viernes, 25 de mayo de 2018

Teléfonos móviles



Fueron mis hijas, que pensaron en lo que más me convenía. Me quieren, eso lo sé; les preocupa que sea vulnerable. Y lo soy. Tengo cansadas las manos y velados los ojos, de tanto acariciar.

De tanto ver.

En mi ochenta cumpleaños me regalaron otro dispositivo inteligente, con el que podía llamar por videoconferencia, consultar cualquier duda en la red a mayor velocidad y acceder a prestaciones maravillosas. Mi nieto mayor me hablaba entusiasmado de la velocidad, de la capacidad de memoria y procesamiento, de los sensores fotográficos y la definición de la pantalla sin marcos. El teléfono respondía a comandos de voz y a la presión ejercida sobre sus bordes. No había botones que mancillaran su diseño impoluto, de un negro luminoso.

Me recordaba al monolito de 2001. Así de perfecto era, inerte sobre la mesa.

Me habían regalado un cristal bellísimo que era una ventana veloz al universo de internet. Incluso un software permitía la geolocalización del aparato; mis hijas sabrían dónde estaba en todo momento.

Mientras me hablaban me fijé en la caja. Era elegante. Los cables, instrucciones y cargadores aguardaban todos en su hueco, constreñidos con una precisión milimétrica. Es curioso, pensé; nunca fui capaz de volver a colocar los componentes arrancados de la caja a su equilibrio original. Los cables devueltos al cubil siempre sobresalían un milímetro, las instrucciones parecían haber engordado su figura, y notaba una pequeña resistencia cuando cerraba la caja. Por ello sacar los accesorios era siempre un momento inquietante: rompía la perfección de un equilibrio casi místico.

Así funciona la mente de un anciano; entretenida en detalles sin importancia.

Mi nieto se entusiasma con las características técnicas. Yo, que ya había nacido en una era digital, sabía que todos estos datos eran fugaces, con una caducidad de apenas un año. Lo que hoy era maravilloso en cinco año estaría obsoleto. Y cuando cumples ochenta años, cinco son apenas un soplo.

El artilugio, sus capacidades, lo desaprovecharía en un 99%. Era energía potencial pura, esperando a ser liberada, como el agua de una presa. Pero yo jamás liberaría a la bestia. No lo necesitaba.

Por egoísmo, creo. He alcanzado una edad en la que tengo que cuidar de mí mismo. Descuido que un teléfono inteligente esté cargado. Que esté cerca. Vigilante yo de él y él de mí. Vigilo en cambio la caducidad de los alimentos, que mi casa esté limpia y la cama hecha, que las macetas y el perro tengan agua. Me gusta seguir unas rutinas que hace la vida previsible y confortable, como desayunar leyendo la prensa o el paseo para comprar el pan y cruzar unas pocas palabras corteses.

Pero no tengo la urgencia de buscar en Wikipedia la respuesta a todo, ni tampoco la necesidad de estar siempre localizable. A mi edad eso es imposible, porque a los ancianos nos gusta estar ausentes; vivimos en el mundo silente de la memoria. Y desconectamos de la realidad para encontrar el suave refugio del pasado. Es algo que no quiero violentar con el sonido de una llamada. Me he ganado el derecho a ocultarme de todo. A no estar más que para mí mismo, y mi pasado.

La realidad se ha vuelto frenética; no envidio a los que tienen que lidiar con la prisa. La ancianidad es una época de escucha, y percibo unos razonamientos que pretenden ser sincréticos pero a los que les falta profundidad. Me espanta la vulgaridad que impera por doquier, fruto de una formación deficiente, de titulares. Como los videojuegos tan de moda, la política o el arte se han vuelto previsibles, la actualidad monocorde. Son eternas variaciones de unos pocos silogismos, arropados por ropajes distintos pero, en esencia, idénticos. Es la vacuidad de un espectáculo repetitivo y memorizado. Yo, que he sabido ver el patrón después de tantos años, me asombro de que las personas caigan en las mismas trampas, una y otra vez. La vida es una farsa.

Por eso escapo. El teléfono inteligente, en realidad, es el más estúpido de los instrumentos, porque no me permite concentrarme en lo que realmente importa. Mi nieto me insiste: puedo encontrar todas las respuestas en la red. Pero ¿cómo le explico que eso no importa? ¿Qué lo que importa no es la respuesta, sino saber formular la pregunta? Y ningún artefacto hará nunca la pregunta por mí. Son tantas las respuestas, son tantos los estímulos y tan fácil acceder a ellos, que nos hemos aletargado, confusos.

