viernes, 28 de agosto de 2015

Pozos de ciencia (Kola) y ficción (la isla del Roble)

La mina de Mirny, Sibería: un camión tarda 2 horas en llegar al fondo.


Kola, o el asombroso pozo de la ciencia (y de la ficción).

El historiador Paul Kennedy afirma que la guerra es un gran catalizador de la economía y de la actividad industrial, científica y creativa. Y hay mucho de cierto en sus palabras.

La guerra fría supuso un impulso irrefrenable hacia una carrera armamentística que puso (y pone) en peligro nuestra supervivencia como especie. Pero también el enfrentamiento tuvo una derivada científica y tecnológica; y nada caracteriza mejor este afán por la supremacía que la lucha por la conquista de la Luna. Todos sabemos que esta carrera frenética por alcanzar los astros la ganaron finalmente los norteamericanos, en 1969.

Pero pocos saben que los rusos ganaron por desistimiento otra batalla, ésta mucho menos conocida pero no por ello menos emocionante: la de alcanzar los secretos que esconden las profundidades de nuestro planeta. Y este reto resultó mucho más complejo que situar un hombre sobre nuestro satélite.

De hecho, es un reto que todavía aguarda un vencedor definitivo.

El Proyecto norteamericano, denominado Mohole, se proponía alcanzar la discontinuidad de Mohorovicic (donde la corteza se une con el manto) perforando la corteza oceánica. Pensaban que, dado que la corteza es mucho más fina en el fondo del océano, era en las profundidades marinas donde debían de perforar.

Harry Hess (uno de los fundadores de la teoría de placas) y Walter Munk, (el primero en explicar por qué la Luna ofrece sólo una cara a la Tierra), idearon y lideraron un proyecto destinado al fracaso. Consistía en un perforador con cabezas de diamantes, enfundado en un embudo que evitaba su oscilación. Otras máquinas tenían la tarea de contrarrestar la fuerza de las mareas oceánicas. Un esfuerzo titánico que exigía una precisión y potencia tremendas. Finalmente, en 1960, tras diez años de esfuerzo, los norteamericanos arrojaron la toalla. Se les había roto la cabeza de diamante, y los costes del proyecto eran ya inasumibles. Dejó de haber financiación, y el proyecto Mohole acabó en el olvido.

Los rusos eligieron perforar desde tierra firme. Escogieron la península de Kola, en el noroeste de Rusia, no muy lejos del Báltico. A 10 kilómetros al oeste de Zapoliarni.



El 24 de mayo de 1970 comenzó la perforación, con el uso de maquinaria Uralmash-4E y, más tarde, Uralmash-15000. Con el paso de los años, salvando todo tipo de dificultades, se alcanzaron profundidades increíbles. Después de llegar a los 12.066 metros, el 27 de septiembre de 1984 se produjo el desastre: un derrumbe cubrió de tierra unos 5 kilómetros. Pero los rusos retomaron las  excavaciones desde los 7.000 metros, y en 1989 alcanzaron la profundidad récord de 12.262 metros (pozo SG3).

Y ese nivel resultó ser el límite de lo posible. No pudieron seguir debido, fundamentalmente, al calor.

Las teorías indicaban que a 12.250 metros la temperatura debería rondar los 100 °C, pero los sensores indicaban una temperatura de 180 °C, casi el doble. Si hubieran alcanzado los 15.000 metros previstos, la temperatura habría subido hasta los 300 °C, lo cual era inviable. Las cabezas perforadoras corrían el riesgo de fundirse.



Con todo, el pozo de Kola no se consideró un fracaso; ofreció bastantes datos de gran interés, como algunas sorpresas sobre la estructura por capas de la corteza,  la enorme cantidad de hidrógeno presente en las profundidades, o las considerables reservas de agua a profundidades inverosímiles. Hoy en día el laboratorio, situado a 8 kilómetros de profundidad, no realiza analíticas; y el fantástico logro tecnológico que es Kola permanece prácticamente abandonado desde 1994; pero a unos 10 kilómetros al sur, en la ciudad de Zapolyarniy, se almacenan y conservan toneladas de muestras de núcleos, que siguen interesando a geólogos de todo el mundo.

Y en este punto debería acabar la historia de Kola, el pozo más profundo escavado por el hombre; pero hay algo más: si usted escribe "pozo de Kola" en un buscador cualquiera no espere encontrar artículos científicos sobre la "transición granito/basalto, o la presencia de fósiles de microorganismos (plancton) a 6 kilómetros de profundidad. Lo que copa internet son "los sonidos del infierno" de Kola.

Según afirma el (presunto) periódico finlandés “Ammennusatia.”, al taladrar un agujero de 14.4 kilómetros de profundidad para llegar al núcleo de la tierra, lo rusos dijeron haber escuchado gritos humanos. Se trataba, sin lugar a dudas, de las almas condenadas a penar por sus pecados en el centro de la tierra.

Los científicos detuvieron la excavación, temerosos de haber desatado los poderes malignos del infierno hacia la superficie de la tierra. "Esperamos que lo que este allá abajo, allá se quede", afirmó el Dr. Azzacov, líder del proyecto.

Uno imagina a un anciano asomado al pozo de Kola (si es que algo así es posible) y diciendo con voz fúnebre: "los rusos excavaron con codicia y ambición, y despertaron a criaturas malignas". Sólo falta un "Balrog" atemorizando la región.

Como guión de película no es malo. Aunque yo prefiero la realidad, mucho más apasionante, sin duda.


La isla del roble, el pozo de ficción (y algo de ciencia)


La isla del Roble es una isla pequeña (con una superficie equivalente a unos 60 campos de fútbol) que se encuentra en el litoral sur de Nueva Escocia, Canadá, en el océano Atlántico. Es una más de las 360 pequeñas islas en la bahía de Mahone, en el condado de Lunenburg.

Esta pequeña isla es famosa en el mundo entero porque en ella se encuentra el llamado "Pozo del Dinero".

