, palisandros oceánicos, manzanos malayos, acacias o toromiros. Los restos arqueológicos nos muestran que los primeros pobladores construyeron grandes barcos con los que podían pescar delfines. Contaban con árboles de hasta 30 metros de altura, como el toi.

En Pascua encontraron al menos seis especies de aves terrestres autóctonas, todas extintas, como garzas, calamores, loros o lechuzas. Pero más impresionante resulta su riqueza como lugar de refugio de aves marinas: albatros, pelícanos, golondrinas de mar, palomas, faisanes de agua... Pascua era el lugar de cría más importante del pacífico. Además había focas, peces, marsopas, marisco, tortugas marinas, erizos de mar... Los habitantes de Pascua vivían en la opulencia.

Había dos grupos humanos diferenciados, los "orejas grandes" y los "orejas pequeñas", que habían llegado en distintas oleadas. La isla se organizó como si de una tarta se tratara, con distintos territorios con una franja de mar que confluían en el centro. Esto posibilitó el intercambio, puesto que si un clan tenía la mejor madera en su terreno, otro tenía las mejores canteras de toba volcánica, y el siguiente las mejores playas desde las que hacerse a la mar. Mientras hubo riqueza, hubo paz y concordia. El trueque era una forma de vida. Y había un único jefe religioso que los integraba a todos.

Esta situación se mantuvo durante unos siglos, en los que los jefes tribales asentaron la costumbre de fabricarse fabulosas tumbas, en forma de plataformas suntuosas (ahu) y grandes estatuas (moáis) que mirasen al lugar de enterramiento (prácticamente siempre tierra adentro, y no como lo están ahora). Las estatuas son el símbolo de Pascua, pero los ahu sobre los que se asientan son, probablemente, su obra de ingeniería más sobresaliente. Tenían una longitud de hasta 200 metros, y podían pesar hasta 9.000 toneladas. También merecen una mención especial los enormes corrales de piedra en los que guardaban uno de sus más preciados tesoros: los pollos que les habían acompañado en la travesía incial.

Pero, entonces, sobrevino el desastre. El ritmo de tala de árboles se mantuvo constante: hacía falta madera para hacer fuego, trasladar y erigir las estatuas o fabricar barcos. Sin embargo, la tierra comenzó a dar síntomas de agotamiento. Los árboles no se reponían con brotes nuevos, y lentamente la isla perdió su riqueza natural.

Los jefes, preocupados, tomaron una decisión fatal: hacer más y mayores estatuas. Rogaron a los dioses ayuda.

El caos. Se derriban las estatuas.

En efecto, los mayores moáis de Pascua pertenecen a la última época. De hecho, en la cantera Rano Raraku se conserva sin terminar el más grande de todos, una estatua colosal de 21 metros de altura: un edificio de 5 plantas.

La isla perdía masa forestal a un ritmo imparable, y el suelo se empobrecía. Sin las raíces de los árboles ni la protección de sus troncos ante el fuerte viento y la lluvia, el humus perdió riqueza y se hizo inviable una flora que respondiera a las necesidades de la comunidad humana. De hecho, cuando llegaron los europeos, no había ni un solo árbol que midiera más de tres metros. Todo era matorrales y hierba rala. Ya no se pudo practicar una pesca de altura, no había madera de árbol para alimentar el fuego. Era una catástrofe de dimensiones colosales.

Los jefes querían más, e incluso es posible que propusieran acrecentar el ritmo de fabricación de moáis con la intención de aplacar a los dioses y frenar el empobrecimiento de Pascua. Pero, finalmente, la población, que ya sufría los estragos del hambre y la miseria, inició una revolución violenta.

El mayor testimonio de la revuelta lo tenemos en los moáis rotos o tumbados que encontramos por doquier en Pascua. Cuando llegaron los europeos no había ni una sola estatua en pie. Algunas habían sido destrozadas, incluso en la propia cantera. La totalidad de los ahu habían sido destrozados. Los que se pueden ver hoy en día son reconstrucciones recientes.

La violencia se extiende. Hay rastros de canibalismo, y de luchas terribles entre clanes. Los habitantes de Pascua ven como su mundo, antaño rico, se derrumba entre el fango y la pobreza.

Pascua está herida de muerte, y nunca se recuperará. No hay aves, ni árboles, ni barcas con las que pescar. Sólo quedan tres fuentes de proteínas: pollos, ratas y seres humanos. Los habitantes se refugian en cuevas, más fáciles de defender. La población mengua considerablemente. Es el fin.

La llegada de los europeos no supuso una buena noticia; más bien lo contrario. Los habitantes de la isla contrajeron múltiples enfermedades para las que su sistema inmunológico no estaba preparado. Seis de cada siete habitantes murieron. Además, llegaron barcos de esclavistas, dispuestos a hacer negocio con esos "salvajes". El 90% de la población muere o es esclavizada. La “civilización europea” deja su huella.

Sólo en tiempos recientes hay un intento por recuperar las tradiciones y la identidad de lo que antaño fue un pueblo orgulloso y próspero. Pero sigue pendiente la pregunta: ¿cómo pudieron acabar con su hábitat, en lo que fue un suicidio inexplicable? ¿Cuál es la clave del secreto de Pascua?