Tengo ochenta años y mi tiempo es valioso. Por ello no puedo malgastarlo con la noticia inmediata ni el análisis apresurado, con la serie televisiva del momento ni un juego adormecedor en el que unas golosinas caen presurosas. Plantas y animales necesitan agua, y la prensa escrita – más delgada que nunca – se ordena en secciones que repaso a un ritmo pausado. Un artículo llama mi atención, y me solazo en el análisis de un experto que se ha esforzado en comprimir sus años de estudio en unos cuantos párrafos que desprenden el aroma añejo de la erudición. El tiempo se detiene, entonces. Mi mente, todavía funcional, se despereza en el diálogo. Vuelvo a ser joven. Hay una palabra que desconozco. La busco en el diccionario a través de la página de internet de la RAE. Qué curiosa etimología. El teléfono vuelve al bolsillo. Paso la página.

He utilizado un microprocesador capaz de poner una nave espacial en órbita para simplemente buscar el significado de una palabra. Desde un bar cualquiera.

Los teléfonos no son móviles. Los móviles somos nosotros. Nosotros somos los que nos desplazamos, los que hacemos búsquedas o nos comunicamos. Cuando nos apetece.

Me parece que refunfuño. Perdónenme. Es cosa de viejos.

La caja es muy bonita. Igual la guardo. Tengo una familia maravillosa. Ojalá Marta estuviese todavía. Le gustaban los cumpleaños. Mucho más que a mí. Mi nieta Alicia me recuerda a ella.

El perro, cansado de tanto trajín, se ha dormido debajo de la mesa. Pero solo yo me he dado cuenta. Me quito los zapatos y con disimulo acaricio su lomo.

Suspira. Sabe que soy yo. Él sí es inteligente.

Vuelve a dormir.



Antonio Carrillo

sábado, 19 de mayo de 2018

VANGUARDIA

Dedicado, como no podía ser de otra manera, a mi hermana María.
Que trabaja en un museo y tiene un gran sentido del amor y del humor.

"He soñado con alcachofas". obra de Antonio Carrillo



De: Ricardo Mollar

Enviado el: viernes, 18 de mayo de 2018 0:21
Para: Hopster Carrizosa@mate.es
CC:
Asunto: envío de oba de arte catálogo 135 item 46


TRD Ricardo Mollar
Responsable de Logística
+34 6455879  mollar@TrD.com 
https://www.eb-spain.com/firma/linkedin.png
https://www.eb-spain.com/firma/twitter.png

Buenos días, Sr Carrizosa.


Soy Ricardo Mollar, responsable de logística de la empresa de transporte de bienes culturales TrD, encagada del transporte de las piezas que formarán parte de su nueva exposición “Desestructuración de lo desestructurado con anterioridad”, cuya fecha de inauguración prevista es el próximo 12 de agosto.

En relación con el transporte, nuestros operarios han mostrado su extrañeza respecto de la pieza catalogada con el número 46. Al contactar con el artista Shultz Honnek, autor de la obra, éste les ha dicho que estará preparada justo el día del traslado, no antes, porque, y cito sus palabras textuales, “debe estar fresca”.

Necesitamos conocer el tamaño, peso y material del que se trata para poder tener preparado un embalaje acorde con la obra. El artista se ha negado a darnos información al respecto.

En su calidad de Director de Exposiciones Temporales del Museo de Arte Transversal Español, me dirijo a usted para que contacte con el sr. Honnek y nos ayude en esta cuestión.

Sin otro particular, le saludo cordialmente.

Ricardo Mollar

Este mensaje y sus archivos adjuntos van dirigidos exclusivamente a su destinatario, No está permitida su reproducción o distribución sin la autorización expresa de TrD 
Antes de imprimir este correo piense bien si es necesario hacerlo: El medio ambiente es cosa de todos.
Think before printing: Environment is our responsibility.
Avant d'imprimer, pensez à l'environnement



De: Hopster Carrizosa 
Enviado el: sábado, 19 de mayo de 2018 18:21
Para: mollar@TrD.com
CC:
Asunto:RV  envío de oba de arte catálogo 135 item 46


d 
MUSEO DE ARTE TRANSVERSAL ESPAÑOL

 Hopster Carrizosa
 [Exposiciones Temporales]

 ——————————————————
 Tel:  91.3546788 / Fax: 91.364578
 C/ Serrano 134 28036 MADRID


Estimado Sr. Mollar.


