martes, 28 de octubre de 2014

La voz de Dios


 
Son quince notas.

Una melodía muy simple. Una sucesión de blancas y negras, en un ritmo ternario, un compás hipnótico de tres tiempos. El ritmo al que cantan las olas.
 
 

Son quince notas, en ocho compases. Fíjense al principio: la melodía se toca quedamente por el bajo, en apenas treinta segundos. Medio minuto y quince notas que se suceden. Parece poca cosa.

 

Enseguida (30 segundos) el bajo repite la melodía, pero surgen otras voces. Es lo mismo, pero distinto. Las ocho notas ya no están desnudas; revestidas ahora de sonidos de seda, que apenas las rozan, las notas miran hacia lo alto, embelesadas.

Una tercera vez (1 minuto). El bajo ostinato de nuevo vuelve a insistir en su lamento de tonalidad menor; y unas voces, distintas de nuevo, conversan con él. Todo es delicado, etéreo.

La cuarta vez que el bajo repite su canción (1 minuto y 26 segundos) hay un sonido que se eleva, más alto. Hay dos melodías ahora, hermanadas. A este fenómeno lo llamamos contrapunto, y asistimos a su forma última, suprema.

Lo que está escuchando es música en su estado más puro. Stokowski opinaba que esta obra era a la música lo que una catedral a la arquitectura: una de las obras más espirituales y perfectas jamás concebidas.

Hasta veinte variaciones se suceden, una tras otra, todas distintas e iguales; hipnóticas en su complejidad y sencillez. Es una paradoja difícil de entender. En tu mente la melodía primera permanece siempre, incluso en los fragmentos en los que no está.

Lo que está escuchando es una obra que Bach compuso con apenas 21 años, una Passacaglia y fuga. Hay una armadura de clave con tres bemoles: si, mi, la. La obra está escrita en la tonalidad de Do menor.

El maestro alemán la compuso para órgano; pero lo que le propongo que escuche es una transcripción para orquesta realizada por Stokowski, el director que comenzó siendo organista. En realidad es un pequeño (gran) sacrilegio, pero la orquesta, el más sublime de los instrumentos junto con la voz humana, aporta una infinita variedad de timbres que afinan, delimitan, las muchas voces que intervienen en esta obra. Además, el órgano es un instrumento muy difícil de grabar con la suficiente fidelidad.

El órgano está sustancialmente ligado a una atmósfera, a un entorno que le ofrece algo más que acústica. Pero esto es muy difícil percibirlo con una grabación. Al menos, esa es mi opinión.

En todo caso, pido disculpas por el atrevimiento.

Hay, dentro de la obra, claves numéricas: las 20 variaciones se dividen a su vez en dos grupos de 10 (como los Mandamientos). En la décima variación, por ejemplo, (4 minutos y 47 segundos) la melodía del bajo desaparece. En la partitura para órgano reina el silencio. Sin embargo ¿no lo escuchan, aunque no esté?

 

También se pueden dividir las variaciones en grupos de cinco. Por ejemplo, al comienzo de la quinta variación (2 minutos 18 segundos) cambian las notas del bajo. Ya no son sólo blancas y negras. Cuando el sonido pierde la continuidad y se hace quebradizo, más vulnerable, se dice que está rielando. Es decir: que brilla con luz trémula.

He leído que esta composición simula la forma de una cruz. Es discutible y, en todo caso, intrascendente.

La obra termina (8 minutos, 50 segundos) con una fuga maravillosa, al principio con la melodía asumiendo el protagonismo de la mano derecha; más tarde, en el minuto 9 y 21 segundos, la melodía regresa al bajo; y se suceden diálogos en los que se pierde por momentos (nunca del todo) y regresa. La obra finaliza a los 14 y 54 con un majestuoso acorde en Do mayor.

No pretendo hacer una guía de audición. Lo único que les ruego es que la escuchen con calma, en silencio. No son más que 15 notas ¿saben?, repetidas de muy diversas maneras durante 15 minutos.

Pero, desde hace ya muchos años, estas 15 notas me acompañan y confortan. Es algo que quería compartir.

En este link he elegido la obra, en la versión editada por DECCA con la Orquesta Filarmónica Checa dirigida por el propio Stokowski:


¿Saben? Les envidio si es la primera vez que la escuchan.
Que la disfruten.
 

Antonio Carrillo

3 comentarios:

  1. Muchas gracias, es excelente. Voy a utilizarla.

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  2. Gracias, a falta de palabras tan precisas como de las que usted hace alarde, solo puedo decir que la obra me parece preciosa y evocadora. No conocía la palabra "rielando", su significado es muy bonito, la adopto ;-)

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  3. ¡Gracias Antonio por compartir la maravillosa pasacalle!

    Me parece interesantísimo comparar la versión orquestal con la original para órgano y otra que me encontré en You Tube para clavecín, ya que ninguno de los dos instrumentos tiene posibilidades de variar la intensidad (desde pianísimo, hasta fortísimo) como lo puede hacer la orquesta moderna, por lo que el compositor se ve obligado a lograr este matiz mediante variaciones en densidad armónica.

    Aquí les envío unos enlaces al respecto que espero disfruten:
    Versión para órgano (con partitura): http://www.youtube.com/watch?v=Ie52xH8V2L4
    Versión para clavecín: http://www.youtube.com/watch?v=p01w8MpOkxM
    Versión orquestal (con partitura): http://www.youtube.com/watch?v=tDPslEzU424

    ¿Qué programa usaste para insertar el tema en tu página? Es muy claro, y espero que más sencillo de insertar que algunos de los que yo uso: MuseScore, Forte 4 Free, etcétera.

    Espero que no tomes el siguiente comentario como crítica, sino tan sólo como las ganas de conversar con un traductor ¡con intereses (y evidentemente, buenos conocimientos musicales)!
    Quizá también valga la pena comentar que, si se incluye la armadura de do menor (tres bemoles), en lugar de ir poniendo los accidentes frente a las notas (como se suele hacer en la música contemporánea desde las primeras composiciones atonales), el "sí" becuadro del quinto compás revela que está usando la escala menor armónica (que no la melódica), razón por la cual en la época en la que se compuso la armadura sólo llevaba dos bemoles.

    Por último, hasta para un agnóstico/ateo como yo, el genio de Bach lo puede llevar a uno al cielo que los creyentes "han imaginado" (para citar a Russell).

    ¡Gracias, otra vez! :)
    Ricardo Delgado R. (Firmando como "anónimo" por ventajas cibernéticas. Se puede ver mi perfil en LinkeIn.)

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