En 1795, tres amigos adolescentes, Daniel McGinnis, Samuel Ball  y Anthony Vaughan descubrieron una hondonada circular en el sur de la isla; parecía señalar la existencia de un pozo. Excitados por el descubrimiento, excavaron lo que resultó ser, en efecto, una profunda poza.  Tras haber removido 3 metros de tierra, se encontraron con una hilera de troncos. Seguros de estar cerca del final, retomaron sus esfuerzos, pero debieron de abandonar a los 10 metros. Este sorprendente hallazgo mereció unas reseñas periodísticas en el Liverpool Transcript.

En 1803 la Onslow Company de Nueva Escocia excavó hasta los 27.43 m, y encontraron más troncos cada 3 metros. Además, había capas de carbón, masilla y fibra de coco a 12, 15 y 18 metros. Según se relata, a 27 metros encontraron una piedra plana con símbolos escritos. Tal piedra desapareció a principios del siglo XX.

Poco después el pozo se inundó con agua del mar, y ante la imposibilidad de achicar tanta agua, la Empresa Onslow abandonó. Operarios de la Truro Company siguieron excavando en 1849 hasta los 26 m de profundidad, produciéndose entonces de nuevo una inundación.

Se sucedían los años, las capas de roble, arcilla, fibra de coco, y las empresas obsesionadas con encontrar el tesoro: la Oak Island Association, el Old Gold Salvage group (del que formó parte Franklin Delano Roosevelt), la Triton Alliance, Ltd… se sucedieron las inundaciones, algún descubrimiento esperanzador y un total de seis defunciones por accidentes. Se trasladó maquinaria pesada al lugar, y se ha seguido excavando hasta bien entrado el siglo XX.

La pregunta es: ¿qué motiva tanto esfuerzo? ¿Qué impulsa a tantos hombres en un empeño de tal complejidad? ¿Por qué el ”Pozo del dinero” ha merecido ocupar espacios en Readers' Digest o en programas de televisión y radio?

La historia se puede contar de la siguiente manera: unos jóvenes descubren un pozo en una isla canadiense, antaño refugio de piratas. En la isla se pueden observar algunos fenómenos extraños. Los árboles que rodean el pozo parecen protegerlo y, en general, la distribución uniforme y simétrica del arbolado presupone que éstos han arraigado siguiendo un plan específico y en absoluto producto del azar. Y los robles no crecen en 20 años. Quien plantó esos árboles, lo hizo hace siglos y con un propósito (El Roble tarda 200 años en alcanzar su madurez, y puede vivir más de 600 años).



Cerca de la isla, en el continente, se han encontrado restos de un embarcadero con un diseño propio de la Europa de finales de la Edad Media. Los análisis realizados sobre la piedra encontrada en el pozo demostraron que era de un mineral que sólo se encuentra en Eurasia, y en los símbolos se vislumbraban números romanos. Los excavadores se topaban con plataformas de roble, fibras de coco ¡procedentes del Caribe!, capas de arcilla… todo ello colocado en una distribución reglada y periódica ¿Por qué? ¿Qué razón puede haber para traer material desde el Caribe? Además, el pozo era una obra de ingeniería sorprendente. Bastaba una mínima desviación para provocar una acometida de agua que imposibilitaba el avance. ¿Quién podía disponer de una tecnología de ese calibre? ¿Qué había escondido en el pozo del dinero? Unas imágenes tomadas bajo el agua a mediados del siglo XX, parecen detectar la presencia de una calavera y de unos cofres ¿Quién es responsable de tanta maravilla?

La primera explicación fue que un pirata como Edward Teach (el archifamoso Barbanegra), y otros de similar calaña, utilizaban las islas de la Bahía de Mahone para guarecer los productos de sus rapiñas. Los hay que opinan que pudiera tratarse de un tesoro español, francés o británico. Se ha especulado con que pudiera ser el escondrijo de las joyas de María Antonieta, o incluso con que fuera el lugar elegido por Francis Bacon para ocultar las pruebas de que era el verdadero autor de las obras de William Shakespeare. En algún libro he leído la posibilidad de que estemos ante el tesoro que los Caballeros Templarios ocultaron tras ser perseguidos por la inquisición en el siglo XIV. Reliquias como el Santo Grial o el Arca de la Alianza, que los templarios recuperaron supuestamente tras las cruzadas, habrían llegado a Escocia, bajo la protección del monarca Robert the Bruce y de la familia Sinclair, y más tarde habrían embarcado rumbo al oeste, por rutas desconocidas por una mayoría hasta recalar en la Isla del Roble. Este periplo aparece reflejado en la narración conocida como “viaje de Zeno”. Gracias a este texto podemos ofrecer algún dato más: era doce navíos, 100 caballeros templarios y la fecha 1398. Transcurridos 400 años desde su llegada, sí les habría dado tiempo a cambiar la fisonomía forestal del lugar.

Pero hay una alternativa.

Hace miles de años, la Bahía de Mahone, situada muy al norte, abandonaba la última glaciación bajo el embate moldeador de los glaciares. La tierra caliza de la zona sufre todo tipo de fuerzas: expansiones de lentes de hielo, solifluxiones propios de zonas periglaciales, depósitos por sedimentación llamados drumlins, morrenas… un lugar como la Isla del Roble está afectada por el hielo y, en épocas posteriores, el agua, que forma oquedades, sifones, cavernas y pozos.


La única expedición científica que ha estudiado en 1995 el pozo del dinero, formada por miembros de la Woods Hole Oceanographic Institution, reflejó en su informe final que las recurrentes inundaciones no se debían a “trampas” diseñadas por el hombre, sino a la interacción natural entre manantiales de agua dulce y presiones de mareas en el subsuelo. Todas las cavidades que se encontraron tenían un origen natural.


