lunes, 5 de agosto de 2013

Las entrañas de Asturias




Hay una región al norte de España que es única. Excepcional.

Se llama Asturias.
 

 

Es Asturias lugar de montañas hermosísimas, de grandes bosques y lagos. Su orografía, accidentada y agreste, la convierten en escenario de resistencias heroicas: los romanos necesitaron de la presencia del propio emperador Augusto durante las Guerras Cántabras, algo casi inaudito; y la romanización, al cabo, resultó muy escasa.

Siglos más tarde, mientras toda la península Ibérica sucumbía ante el avance de los musulmanes, un pequeño ejército astur los derrotó en las alturas de Covadonga, y en el 725 iniciaron una reconquista que duraría casi 800 años. En Asturias encontramos templos cristianos antiquísimos, algunos del siglo VIII, que se enclavan dentro del denominado “prerrománico asturiano”. La Unesco los ha declarado patrimonio de la humanidad.
 
 

El 25 de mayo de 1808 la Junta General se rebeló contra las tropas francesas, envió embajadores a Inglaterra y le declaró oficialmente la guerra a Napoleón. Fue la primera institución oficial española en proclamar su soberanía y rebeldía ante el invasor. Claro que éste órgano de autogobierno contaba con una solera de siglos; Juan I de Castilla constituyó la Xunta General en 1388, y sus miembros se reunían a deliberar en la fantástica catedral de Oviedo.

Como dato curioso, desde tan temprana fecha el heredero de la corona de España ostenta el título nobiliario de"Príncipe de Asturias". Por eso se habla del Principado de Asturias. 

Asturias es región, pues, de fortísima raigambre e identidad: posee un idioma propio, el asturiano o bable, una lengua que posee un estatus jurídico similar al de oficialidad. Por ejemplo, en 1981 se fundó la Academia de la lengua asturiana. Tenemos noticias por el historiador latino Estrabón del pueblo astur y su peculiar estructura matrilineal, donde era la mujer la que heredaba, ostentaba la propiedad de los bienes y elegía esposa para sus hermanos. Esta fuerte cultura matriarcal se mantuvo con costumbres tan curiosas como “la covada”: la mujer asturiana daba a luz, y enseguida reanudaba sus tareas.

El hombre, echado, recibía en brazos al recién nacido; y lo cuidaba.

Han sido necesarios 300 millones de años para moldear un lugar tan agreste, con una pendiente media, en toda la región, del 32%. Resulta difícil de creer si no se ha visto. Sólo en Suiza encontramos parajes similares en Europa. Su cordillera principal recibe el nombre de “Picos de Europa”, nombre que le dieron los marineros que volvían tras faenar por el oscuro y tempestuoso Mar Cantábrico. Las primeras tierras europeas que veían eran los nevados picos asturianos. 

Posee Asturias una riqueza paisajística, faunística y floral extraordinaria. Baste decir que la montaña de Covadonga fue el primer Parque Nacional protegido de España. Hablamos de 1918 y del rey Alfonso XIII.


 

Los datos abruman: Picos de Europa es el espacio protegido más grande de España, con más de 64.000 hectáreas; y sirve de refugio al 88% de los mamíferos o el 82% de los anfibios presentes en la península Ibérica. Es lugar de Rebecos, osos pardos (la única reserva viable de Europa Occidental), nutrias, quebrantahuesos, gatos monteses, águilas reales, lirones, salmón atlántico, corzos, ginetas, el exótico urogallo, ardillas, murciélagos o lechuzas entre otros… Sus bosques húmedos se engalanan con centenarios robles, hayas, abedules, nogales o tilos.

En 2002 la zona fue declarada por la UNESCO Reserva de la Biosfera.

Su extraordinaria belleza, de compleja geometría, se explica desde su historia geológica: en la zona predomina la roca caliza, y además es extremadamente húmeda y fría. La piedra caliza es impermeable, pero el agua fría tiene una alta concentración de dióxido de carbono, y en un relieve como el de los Picos de Europa está en constante contacto con el carbonato cálcico de la roca. El agua se vuelve entonces más ácida y el carbonato se disuelve, formando oquedades, simas, cañones, gargantas o cuevas.

A este fenómeno de meteorización de la roca se le denomina Karst.
 

 

Además, todo el sistema presenta cabalgamientos (levantamientos) alpinos, plegamientos, fallas, moldeado glacial y afectación nival y fluvial. ¿Glaciares en los Picos de Europa, dije? Resulta difícil de creer.

