miércoles, 29 de noviembre de 2023

El bastidor del lenguaje


 

En toda casa con un niño pequeño se oculta un bastidor de lenguaje.

Es el lugar donde la criatura recoge y consolida palabras, donde las expresiones forman dibujos y los sonidos tienen colores y olores familiares. Es un milagro cotidiano que pasa desapercibido. Un misterio repetido desde hace cientos de miles de años.

Los humanos estamos hechos de palabras. Nos conforman y dan identidad. Nuestros mayores son los heraldos inconscientes, los que nos hablan de niños. Nos alimentan de esas palabras. Su ofrenda inadvertida nos aporta todo lo que realmente importa: un lenguaje y una manera de ser ante la vida. Una cultura.

Diminutos duendes bordan durante la noche, a medios puntos de cruz, gestos y entonaciones, un sendero de sonidos y caricias que nos conducen a lo que llegaremos a ser. Nuestro destino se pavimenta con este bordado de verbos y adjetivos nuevos. Los duendes hilvanan en la oscuridad mientras dormimos.

Con el tiempo el niño adquiere un bagaje inmenso sin esfuerzo. Un niño chino aprenderá a contar de uno a diez utilizando solo una mano. Un niño norteamericano sabe que los adjetivos siguen un orden: número, opinión, tamaño, forma, estado, edad, color, material y propósito. Es algo que no aprenderá en la escuela, pero sabrá distinguir a un hablante no nativo porque descuida este orden. Un español sabe estar “contigo”, y estar “sin ti”. Un estudioso del español tendrá que aprender a no decir “sintigo” o “con ti”. Los nativos no necesitan aprenderlo en el colegio; simplemente se sabe.

La labor de los duendes es precisa y sutil. El hijo de unos padres sordomudos adquirirá un lenguaje gestual propio de la cultura sorda. En el bastidor caben peculiaridades étnicas, localismos o prejuicios familiares. Cada casa tiene un bastidor único. Todo hogar es un universo propio e insustituible.

Cuando ustedes vuelvan del hospital con un recién nacido los duendes que los acompañaron en la infancia estarán esperando. Habrán acordado un lenguaje nuevo, porque en la mayoría de las familias hay dos progenitores y, por lo tanto, el lenguaje del nido es el resultado de un compromiso. De la fusión de dos hogares previos.

Sospecho que los duendes de la madre llevarán la voz cantante. Ella le habla al bebé mientras lo amamanta. Se dice idioma materno, no paterno. El niño ha escuchado a la madre mientras estaba en su seno. Las palabras deben oler a su pecho. A la leche que lo alimenta.

Posiblemente, la primera palabra que bordarán los duendes será “mamá”.

 

Antonio Carrillo

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