Por si esto no fuera suficiente prueba, se han encontrado otros pozos similares al del dinero en otras zonas de la Bahía de Mahone, también con capas de tronco. También se han encontrado fibras tanto enterradas como en las playas de la zona. El instituto Smithsoniano ha concluido que, en efecto, se trata de fibra de coco, y posteriores análisis por radiocarbono fechan algunos restos entre el 1.200 y el 1.400: pero la marea pudo traer estos restos al norte desde aguas más cálidas, y las oquedades y cavernas las depositaron tierra adentro, a la altura de pozo.

Por último, no hay pruebas concluyentes de las imágenes de la calavera, del material supuestamente europeo ni de las inscripciones. Y el “viaje de Zeno” es una fabulación del siglo XVI que no tiene ninguna verosimilitud. Por cierto, lo probable es que los templarios no llegaran a Escocia (en donde no estaban a salvo: dos compañeros fueron sometidos a juicio).

La “Navaja de Ockham” establece que cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja. El pozo del dinero ¿es el resultado de un plan ideado por caballeros templarios a finales del XIV, o es una oquedad que tiene una explicación desde la geología?

Yo, al menos, me quedo con la segunda respuesta.

Por cierto: la historia de la Isla del Roble me ha deparado en el pasado momentos muy felices, cuando Carlos Canales y Jesús Calleja desentrañaban en el programa de radio “La Rosa de los Vientos” su vertiente más mistérica. No es necesario creérselo: los podcast que se encuentran en internet sobre el tema son apasionantes. Esta historia sirvió de inspiración a los escritores Douglas Preston y Lincoln Child para su obra “El Pozo de la Muerte”. Por supuesto, no es “Guerra y Paz”, es un "best seller" de tapa blanda, pero confieso (abochornado) que me la leí de un tirón y disfruté con ella.

Y es que una cosa es lo que tu mente racional te dice, y otra, muy distinta, es soñar con las cosas que aligeraban tu mente de niño.

Puede que en el pozo de Kola no se llegara al infierno, es probable que en la Isla del Roble no se guarde ningún tesoro, e incluso estoy dispuesto a creer (con dificultad)que no se puede descender al centro de la tierra desde un volcán en Islandia, pero en realidad todos estos datos empíricos no importan. Si buscan “Oak Island” en Google Maps verán una lengua de tierra artificial que tuvieron que construir para llevar maquinaria pesada al pozo; es la expresión de un sueño. Y nada cuesta Elucubrar con la maravillas qué encontraremos si somos capaces de profundizar en Kola hasta los 15.000 metros.


Piensen en esto: ¿Sabían que existía el pozo de Kola? Eso sí es importante. Despertar la curiosidad. Disfrutar del privilegio de saber algo nuevo.

Imaginar. Y, por encima de todo, no dejar de buscar.

Porque sólo los vivos. excavan pozos y buscan tesoros o respuestas.

Antonio Carrillo

miércoles, 26 de agosto de 2015

Del Papa anciano que huyó por la montaña.

Escudo del papado de Celestino V 

Recomiendo la (amena) lectura de la obra de E. R. Chamberlin “Los Papas malos”

Perugia
Es 5 de julio del año 1294, estamos en Perugia, y nueve hombres llevan un año y medio deliberando, reunidos en cónclave, para nombrar a un nuevo Papa.

Los cardenales están preocupados. 20 años antes, durante la elección de 1271, los 3 años de debate había exacerbado los ánimos del pueblo hasta tal punto que los cardenales habían sido secuestrados, encerrados en el Palacio Papal de Viterbo, y se les había sometido a “las reglas de Ubi periculum”, que obligan a los cardenales electores a ser apartados de la totalidad del mundo; así como a cambiar su alimentación durante la elección, que se racionalizaría el tercer día (con una sola comida) y al octavo día (con sólo pan y agua mezclada con un poco de vino).

Viterbo
Aunque no regían ya esas reglas, no era conveniente dilatar en exceso el nombramiento, no fueran a arrancar el techo de la sala, como en 1271. El problema radicaba en que Roma tenía dos grandes familias: los Colonna (1 papa) y los Orsini (3 papas), dos poderosas facciones que habían regado de sangre las calles de Roma. En el cónclave de 1294 había un equilibrio que impedía la elección.

Hace calor, y los cardenales están cansados. En este momento están hablando de las leyendas que corren sobre Pedro de Morone, un legendario personaje, anacoreta que practica una devoción fanática por la pobreza y que rechazaba la fama de santo escondiéndose de sus propios seguidores, oculto en las cuevas de los montes Abruzzos.

De repente, el cardenal Martino Malabranca tiene una revelación, y dice:

“En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, elijo al hermano Pedro de Morone”

Se hizo el silencio; no era mala idea. La votación estaba en punto muerto, Pedro tenía fama de virtuoso (precisamente lo que se necesitaba en tiempos tan revueltos) y, además, era muy anciano. Simplemente, se estaba ganando tiempo.

Pedro de Morone salió elegido Papa, pero los cardenales no habían tenido en cuenta que se encontraba a 250 kilómetros, y el protocolo les exigía darle la noticia personalmente y obtener su consentimiento formal. 250 kilómetros es una distancia demasiado grande para tales príncipes, y enviaron a una delegación.

Cuando Pedro supo de la delegación que acudía a visitarlo, hizo lo posible por salir corriendo; pero sus discípulos le habían disuadido para que escuchara lo que tenían que decirle. El grupo papal tuvo que ascender a una caverna situada a 300 metros de altura, junto a un precipicio, y cuando llegaron se encontraron a un anciano aterrado, encerrado tras los barrotes de su celda, llorando de miedo.

Pedro aceptó, a su pesar.


Castello Nu
Aliviada, la comitiva papal se disponía a poner rumbo a Roma, pero Pedro se negó en redondo a ir hacia el norte. Así, la coronación del nuevo Papa Celestino V tuvo lugar en Aquila el 29 de agosto. Después, el nuevo Papa decidió trasladar la sede papal a Nápoles, a la fortaleza Castello Nuovo.

