jueves, 14 de marzo de 2013

Estromatolitos



 
En estos días de pérdida me apetece celebrar la vida. Rendirle tributo.
 

En este blog, últimamente velado por la melancolía y a menudo refugio de lo insólito, somos todos turistas de lugares poco o nada transitados.

Nos agradan los destinos exóticos. Lo saben. Nos han acompañado a menudo a lugares insospechados. 

Otros siguen en sus viajes los rutinarios paquetes vacacionales que los mayoristas del tiempo ofrecen por un puñado de monedas. La gran mayoría escogen caminos confortables, ya trillados: retroceden al final de período cretáceo, a Norteamérica, y se encogen horrorizados ante la grandiosa fiereza del Tyranosaurio Rex. Los hay que asisten al esplendor del Egipto faraónico mientras eleva sus pirámides inmortales; también muchos escudriñan, ocultos entre la multitud, los pasos del nazareno en la Galilea del siglo I, u observan a los primeros homínidos bípedos en la conquista de la sabana africana hace millones de años.

Nuestro viaje, el que estamos a punto de emprender juntos, es mucho más arriesgado. Visitamos el Eón Arcaico, hace 3.500 millones de años, y si bien hemos evitado el horror del Eón Hadeico (formación de la corteza terrestre, aparición de los océanos, y la frecuente colisión con enormes astros, que culmina con el denominado "bombardeo terminal") el ambiente dista mucho de ser tranquilo.

Vestimos un equipo que nos protege del entorno. No hay apenas oxígeno en la atmósfera de la Tierra. Es un infierno de ácido clorhídrico y sulfúrico en el cual, sin embargo, surge muy pronto la vida. Hemos encontrado microfósiles de células procariotas, bacterias, en rocas australianas datadas hace 3.600 millones de años.

Hemos decidido enfocar nuestro viaje 3.000 millones de años en el pasado. La Tierra se ha enfriado hace apenas 200 millones de años, y nuestro destino es Vaalbará, el primero (de los varios) supercontinentes que existieron sobre nuestro planeta a lo largo de su historia geológica. Los niveles de oxígeno en la atmósfera no llegan al 1%, pero aumentan con rapidez. Algo está expulsando grandes cantidades de O2. ¿Qué puede ser?

Las células procariótidas denominadas cianobacterias inventaron la fotosíntesis oxigénica hace más de 3.000 millones de años, y durante 1.500 millones de años liberaron oxígeno a la atmósfera, capturando dióxido de carbono en forma de carbonatos. De hecho, el oxígeno que respiramos procede de ellas. Las cianobacterias crearon nuestra atmósfera.



En este proceso químico las bacterias resultan algo pegajosas, y se les adhieren diminutas partículas de polvo y arena. Cuando una fina lámina de bacterias muere y solidifica, otra se asienta encima. Finalmente, al cabo de miles de años, se forman estructuras sólidas cada vez más grandes y de diversas formas. Pueden ser planas, redondas, con forma de coliflores, enormes setas o columnas. Las hay diminutas y algunas alcanzan tamaños impresionantes; se habla de formas que alcanzan los 100 metros.



Rascacielos de la vida primitiva. El viaje, sin duda, ha merecido la pena.

Estas comunidades tienen un nombre: estromatolitos (del griego stroma, "alfombra" y litho, "piedra"). La primera manifestación visible de la vida en nuestro planeta, el primer ecosistema.

Caminamos con un escrupuloso silencio por un lugar de aguas someras, entre gigantescas formaciones rocosas cuyas extrañas formas nos sobrecogen. Son piedras vivas, las estructuras estratificadas que permitieron la formación de nuestro aire. Las conocíamos por los registros fósiles, como las estructuras estromatolíticas encontradas en Warrawoona, Australia, datadas en unos 3.500 millones de años.

El primer palpitar de la vida tiene la forma de enormes columnas. Paseamos por esta sala hipóstila sabiendo que asistimos al nacimiento del mayor de los milagros. La vida perdurará, se extinguirá en ocasiones y alcanzará niveles de complejidad inimaginable, como en el caso de los humanos; pero todo tiene su comienzo en estas moles pétreas en las que la vida tiene un tamaño microscópico ¿Había oído hablar de ellas?

La Tierra será hogar de bacterias a partir de este momento, y lo sigue siendo en la actualidad. No las podemos ver a simple vista, pero ellas son las que reinan hoy, reinaron en el remoto pasado y reinarán cuando nuestra especie se haya extinguido.

La última célula vida que muera en la Tierra, dentro de unos pocos miles de millones de años, será una bacteria.

Volvamos del viaje. Lo que sólo podíamos ver en forma de fósil ha cobrado vida.


Ahora, despiertos de este sueño ¿quieren que les diga algo asombroso?

En 1961 un grupo de científicos se encontraban en la bahía de Shark, una zona casi inexplorada del noroeste de Australia. Vieron unas formaciones extrañas, como grandes piedras grises. No supieron lo que eran. Al cabo de unos años, descubrieron que eran estromatolitos vivos.


 
¡Es increíble! Las aguas extremadamente saladas de la bahía habían preservado a los estromatolitos, alejando a sus depredadores. Los seres vivos más antiguos del planeta volvían de su remoto pasado.

Desde entonces hemos encontrado estromatolitos en otros lugares del mundo, en Australia, Sudáfrica, México, Brasil o Chile. Los hay planos, algunos parecen piedras y hemos encontrado cúpulas de 12 metros; la altura de un edificio. Suelen encontrarse en lugares remotos, propicios para la vida en condiciones extremas: los extremófilos.  

En México se puede practicar el buceo en la laguna de bacalar, y nadar entre enormes formaciones de estromatolitos vivos. Observen este vídeo.



Es un viaje en el tiempo.

A los orígenes de ese asombro que llamamos "vida".

Antonio Carrillo

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