Causas. Respuesta al misterio



En realidad no hay una, sino varias, aunque nos centraremos en una respuesta fascinante, que se conoce desde tiempos muy recientes; desde que disponemos de satélites.

Los factores que hacen que una isla sufra los efectos de la deforestación son varios:

· La ausencia de lluvias. En Pascua llueve, pero mucho menos que en otras islas situadas más cerca del ecuador. Pocas islas del pacífico sur se encuentran tan al sur.
· La temperatura. Cuanto más lejos se encuentra del ecuador, más fríos son los inviernos.
· Las islas con actividad volcánica antigua tiene menos nutrientes que las islas con actividad reciente.
· Las islas con poca altitud generan menos nubes, y son más propensas a que se aproveche todo el terreno para el cultivo. Pascua es una isla excepcionalmente baja.
· Las islas más remotas hacen imposible el comercio con otros clanes o los afanes de conquista de otros territorios. No hay alternativa al cultivo, la pesca o la tala de árboles. Toda energía humana que nace en Pascua se concentra en la propia isla, que acaba agotada.
· Lógicamente, las islas pequeñas se deforestan antes que las grandes.

Pues bien. Pascua es una isla que se encuentra a bastante distancia de la línea del ecuador; llueve menos que en otras islas y hace más frío. No tiene actividad volcánica desde hace 600.000 años y no tiene grandes cumbres. Finalmente, es la isla más remota y una de las más pequeñas. Cumple con creces todos los requisitos para sufrir el fenómeno de la deforestación.

Y, sin embargo, falta algo ¿No es cierto? Los lectores habituales de este blog se esperaban una respuesta algo más sorprendente, un detalle inesperado que haga de la deforestación de Pascua un fenómeno inevitable y, lo que es más importante, impredecible para sus habitantes.

Pues bien: a este fenómeno se le denomina "linea andesítica del Pacífico". Y su existencia es un hecho sorprendente; la auténtica respuesta al misterio de Pascua.

La línea andesítica es una línea que separa la parte más profunda del Pacífico de las áreas continentales más superficiales. Todos los territorios situados a la izquierda de esa línea reciben grandes cantidades de nubes de polvo volcánico que alimentan y nutren la tierra. Los territorios situados a la derecha, sin embargo, sólo reciben polvo procedente de las estepas del Asia central, en masas que se sitúan en las capas más altas de la atmósfera.

Pascua, que se encuentra a la derecha de la línea andesítica, tiene además el inconveniente de encontrarse muy alejada al sur de la influencia asiática. Pascua no recibe lluvias de polvo fertilizante. Es una isla cuyo ecosistema resulta extremadamente frágil.




¿Cómo podían saberlo los navegantes polinesios? Cuando atravesaron la línea andesítica, y se dirigieron al sureste, estaban adentrándose en territorios nuevos, en los que no se cumplían las normas de crecimiento y reforestación a las que estaban acostumbrados. Los árboles no crecían al ritmo esperado, y la desertificación fue inevitable. Además, los vientos alisios, que convergen en el oeste (Australia y Polinesia), y crean un frente de bajas presiones (lluvias), al retornar hacia el este descienden justo sobre la zona de Pascua, creando un ambiente de altas presiones, fresco y seco. Algo parecido a lo que sucede con las Azores, y su famoso anticiclón.

Por último, la acción de tala intensiva coincidió con un episodio extraordinario: la "pequeña edad de hielo", del que hemos hablado en una entrada anterior ¿Cómo pudo afectar al ecosistema de Pascua? ¿Se acrecentaron los fenómenos climáticos como "el niño"? Es difícil de saber. Pero son demasiados factores, muchos frentes abiertos contra una biosfera que poco podía hacer para protegerse. Pascua no estaba "diseñada" para el hombre. Quizá por ello estaba tan lejos. Debimos de haberla dejado en paz.

Ahora todo se ha perdido. Lo que queda en Pascua son apenas 3.000 habitantes, 6.000 visitantes al año y cientos de estatuas, la mayoría caídas, en un paraje desolador y yermo.

Aunque ¿saben? si tuviera que elegir la fotografía más triste de Pascua sería esta:


Sacada de jec.cl


El Banco Santander inauguró la única sucursal bancaria privada de la isla. Un lugareño, vestido para la ocasión, se dispone a utilizar un flamante cajero automático.

En Pascua, que estaba en el lugar equivocado para recibir al humano, ya no hay palmeras gigantes, ni lechuzas, ni focas.

Pero hay hipotecas, tipos de interés y seguros de hogar.

Supongo que ha salido ganando.


¿O no?
Antonio Carrillo

domingo, 14 de agosto de 2011

Una historia de amor y libros




A veces el amor encuentra refugio en una dedicatoria.

En ocasiones basta una mirada para atisbar la expectativa de la ternura.

Sucede, me consta, que hay personas con las que te has cruzado una sola vez, pero cuya presencia perdura inexplicablemente. Personas a las que hubieras querido tener el valor de seguir.

Existen las almas gemelas. Si se encuentran, la pérdida es algo más que una tragedia. Sobreviene un vacío irreparable.

Este maravilloso vídeo es en recuerdo de un amigo que acaba de sufrir la pérdida de un amor.

Va por ti, compañero. Porque tu alma encuentre cura.

Y porque la luna pueda salir sin ella.







Antonio Carrillo