Nada más llegar, dio su primera orden: la construcción de una celda de madera, en la esquina de una de las enormes salas. Allí se ocultaba casi todo el día, aterrado, y sólo confortado en compañía de los monjes que le habían seguido a la montaña.


En consecuencia, y para desesperación de los miembros de la vida cortesana papal, desaparecieron los banquetes lujosos, los entretenimientos. El nuevo Papa, que no hablaba latín ni tenía cultura alguna, vagaba por las salas del castillo mascando un mendrugo seco. Se sentía – se sabía – fuera de lugar, y decidió que lo más conveniente era abdicar.


Él no iba a cambiar a la iglesia, ni la iglesia podía cambiarlo a él.

Sólo 15 semanas después de ser nombrado Papa, Celestino convocó a los cardenales. Leyó un documento de renuncia y, en medio de un silencio absoluto, bajó los escalones del trono y rasgó con sus propias manos las ricas vestiduras de Papa que lo tenían aprisionado.

Cuando volvió a la sala, lo hizo vestido con sus harapos de toda la vida.

Se lo veía feliz, consolado.

El 24 de diciembre se nombró nuevo papa: Bonifacio VIII, el inteligente cardenal Benedicto Gaetani, de origen español, que había ayudado a Celestino a redactar la carta de renuncia.


Cuando llegó a roma, Bonifacio VIII quiso ver a Celestino, su antecesor; pero el Papa ermitaño, en medio de la confusión del nuevo nombramiento, se había marchado calladamente, seguro que a un lejano monte.

Simplemente, quería que lo dejaran en paz.

Esto representaba un problema: Celestino era un asunto que no estaba del todo resuelto, y su libertad le quitaba legitimidad al nombramiento del nuevo Papa. De hecho, en Nápoles se seguía considerando a Celestino V como el verdadero Santo Padre.


Bonifacio VIII ordenó arrestar a Celestino; pero el anciano, ahora sí, estaba sobre aviso. En cuanto divisó a la nueva comitiva papal salió corriendo por los montes, en pleno invierno. Y lo fuertes y avezados soldados no fueron capaces de apresarlo.

Un anciano de más de 80 años era inalcanzable para los jóvenes enviados papales.

Mientras, como anécdota, un monje que se había quedado en la celda para atender a la comitiva fue asesinado.




En Roma, Bonifacio quiso dejar claro que las cosas volvían a la normalidad. Celestino había acudido a su coronación ¡montando un asno!, lo cual era casi un insulto. Bonifacio lo hizo investido con todas las galas y joyas papales, y procesionó por Roma montando un impresionante caballo blanco, a lo que siguió un banquete magnífico, servido en copas de oro y piedras preciosas en el Palacio Laterano.

Mientras tanto, nuestro anciano Celestino había intentado huir rumbo a Grecia, pero una tormenta obligó al barco a volver a tierra y fue apresado.

Cuando, finalmente, se vio ante Bonifacio VIII, rodeado de tanto boato, pronunció estas palabras:

“Has entrado como un zorro,

reinarás como un león

y morirás como un perro”


Fumone
Celestino fue trasladado a una oscura celda de la fortaleza de Fumone. Cuentan que cuando vio su diminuto encierro se le alegró la vista: aquello sí le gustaba. Por fin le habían dado un alojamiento digno.

Murió el anciano a los 10 meses, feliz y en paz.


Bonifacio VIII murió asesinado en 1303, tras ser abofeteado en público, injuriado e insultado.

Una historia llena de asombros ¿No creen? 


Antonio Carrillo


   

lunes, 24 de agosto de 2015

¿Sabía usted que...




El galán Clark Gable era el terror de sus compañeras de reparto? Y no por su atractivo precisamente. Sufría de halitosis debido a una molesta gingivitis.


La perrita callejera Laika, el primer ser vivo en ser lanzado al espacio, no vivió varias semanas, como afirmó la propaganda soviética? Un ataque al corazón provocado por el miedo acabó con su vida a las cinco horas del despegue.


Calígula no se llamaba así; el apodo le venía de niño, cuando acompañaba a su padre Germánico en las contiendas y vestía un pequeño uniforme militar, incluidas unas pequeñas caligas, el calzado propio de la milicia. Calígula odiaba este apodo. Por cierto, a pesar de todo lo malo que se cuenta sobre él, en los primeros momentos de su reinado se comportó con excelente juicio, pero cayó gravemente enfermo, quizás envenenado por las tuberías de plomo, y perdió la razón.


Tampoco el filósofo ateniense Platón se llamaba en realidad así? Su verdadero nombre era Aristocles. El apodo de Platón se debe a sus anchos hombros, que desarrolló en su juventud como atleta.


Newton dejó toda investigación relativa a la física o las matemáticas a los 50 años? El resto de su vida (30 años) la dedicó a cargos políticos, como la búsqueda de falsificadores en su puesto de Director de la Moneda; y a lo que era su pasión: la alquimia.


La peste negra fue un atentado biológico premeditado? Las fuerzas de la "Horda Dorada", un Estado mongol, habían sitiado la ciudad de Caffa, una colonia genovesa en el golfo de Crimea. El ejército mogol sufría el embate de la peste, y decidió catapultar sus cadáveres sobre la muralla de la ciudad. Los marinos genoveses que escaparon de Caffa llevaron la muerte con ellos al resto de Europa.


Julio César nunca dijo "Alea jacta est" cuando se decidió a traspasar el Rubicón? En realidad, Plutarco,  un historiador prestigioso, afirma que pronunció la frase ”Aneríphtho kibos” en griego, y que la tomó de un verso del comediógrafo Menandro, uno de los favoritos de César. La expresión traducida vendría a querer decir algo así como "los dados están echados". No es extraño que un miembro de la clase dirigente romana hablara griego.


No se sabe con certeza qué provoca el ronroneo de los gatos?