Nos hemos puesto en contacto con el autor de la obra, el cual nos manifiesta desconocer la consistencia ni tamaño de la deposición de ese día, ya que tiene ciertos desajustes intestinales que afectan a los resultados.

Les recomendamos que estén preparados por si la obra tiene una consistencia algo más líquida de lo habitual.

Un saludo cordial

Hopster Carrizosa


Háganos el favor de no imprimir esto si no lo considera imprescindible, que nos estamos quedando sin un puto árbol



De: Ricardo Mollar 
Enviado el: lunes, 21 de mayo de 2018 0:21
Para: Hopster Carrizosa@mate.es
CC:
Asunto: Rv-Rv envío de oba de arte catálogo 135 item 46



TRD Ricardo Mollar
Responsable de Logística
+34 6455879  mollar@TrD.com 
https://www.eb-spain.com/firma/linkedin.png
https://www.eb-spain.com/firma/twitter.png

Por entendernos ¿Estamos hablando de un zurullo defecado por este señor?

Saludos

Ricardo Mollar


d 
MUSEO DE ARTE TRANSVERSAL ESPAÑOL

 Hopster Carrizosa
 [Exposiciones Temporales, a Dios gracias]

 ——————————————————
 Tel:  91.3546788 / Fax: 91.364578
 C/ Serrano 134 28036 MADRID


La pieza tiene por nombre “estudio escatológico de un organismo artístico”

Al parecer, sí. Se trata de un mojón.

Grande, esperamos.

Hopster Carrizosa


TrD Ricardo Mollar
Responsable de Logística
+34 6455879  mollar@TrD.com 
https://www.eb-spain.com/firma/linkedin.png
https://www.eb-spain.com/firma/twitter.png


¿Y necesita un transporte especial?

Ricardo Mollar


d 
MUSEO DE ARTE TRANSVERSAL ESPAÑOL

 Hopster Carrizosa
 [Exposiciones Temporales y demás encargos del Director]

 ——————————————————
 Tel:  91.3546788 / Fax: 91.364578
 C/ Serrano 134 28036 MADRID




¡Por supuesto! “Estudio escatológico de un organismo artístico” está valorado en unos 2 millones de Euros.

Es al menos lo que ha estimado el seguro.

Hopster Carrizosa



TrD Ricardo Mollar
Responsable de Logística
+34 6455879  mollar@TrD.com 
https://www.eb-spain.com/firma/linkedin.png
https://www.eb-spain.com/firma/twitter.png


¿Y por qué no va a cagar directamente al museo y se ahorran el transporte?

Ricardo Mollar

d 
MUSEO DE ARTE TRANSVERSAL ESPAÑOL

 Hopster Carrizosa
 [Exposiciones, trabajos de todo tipo y jornadas de 12 horas]

 ——————————————————
 Tel:  91.3546788 / Fax: 91.364578
 C/ Serrano 134 28036 MADRID


Veo que no entiende las sutilezas del alcance ontológico de la propuesta artística. “Estudio escatológico de un organismo artístico” precisa de una concentración y un estado alterado de la consciencia que el autor sólo consigue en la intimidad de su aseo. Por ejemplo, su obra “Parece que ando algo estreñido”, del 2004, tuvo malas críticas precisamente porque a la mierda expuesta le faltaba la forma peculiar que sólo el profesor Honnek es capaz de conseguir.

Es fundamental no sólo que Honnek deposite en casa, sino que la obra debe conservarse con el mayor frescor posible. La experiencia estética no sólo se circunscribe al sentido de la vista


Hopster Carrizosa


TrD Ricardo Mollar
Responsable de Logística
+34 6455879  mollar@TrD.com 
https://www.eb-spain.com/firma/linkedin.png
https://www.eb-spain.com/firma/twitter.png

Llevo dedicándome 35 años al transporte de obras de arte de vanguardia. 
Estoy acostumbrado a todo.
Llegará en perfecto estado

Ricardo Mollar


d 
MUSEO DE ARTE TRANSVERSAL ESPAÑOL

 Hopster Carrizosa
 [¿He dicho que lo mío son las exposiciones Temporales?]

