domingo, 8 de noviembre de 2015

La Cruz de Einstein



Hace mucho tiempo que no escribo. Pero he vuelto.


 
Estuve lejos. En este (patético) dibujo pueden verme, alejado de todo y de todos, asomado, las manos a la espalda, a un horizonte ajeno a la contaminación de las luces de ciudades y pueblos, en lo alto de una loma, junto a un árbol.
Unos cuantos detalles nos ofrecen pistas; es otoño, y he tenido que utilizar un vehículo Jeep para poder llegar a lugares recónditos y oscuros. No hay luna. Es octubre; he elegido este mes porque es el momento idóneo para vislumbrar la constelación de Pegaso. Estoy, por tanto, en el hemisferio norte. 
Till Credner, AlltheSky.com
 
Mi telescopio Celestron NexStar 8 enfoca hacia las coordenadas celestes SE 22 h 40 m 30,3 s, + 3 ° 21 '31 ". Muestra la imagen que aparece en el dibujo y que encabeza este artículo: un punto luminoso en el centro (A) enmarcado por cuatro puntos en forma de cruz: (1,2,3 y 4).

 
Esta imagen que nos regala la constelación de Pegaso es (relativamente) famosa y tiene un nombre peculiar:

La Cruz de Einstein.

¿Por qué es tan especial? A es una galaxia que se encuentra a 400 millones de años luz. La imagen que vemos tiene, por tanto, 400 millones de años; lo que vemos en realidad corresponde a una edad muy temprana, el Devónico, cuando surgieron los primeros insectos.
El firmamento es una inmensa máquina del tiempo. Los cuatro puntos que rodean la galaxia A son Cuásares, y tienen 8.000 millones de años luz. Es decir, cuando salió la luz de esos Cuásares, hace 8.000 millones de años, la Tierra y el Sol no existían. Es posible que estas galaxias activas que llamamos Cuásares se hayan extinguido precisamente hoy, el 8 de noviembre de 2015. Pero si esto es cierto no lo sabremos hasta dentro de, al menos, otros 8.000 millones de años. Tan lejos estamos.
Para entonces ya no existirán ni el Sol ni la Tierra. Ni posiblemente los humanos.
Todos estos datos producen un poco de vértigo.
Pero hay algo mucho más sorprendente. El análisis de las emisiones energéticas de los Cuásares 1, 2, 3 y 4 nos releva un dato imposible: son el mismo Cuásar. El telescopio me está mostrando cuatro imágenes de un solo objeto ¿Sorprendidos?

 
Pues eso no es todo ¿En dónde se encuentra realmente el Cuásar? ¿En la zona marcada como 1, en la 2…? La respuesta es en ninguna de las cuatro. El Cuásar no está donde lo vemos. Pero entonces ¿dónde se encuentra? La respuesta de nuevo sorprende: el Cuásar (Q) está justo detrás de la galaxia. Es decir, no deberíamos verlo; A debería tapar el fotón 3 (la imagen) que se dirige en línea recta a la Tierra (T). Y los fotones 1 y 2 no se dirigen a la Tierra y, por consiguiente, no podemos verlos.
Y, sin embargo, no sólo vemos el Cuásar; vemos cuatro imágenes de un único objeto astronómico.
¿Por qué? ¿Por qué se le llama la Cruz de Einstein? ¿Qué puede explicar algo tan fascinante?
Lo explicaré en unas pocas frases.

Einstein cambió nuestra percepción del tejido del universo. Podemos imaginarnos el universo como una malla muy estirada, en la que cualquier materia o energía provocan una curvatura. A esta curvatura la denominamos gravedad.

«Spacetime curvature». CC BY-SA 3.0
 
Si lanzo una canica en la superficie de esta malla, tenderá a acercarse al objeto más masivo; cambiará su trayectoria. Cuando los objetos son muy masivos, como las galaxias, desvían la dirección de astros o partículas elementales, como los fotones. Es decir, un objeto puede desviar la luz.

 
En el ejemplo que muestro, la galaxia cambia el rumbo de F1 y F2. Una vez modificado su rumbo, ambos fotones (imágenes del Cuásar) retoman su rumbo recto, esta vez en dirección a la Tierra. Pero como nos llegan 2 (en este caso 4) fotones desde lugares distintos, nuestros telescopios nos muestran una imagen “reflejada” de un mismo cuerpo en dos lugares diferentes (Q1 y Q2).

 
A este fenómeno se lo denomina “Lente Gravitatoria”, y se descubrió por vez primera en 1979. Y es una prueba definitiva que sustenta la Teoría de la Relatividad General.
Por ello esta imagen (el objeto Q2237 + 030) tiene el apodo de la Cruz de Einstein.
 
Intentaré sorprenderles siempre que pueda. Al fin y al cabo, uno escribe lo que le gustaría leer. En esta ocasión, bastó con salir a una zona alejada, en la más absoluta oscuridad, y mirar al cielo.
 
Y ver algo que es pero no está. Al menos no donde lo vemos.
Perdón por la espera.
 
Antonio Carrillo

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