El derecho de pernada nunca existió, al menos tal y como lo conocemos? La historiografía moderna opina que el tan cacareado derecho de pernada que ejercieron algunos señores medievales sobre sus súbditos no era, como se cree, el derecho del señor a desvirgar a la esposa del siervo en su noche de bodas, sino simplemente el derecho a recibir una pernada, un pernil, es decir, un jamón, de cada res sacrificada" (Eslava Galán, "Historia de España contada para escépticos)


El teorema de Pitágoras no fue ideado por Pitágoras? Fue obra posiblemente de Arquitas de Tarento, un siglo más tarde.


Las cebras son los animales que causan más daños a sus cuidadores en los zoológicos?


El nombre de sus zapatillas tiene mucha historia? Tras la batalla de Maratón, un corredor griego recorrió 42.195 metros para advertir a la ciudad de Atenas que no se rindiera al enemigo, que habían vencido. Murió de agotamiento al llegar, no sin antes cumplir con su misión. Gritó "victoria". Y en griego antiguo victoria se decía "Nike". (Por cierto, al parecer la distancia recorrida por el griego Filípides en busca de ayuda fue en realidad de unos 240 kilómetros)


El barco que ostenta el récord Guinness de velocidad ansoluta está hecho de madera? Por cierto, el Hughes H-4 Hercules, diseñado y construido por el excéntrico Howard Hughes también en madera, es el avión más grande que haya volado jamás. Medía 66,65 metros de largo, 97,54 metros de ancho y 24 metros de altura.


Los estudiantes de la prestigiosa (y antiquísima) Universidad de la Sorbona tocan el pie derecho de la estatua de Montaigne, en pleno barrio latino, para que les dé suerte en los estudios?


El topo es un animal extremadamente peculiar, que utiliza un sentido de radar similar al de los murciélagos para moverse en la más absoluta oscuridad, bajo tierra?


El Real Madrid fue fundado por catalanes, los hermanos Joan y Carles Padrós?


El psicólogo Skinner, famoso padre del conductismo, fue el creador del denominado "Project Pigeon"? La idea consistía en un misil guiado por palomas, que volaban encerradas en su interior.


Nyaunkh Khom y Khom Hotep son los nombres de dos peluqueros enamorados que sirvieron al faraón Nyuserra hace unos 4.400 años? Su tumba, en la que aparecen abrazados y besándose, es un icono gay.


Beethoven ordenó aserrar las patas de su piano? Tenía la faceta compulsiva de cambiar constantemente de casa; y para facilitar las muchas mudanzas diseñó un sistema por el que podía quitar fácilmente las patas del piano.


El orgasmo del cerdo puede durar hasta 30 minutos?


El nombre "España" tiene un origen fenicio?. Significa "playa de conejos".


El lugar del mundo con más tigres es EEUU, con unos 5.000 ejemplares? Sólo en Houston, Texas, hay unos 500 tigres y leones. La India sólo conserva 1.700 especímenes en estado salvaje.


Y por último; sabía que…


…. Una, y sólo una, de las cuestiones anteriores no es cierta?


Adivina cuál?



Antonio Carrillo.

sábado, 22 de agosto de 2015

Infierno y vacío.




No sabemos cuándo se produjo el despertar de la conciencia, el momento más trascendente de la historia del género Homo, pero es seguro que impuso sobre nuestros pequeños hombros el insoportable peso del final. La conciencia de Ser, de Existir, lleva implícita la certidumbre de la muerte.

Desde entonces, el hombre conjura su miedo revistiendo la muerte de trascendencia. Los enterramientos rituales presuponen la existencia de un alma que sobrevive al cuerpo, de una vida después de la muerte. Si no se piensa así, la vida resulta, sencillamente, incomprensible. La muerte de un hijo ansía un leve consuelo en la certeza de que volveremos a abrazarlos y consolarlos en algún momento, que no ha sido un "adiós", sino un "hasta luego". En un conocido entierro Neanderthal, una niña pequeña aparece inhumada junto a unos pétalos azules ¿Los puso su madre? ¿Su padre? ¿Acaso lo hizo el viento?  

¿Qué nos depara el destino? Como hemos dicho muchas veces en este blog, la respuesta dependerá de lo que dicte nuestra cultura, nuestro ámbito doctrinal. La primera civilización de la historia, la sumeria, nos habla de kur, una tierra subterránea de la que no se puede volver. En ella encontramos un río y un barquero (una constante el río infernal: el infierno maya, el Xibalbá, implica un descenso a cuatro ríos), y una existencia eterna en soledad. El mito sumerio omite todo suplicio, castigo o daño; pero el inframundo mesopotámico está vacío de afectos, de consuelo. El hombre no ve al amigo, la madre no vuelve a acariciar al hijo ni el marido podrá besar una vez más a su esposa. Incluso los reyes se ven atrapados en esta desalentadora nada. Desde el comienzo de los tiempos históricos, aparece el pánico al vacío. A desaparecer.

La muerte es la antesala del olvido.

La mitología egipcia, al menos, permite que el alma se someta al juicio de Osiris, el mito preferido de mi hijo Jacobo. En una balanza se sopesan la moralidad del difunto (representada por su corazón) y la justicia ( la pluma de la diosa Maat). Dependiendo del veredicto de Osiris, el alma ascendía al paraíso o Aaru (también Yeru, que de las dos formas lo he visto escrito); o, en su caso, era devorada por Ammit, un ser con cabeza de cocodrilo, torso de león y piernas de hipopótamo. Esto significaba su fin. No hay, pues, un suplicio eterno, como no lo había en Mesopotamia; pero la vida debía de ser realmente virtuosa si se quería ascender al Aaru, que se suponía reservado para unos pocos privilegiados. Para los demás, no hay nada. Como en la mitología mesopotámica, a la mayoría la muerte les depara el vacío. De nuevo el olvido.