 ——————————————————
 Tel:  91.3546788 / Fax: 91.364578
 C/ Serrano 134 28036 MADRID




Muy amable. Da gusto tratar con profesionales.
Un cordial saludo

Hopster Carrizosa



Antonio Carrillo

jueves, 17 de mayo de 2018

Las adivinanzas de Ana y antonio: Respuestas



LAS DIEZ ADIVINANZAS DE ANA Y ANTONIO




Cuando devora, se muere.

Cuando se muere, trae el frío.

Cuando renace, destroza.

Su único límite es un río.



Respuesta: un incendio (O el fuego)


 2


Soy la enemiga del tiempo.

Soy la expresión de un adiós.

Aunque te escondas, te encuentro.

Soy una sombra sin Sol.



Respuesta: La muerte




Es el amo de la noche,

enemigo de la paz.

Es un trueno repetido

que se apaga al despertar.



Respuesta: el ronquido


 4


Tengo bigotes de oro

y un sonoro corazón.

Con mi cara tatuada,

si muero,

sólo acierto dos.



Respuesta: el reloj

(Aunque esté roto, dirá bien la hora dos veces al día)


 5


Soy quien te cuenta los años.

Soy quien te hace sufrir.

No es que no sea compasivo;

es que no puedo mentir.



Respuesta: El espejo


6


Es enorme, inmenso,

pero cabe en una esfera.

Tiene varios nombres

que Ana estudia en la escuela.



Respuesta: El Océano


7


El viento saca a bailar

mi firme corazón de piedra.

Y en esta danza me abrazo

con los frutos de la tierra.



Respuesta: El molino



 8



Soñé con ser una estrella

que se ha caído del cielo.

Pero apenas tengo brillo

mientras se angosta mi cuerpo.



Respuesta: una vela

(Aunque la propuesta de Carmen, un “copo de nieve”, nos encanta)




9



Hace milenios fui un Dios.

Hoy, tan solo soy vagabundo.

El más pequeño de los mundos

donde sale dos veces el Sol



Respuesta: Mercurio

(En el planeta Mercurio en ocasiones amanece dos veces; y “planeta” es una palabra de origen griego. Significa “vagabundo”.



 10


Le batí en duelo al cielo,

y es por ello que sangro.

Soy un heraldo del sueño.

Y me reclino.

Despacio.



Respuesta: el anochecer.





Mi sobrina Ana y yo lo hemos pasado muy bien inventándonos estas adivinanzas.

Esperamos que las hayan disfrutado.

miércoles, 16 de mayo de 2018

Adivinanza de Ana y Antonio 10


Le batí en duelo al cielo,
y es por ello que sangro.
Soy un heraldo del sueño.
Y me reclino.
Despacio.


Por fin, la última adivinanza.

Teníamos otras más difíciles, pero esta tenía sabor a despedida.

Mañana daremos las soluciones a todas.

Esperamos que os hayan divertido.

Y se las dedicamos a Ángel Segado.

martes, 15 de mayo de 2018

Adivinanza de Ana y Antonio 9

Esta adivinanza plantea un reto difícil: explicar el segundo y cuarto verso.

Hace milenios fui un Dios.
Hoy, tan solo soy vagabundo.
El más pequeño de los mundos
donde sale dos veces el Sol


domingo, 13 de mayo de 2018

Anécdotas de abogados





Nota: puede parecer difícil de creer, pero los interrogatorios judiciales que va a leer los he encontrado en varios sitios de internet y son, aparentemente, transcripciones fidedignas y ciertas de lo dicho en tribunales de los EEUU.




Se comenta que los tiburones no atacan a los abogados, por cortesía profesional.

Qué duda cabe: los abogados tienen (tenemos) mala fama. Puede que sea porque sólo aparecen cuando hay problemas, porque sus clientes consideren que ganan demasiado dinero, o porque, como los médicos, no siempre ganan la batalla.

Posiblemente tampoco ayuda su parafernalia profesional de trajes caros, prestigiosos barrios y escritorios de madera noble.

Para ser abogado, primero hay que parecerlo.