Los glaciares desaparecieron en estas latitudes hace 10.000 años, con la última glaciación. Pero en ocasiones hemos hablado de la ”pequeña edad de hielo” que afectó al mundo los siglos XVI, XVII y XVII. En esta época reciente se formaron pequeños glaciares en la Cordillera Cantábrica.
Así, en 1992 JJ González Suarez, científico y profesor del instituto de Cerdeño, descubrió en el Circo del Jou Negro, a 2.300 metros de altitud, una formación de hielo de color azul. Eran 200.000 metros cúbicos de hielo glacial, que presentaba la típica estructura en estratos claramente diferenciados por leves variaciones de colores. Este helero (formación de hielo que permanece inmóvil y, por tanto, no es un glacial), tiene una espesura que llega a los 14 metros. Es un vestigio de que hace relativamente poco había glaciales activos en la zona.  La fotografía da testimonio de la belleza del helero (aunque es de prever que el cambio climático estará haciendo huella en el hielo).

Pero hay otro fenómeno geológico asombroso en el que quiero detenerme: la sima del Cerro del Cuevón. La sima técnicamente más difícil del mundo.

Un equipo internacional logró llegar a lo más profundo en 1998.  Hace sólo 15 años.

Los Picos de Europa están horadados por el agua. Se han localizado 11 simas con más de 1.000 metros de profundidad; y la mayoría (8) están conectadas entre sí. Los Picos son conocidos como el Himalaya de la espeleología.

En 1990 un equipo francés descubrió una Torca (un pozo de paredes escarpadas) en el Cerro del Cuevón, a 2019 metros de altitud. Era la entrada a una sima.

Lo que hace de la sima del Cerro del Cuevón la más exigente técnicamente del mundo es la inexistencia de entradas o bocas intermedias, como es usual. Para llegar al fondo de la sima, situado a 1.586 metros, es preciso dedicar tres días.

Es la cuarta sima más profunda del mundo.

Para que se hagan idea de la dificultad, un equipo de espeleólogos valencianos, miembros del “Interclub Espeleo Valenciano”, junto con un equipo francés del grupo “cocktail picos”, tardaron ocho años en lograr llegar al fondo. Durante todos estos años tuvieron que realizar múltiples entradas de exploración para asegurar una ruta segura y transitable.


 

La bajada es impresionante. Los primeros 110 metros descubrimos grandes salas y múltiples pozos. A partir de los 120 metros hay unos pozos con forma de meandros que facilitan ganar profundidad con rapidez. A 280 metros hay una bifurcación, dos caminos que conducen a un mismo lugar: una sala con formaciones de barro fósil de extraña belleza. 
 

¿No les impresiona la fotografía? Un estrecho paso entre bloques conduce a un pozo que de nuevo se desdobla, y acaba en una nueva sala (denominada sala del conciliábulo) a 545 metros de profundidad. Seguimos avanzando, e instalamos el primer Vivac, a 650 metros.

Un vivac es un refugio ligero, consistente en un saco de dormir y una tela que ofrece protección contra el frío y la humedad. Imagine: la temperatura constante ronda los 3 grados, y la humedad el 100%. como no hay salidas alternativas, es preciso pasar varios días en estas condiciones.

Pero sigamos descendiendo; estrechos corredores con forma de meandros y pequeños pozos acaban en una nueva sala (sala de la bolsa fantasma) a 721 metros. Ahora el espeleólogo se enfrenta a un reto: un pozo vertical de casi 100 metros de profundidad (el pozo MOC), que conduce a la sala Zepafini (950 metros) y a una sucesión de pasadizos y pequeños pozos que acaban en la Sala Olvidar (1165 metros). A continuación un paso estrechísimo conduce a una nueva sucesión de meandros y pozos, que acaban en un pozo vertical de 120 metros. El agua, que había desaparecido durante los últimos metros, reaparece.

 
Es preciso instalar un nuevo Vivac a 1.300 metros de profundidad. Hace 48 horas que entramos en la sima.

De nuevo un pozo, éste de 134 metros, nos lleva a una vertical de 20 metros. Estamos a 1.400 metros, y notamos una intensa corriente de aire. Varios pozos más abajo nos encontramos con un río, el Marbregalo. La exploración acaba en un tercer sifón, a 1589 metros de profundidad.

Se tarda tres días en realizar este descenso. ¿Se lo imaginan? ¿Pueden imaginar la oscuridad, la claustrofobia de las zonas estrechas, la humedad permanente?

La sima puede ser más profunda. ¿A dónde conduce este tercer sifón?

A las entrañas de Asturias. Esto seguro.

Tierra de maravillas.

Antonio Carrillo

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