Hasta al menos el siglo V a.C. no encontramos una primera aproximación a la culpa en vida y el correspondiente castigo eterno tras la muerte. Habrá que esperar a la aparición del tártaro para que el infierno, tal y como lo entendemos, haga acto de presencia. Según antiguas fuentes órficas. el tártaro sería la «cosa» ilimitada que existió primero, antes de nacer el Cosmos. Es decir, el tártaro es una manifestación de la hybris, del desorden. El infierno es el caos. La falta de equilibrio.

Escritos posteriores definen el tártaro, de manera más concreta, como un profundo abismo situado en el hades, el mundo de los muertos. En lo más profundo estaban encerrados los titanes y algunos grandes criminales, como Sísifo, Ixión o Tántalo. Todos sufren un castigo eterno, y la pena impuesta se adecua al crimen cometido en vida. Pero son pocos los condenados a tal suplicio. ¿Qué sucede con la mayoría? ¿Qué nos depara la muerte a los demás?

Unos pocos privilegiados disfrutarán de su apoteosis, palabra griega que significa "estar con Dios". Un puñado de hombres virtuosos podrían disfrutar de la paz florida de los Campos Elíseos, y se solazarán en una eternidad de gozo. Pero, una vez más, hablamos de una minoría. La gran mayoría no son condenados al tártaro ni pueden acceder a las gracias del Olimpo. Entonces, de nuevo, ¿dónde acabamos la "gente normal" tras la muerte? ¿Qué recompensa le depara la mitología griega a una vida mediocre?

El premio por una vida equilibrada es un deambular perpetuo por la Llanura de Asfódelo. Los autores nos la describen como un paisaje fantasmal, inmerso en una bruma permanente, en el que lánguidos árboles inclinaban sus ramas hasta el suelo. No hay día ni noche, sino un continuo crepúsculo en el que se adivinan sombras y se pierde fácilmente la noción del tiempo y del espacio.

Se niega todo contacto sensorial con la realidad, como si se estuviera en manos de torturadores; incluso el oído sufre por un rumor incesante; el que causan todas las almas hablando al mismo tiempo, en un soliloquio incesante. Estos espíritus, que se arrastran como fardos chejovianos, perdida toda individualidad, sólo podían recuperar un leve instante de consciencia si un familiar vivo acudía a un templo y ofrecía un sacrificio de sangre.

Terrible.

Poco más tarde, casi al mismo tiempo, aparece con fuerza un cuerpo doctrinal extremadamente original: el monoteísmo judío. Aunque el faraón Akenatón había realizado un breve intento de revolución monoteísta mil años antes, con su culto al dios Aton, los judíos son los primeros que realmente evolucionan de una pluralidad de dioses a un Dios único; y además fijan su doctrina en un libro que recoge, en ocasiones de manera contradictoria o confusa, la palabra de Dios. Los primeros pasajes de la Biblia muestran esta indeterminación en el hecho de que haya dos versiones diferentes sobre la creación del hombre; y en ocasiones se nombra a Dios utilizando una forma plural, Elohim, aunque seguida de verbos o adjetivos singulares.

Esta inconsistencia se explica porque durante el siglo VI a.C. algunos miembros de la élite judía fueron esclavizados en Babilonia. Cuando al cabo de 70 años se reencontraron los exiliados con los que habían permanecido en Jerusalén, hubo graves diferencias de interpretación. En parte, la necesidad de acordar un mínimo común doctrinal motivó que se pusiera por escrito lo que hasta ese momento habían sido una tradición únicamente oral.

La Biblia nos habla de un pueblo peculiar, que ha establecido un contrato con su Dios único, con una terrible cláusula de penalización, el infierno, y un impedimento grave desde el inicio, la existencia del pecado original cometido por Adan. A menudo, los encuentros entre Dios y su pueblo elegido distan mucho de ser amables. El Antiguo Testamento, en su mayor parte, no es un relato apto para menores.

Un inciso: a pesar de lo que acabamos de decir, es cierto que muchos pueblos antiguos politeístas también poseen relatos de un trato familiar con sus dioses, que se rompe por cometer el hombre una imprudencia: los brahmanes, por ejemplo, cuentan que el primer hombre come de un árbol sagrado y cae en desgracia. (El árbol, por cierto, surge en multitud de ocasiones, como en el mito del pueblo chileno mapuche y el árbol del canelo; también en la mitología nórdica, en la que hombre y mujer son creados de sendos troncos de árboles situados en una playa).

Resulta abrumador comprobar la coincidencia de mitos y arquetipos humanos: en la religión persa que tiene su origen en la figura de Zoroastro, en concreto en su relato Avesta, Dios castiga la primera mentira. En el mito maya Popol Vuh los dioses castigan al hombre con una sombra que sólo les permite ver lo inmediato, por haber pretendido saber demasiado y convertirse así en dioses (árbol de la sabiduría). Hay otro mito persa, el Bundehes, en el que se seduce a la primera pareja humana a comer frutos prohibidos. Por su parte Biamé, el gran dios aborigen australiano, creó al hombre y a la mujer del barro, pero les prohibió comer animales. Sus criaturas incumplen la orden durante una época de sequía y dan muerte a un canguro obligados por el hambre. Biame, implacable, los castiga con presenciar la primera muerte de un ser humano. Por último, en la epopeya sumeria de Gilgamesh, uno de los relatos más antiguos de la humanidad, una serpiente le hace perder al protagonista la "hierba de la vida."

"Barro", "serpiente", "fruta prohibida", "árbol de la sabiduría"... no son mitos cuyo origen se encuentre en un solo libro. Después de 70 años de esclavitud y cientos de años de contactos, ¡cómo no iba a ser permeable el imaginario cultural judío a la milenaria cultura mesopotámica! ¿Le quita esto verosimilitud al relato literal de la Biblia? Podría pensarse que así es; pero por otro lado es fascinante que los mismos arquetipos (como el del diluvio universal) se repitan en lugares tan lejanos, unos de otros, como Australia, Centroamérica o Europa ¿No les parece?