Toda esta ostentación puede intimidar al cliente; pero lo más probable es que le aporte confianza en la competencia y éxito de su letrado, lo cual es tranquilizador. A menudo, los detractores de esta profesión no tienen en cuenta que los clientes confían al abogado su libertad, patrimonio o trabajo; o la posibilidad de seguir viendo a sus hijos. Hay padres que acuden pidiendo que se haga justicia tras un asesinato o violación.

Es curioso que en esto los abogados se parezcan a los médicos: quien acude a ellos suele encontrarse en una situación de falta de firmeza ("in firmitas" = enfermo)

El derecho, por tanto, no es ámbito que fomente la risa; pero, precisamente por ello, los profesionales deberían practicar el "humor propio" antes que el "amor propio". Reírse de uno mismo es un ejercicio de salud mental, inteligente y muy eficaz.

Por todo esto, permítanme decirles que....

Acabo de tener noticia de que un famoso laboratorio ha decidido cambiar las ratas por abogados. Ello obedece a dos motivos: primero, los investigadores les estaban cogiendo cariño a las ratas; y, segundo, había cosas que ni las ratas estaban dispuestas a hacer.

Esto es, probablemente, un bulo. Sí es cierto que, en ocasiones, nos encontramos con abogados algo "distraídos", como en este caso:

Abogado : Esa enfermedad, la miastenia gravis, afecta su memoria?
Testigo: Sí...
Abogado : Y, cómo le afecta la memoria?
Testigo: Se me olvidan las cosas...
Abogado : Se le olvidan... Puede darnos un  ejemplo de algo que se le haya olvidado?

O en este otro:

Abogado : Sr. Marcos, por qué se acabó su primer matrimonio?
Testigo: Por muerte del cónyuge.
Abogado : Y por muerte de cuál cónyuge se acabó?

También puede ser que el abogado tenga un mal día, como cualquiera de nosotros:

Abogado : Podría describir al sospechoso?
Testigo: Tenía estatura mediana y usaba barba.
Abogado : Y era hombre o mujer?

O en este otro ejemplo:

Abogado : Ella tenía 3 hijos, verdad?
Testigo: Verdad.
Abogado : Cuántos niños?
Testigo: Ninguno
Abogado : Y... cuántas niñas?

También puede suceder que la búsqueda escrupulosa de la verdad le conduzca a preguntas embarazosas:


Abogado : Entonces, la fecha de concepción de su bebé es 8 de agosto?
Testigo: Sí
Abogado : Y... qué estaba usted haciendo ese día?

Lástima: no tenemos la respuesta.

Pero a veces sí contamos con la respuesta del testigo, y entonces vemos que no siempre tiene culpa el abogado de las tonterías que se dicen en una sala de un juicio.


Abogado : Aquí en la Corte, para cada pregunta que yo le haga, la respuesta debe ser oral, entendido? A qué escuela va usted ?
Testigo: Oral.  

¡Y qué me dicen de los testigos "graciosillos":


Abogado : Cuál es la fecha de su cumpleaños?
Testigo: 15 de julio.
Abogado : Qué año?
Testigo: Todos los años.

Y encima tienen que lidiar con peritos, que no siempre facilitan la labor:

Abogado : Doctor, antes de hacer la autopsia, usted tomó el pulso de la víctima?
Testigo: No.
Abogado : Usted tomó la presión arterial?
Testigo: No.
Abogado : Usted chequeó la respiración?
Testigo: No.
Abogado : Entonces, es posible que la víctima estuviera viva cuando la autopsia comenzó?
Testigo: No.
Abogado : Cómo usted puede tener tanta seguridad?
Testigo: Porque el cerebro del paciente estaba en una jarra sobre la mesa.
Abogado : Pero, él podría estar vivo?
Testigo: Sí, es posible que él estuviera vivo y estudiando Derecho en la misma facultad que usted se graduó.



Finalmente, a menudo es la lógica de la respuesta la que conduce a la risa


 
Abogado : Qué  fue lo primero que su marido dijo aquella mañana?
Testigo: Dijo, 'dónde estoy Betty...?'
Abogado : Y por eso usted se enojó y lo golpeo tan fuerte?
Testigo: sí, porque mi nombre es Celia.

Desengáñese: hay dos tipos de abogados. Los buenos, que conocen muy bien la Ley, y los mejores (y caros), que conocen muy bien al juez.

Y sonría. Que son dos días.



Antonio Carrillo