Volvamos: el trato con Dios y el pecado original traen implícito el castigo: Gehenna, el infierno, es un lago de fuego en el que las almas de los que han abandonado a Dios (los que incumplen el contrato) arden eternamente. Esto sí parece ser una novedad: el sufrimiento eterno tras la muerte para los impíos. ¿Acaso ya no hay vacío en la Biblia? ¿Ha desaparecido la llanura de Asfódelo? ¿Al hombre ya no le aterra el olvido?

No lo parece si se lee el "Libro de Job", en donde su protagonista, tras haber sufrido las mayores calamidades, se lamenta diciendo:


"Acuérdate que mi vida es un soplo, 
Y que mis ojos no volverán a ver el bien. 
Los ojos de los que me ven, no me verán más; 
Fijarás en mí tus ojos, y dejaré de ser. 
Como la nube se desvanece y se va, 
Así el que desciende al Seol (hades) no subirá; 
No volverá más a su casa (...)

¿No son pocos mis días? 
Cesa, pues, y déjame, para que me consuele un poco, 
antes que vaya para no volver, 
a la tierra de tinieblas y de sombra de muerte; 
Tierra de oscuridad, lóbrega, 
como sombra de muerte y sin orden, 
y cuya luz es como densas tinieblas. (...)

Mas el hombre morirá, y será cortado; 
Perecerá el hombre, ¿y dónde estará él? 
Como las aguas se van del mar, 
Y el río se agota y se seca, 
Así el hombre yace y no vuelve a levantarse (...)

Pusieron la noche por día, 
Y la luz se acorta delante de las tinieblas. 
Si yo espero, el Seol es mi casa; 
Haré mi cama en las tinieblas. 
A la corrupción he dicho: Mi padre eres tú; 
A los gusanos: Mi madre y mi hermana. 
¿Dónde, pues, estará ahora mi esperanza? 
Y mi esperanza, ¿quién la verá? 
A la profundidad del Seol descenderán, 
Y juntamente descansarán en el polvo."


Luego se arrepentirá de sus palabras, y Dios le recompensará con una vida larga y próspera. Pero queda en su lamento la idea del vacío, de la nada tras la muerte: "dejaré de ser", "haré mi cama en las tinieblas".

De nuevo en Eclesiastés 9 encontramos un trasunto claro del "carpe diem" de Horacio:


"Aún hay esperanza para todo aquél que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto.

Porque los que viven saben que han de morir: mas los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.

También su amor, y su odio y su envidia, feneció ya: ni tiene ya más parte en el siglo, en todo lo que se hace debajo del sol.

Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón: porque tus obras ya son agradables á Dios.

En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza.

Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad, que te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol.

Todo lo que te viniere á la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el sepulcro, adonde tú vas, no hay obra, ni industria, ni ciencia, ni sabiduría."


Pero en mi opinión, el pasaje más oscuro y terrible de la Biblia es el Salmo 88. En él, una voz cansada y asustada se agita en un estertor de pánico ante el vacío y la oscuridad. Es, sin lugar a dudas, una obra maestra literaria, que nos acongoja profundamente:




"¡Señor, mi Dios y mi salvador,
día y noche estoy clamando ante ti:
que mi plegaria llegue a tu presencia;
inclina tu oído a mi clamor!
Porque estoy saturado de infortunios,
y mi vida está al borde del Abismo;
me cuento entre los que bajaron a la tumba,
y soy como un hombre sin fuerzas.
Yo tengo mi lecho entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro,
como aquellos en los que tú ya ni piensas,
porque fueron arrancados de tu mano.
Me has puesto en lo más hondo de la fosa,
en las regiones oscuras y profundas;
tu indignación pesa sobre mí,
y me estás ahogando con tu oleaje.

Apartaste de mí a mis conocidos,
me hiciste despreciable a sus ojos;
estoy prisionero, sin poder salir,
y mis ojos se debilitan por la aflicción.
Yo te invoco, Señor, todo el día,
con las manos tendidas hacia ti.
¿Acaso haces prodigios por los muertos,
o se alzan los difuntos para darte gracias?

¿Se proclama tu amor en el sepulcro,
o tu fidelidad en el reino de la muerte?
¿Se anuncian tus maravillas en las tinieblas,
o tu justicia en la tierra del olvido?
Yo invoco tu ayuda, Señor,
desde temprano te llega mi plegaria:
¿Por qué me rechazas, Señor?
¿Por qué me ocultas tu rostro?
Estoy afligido y enfermo desde niño,
extenuado bajo el peso de tus desgracias;
tus enojos pasaron sobre mí,
me consumieron tus terribles aflicciones.
Me rodean todo el día como una correntada,
me envuelven todos a la vez.

Tú me separaste de mis parientes y amigos,
y las tinieblas son mis confidentes."

Espeluznante ¿no es cierto?

La voz del hombre que desgarra su garganta en el salmo 88 es la de alguien que se aferra a sus últimos momentos de conciencia antes de caer en "la tierra del olvido". En el vacío. En la nada. Y lo hace con un lamento premonitorio: "¿Acaso haces prodigios por los muertos, o se alzan los difuntos para darte gracias?".


Unos siglos más tarde surge la figura de Cristo, que supone una auténtica revolución en el mundo judío. Al postularse como el profeta que el pueblo judío esperaba, Cristo envía un mensaje claro: la espera del pueblo judío ha llegado a su fin. El juicio final será inmediato. El contrato con Dios está próximo a resolverse.

Las primeras comunidades cristianas viven en esta euforia que supone la certeza de que Jesús se ha hecho hombre para salvarnos, e indicarnos el camino hacia Dios Padre. Las comunidades se alimentan de esta certeza que llamamos parusía; la espera inminente del regreso de Jesús, anunciado por Él mismo.

Pero la euforia se templa con el paso de los decenios, de los siglos, y la iglesia debe evolucionar y adaptarse a un entorno sociopolítico complejo. Por de pronto, se ha convertido en la iglesia oficial de un mundo, el de la "pax romana", que se desmorona; Alarico, al mando de un ejército visigodo, saquea Roma el año 410, lo cual significa la rúbrica del final de una época. Mientras tanto, en el seno de la iglesia hay serias divergencias sobre aspectos fundamentales del dogma, en concreto entre la escuela de Alejandría y la de Constantinopla. En lo que nos interesa, surgen dos interpretaciones sobre el infierno y el pecado original que se muestran irreconciliables: la de Orígenes y Pelagio, por una parte, y la de San Agustín, que es la que finalmente acabará imponiéndose .

Orígenes, alumno de Clemente de Alejandría es, probablemente, la primera gran inteligencia entre los antiguos padres de la iglesia católica del siglo III. Gran estudioso y filósofo, proponía la misma filosofía como una suerte de anticipo del cristianismo (aunque lo hacía con menos entusiasmo que su mentor). No en vano, muchos cristianos vieron en los neoplatónicos (Plotino) y en el mismo Platón un anticipo del cristianismo.

Este helenista eminente se centra en el mensaje de Jesús "Dios es amor". En concreto, le interesa su infinita misericordia, y la circunstancia de que Jesús se postulara como redentor de todos los hombres, a costa de su propia vida. Si esto es así, necesariamente debemos hablar de una "apocatástasis", una restauración: en el fin de los tiempos, todos, pecadores y no pecadores, volverán a ser uno con Dios. Como Orígenes afirma:

"La redención operada por Cristo tuvo por finalidad la restauración de todas las cosas; sin duda alguna, esta redención hace sentir paulatinamente su eficacia hasta el punto en que nadie será salvado contra su voluntad. El mal no puede prevalecer con el dominio del mundo; si Dios lo permitió fue con vistas al bien; por tanto, las mismas penas de los demonios y condenados en el infierno no tienen otra finalidad que servir de enseñanza y de medicina"

En definitiva: la infinita bondad de Dios, presente en Cristo, hace ilógica la existencia de un infierno eterno.

Pelagio, por su parte, refleja una importante influencia de la filosofía estoica. Este monje británico negaba la existencia del pecado original, y no entendía de la necesidad del bautismo. Además, opinaba que la salvación no tenía que ver con la gracia recibida, sino con obrar bien siguiendo el ejemplo de Jesús. Su sentido común le obliga a decir que Adan habría muerto, incluso aunque no hubiera pecado. De hecho, el pecado cometido sólo lo perjudicó a él, no a la humanidad entera. En el caso concreto de los niños recién nacidos, éstos se encuentran en el mismo estado que Adán antes de la caída. Además, no sólo el evangelio, también la Ley mosaica es una guía válida para la salvación. Pelagio afirma que antes de la venida de Cristo tuvo que haber hombres que se mantuvieron sin pecado; es decir, antes de Cristo hubo hombres y mujeres buenos.

Frente a tanto "optimismo antropológico" surge la influencia de la doctrina maniquea en la enorme figura del obispo de Hipona, San Agustín. Logró imponer su criterio sobre la doctrina cristiana con respecto al pecado original en el concilio de Cartago, en concreto en 8 cánones, entre los que destacamos:

La muerte no vino para Adán por necesidad física, sino a través del pecado.

Los niños recién nacidos deben ser bautizados a causa del pecado original. Es decir, la condición de "naturaleza caída" (natura lapsa) se transmite a cada uno de los nacidos tras la expulsión del Edén.

La gracia justificante no sólo vale para perdonar los pecados pasados sino que ayuda a evitar los pecados futuros.

La gracia de Cristo no sólo permite conocer los mandamientos de Dios sino que también da fuerza a la voluntad para ejecutarlos.

Sin la gracia de Dios no es tan sólo más difícil, sino absolutamente imposible, realizar buenas obras.


Todo este cuerpo doctrinal, que nace en San Pablo, se consolida en San Agustín y adquiere todo su rigor con Santo Tomás (vaya tres inteligencias), protagonizó recientemente la catequesis de Juan Pablo II bajo el título: "El Infierno como rechazo definitivo de Dios":

"El infierno, más que un lugar, indica la situación en que llega a encontrarse quien libre y definitivamente se aleja de Dios, manantial de vida y alegría."

Por eso, la «condenación», no se ha de atribuir a la iniciativa de Dios, dado que en su amor misericordioso él no puede querer sino la salvación de los seres que ha creado. En realidad, es la criatura la que se cierra a su amor. La «condenación», consiste precisamente en que el hombre se aleja definitivamente de Dios por elección libre y confirmada con la muerte, que sella para siempre esa opción. La sentencia de Dios ratifica ese estado."



En definitiva: existe el infierno, consecuencia del libre albedrío concedido por Dios al hombre. Como afirmaba San Agustín, no puede haber salvación para quien se aleja de Cristo. Este asunto no es en absoluto baladí si usted vive en un país católico y percibe un progresivo avance de la secularización, el divorcio y los matrimonios civiles.

El vacío de la antigüedad desaparece; era un signo propio de los tiempos politeístas. En esta época de monoteísmo militante existe la culpa - el pecado original, de hecho -, y no se puede alcanzar la "apoteosis" con una vida honorable si no es abrazando la Fe de Cristo.

Orígenes o Pelagio, que pudieron haber abierto otra senda más "amable" de la doctrina cristiana, fueron finalmente rechazados. La catequesis de Juan Pablo II y Benedicto XVI es inequívoca en este sentido.

En definitiva, y después de tantas palabras leídas ¿qué podemos afirmar que hay después de la muerte? ¿El vacío de Asfódelo? ¿El perdón amable de Orígenes? ¿El infierno de San Agustín? ¿Acaso habrá tras la muerte lo que había antes de nacer? ¿Qué sentido tiene la muerte para el ser humano?

Será motivo de otro artículo, en el que hablaremos del libro "El ser y la muerte" de Ferrater Mora.

Pero, como entenderán, lo que vamos a aportar serán hipótesis.

Nos falta información de primera mano.

Por fortuna.

Por ahora.



Antonio Carrillo Tundidor