lunes, 6 de junio de 2011

Manuel Benítez Carrasco: “El perro cojo”

Por razones que desconozco no puedo insertar este poema de Manuel Benítez Carrasco en el rincón de la poesía.

Es un poema que posiblemente no esté a la altura de gigantes como Neruda, León Felipe o Machado.

Ni falta que hace... Me explico.

¡Es tan bonito! En ocasiones, es preciso admitir que uno disfruta de cosas aparentemente menores, pero con intensidad. Y sin complejos de ningún tipo.


Verán, yo tuve perra de niño. Murió cuando yo tenía 20 años.

Con su permiso: a ella, una perra sin raza, que murió hace ya 22 años, le dedico este poema. 



La pata coja colgando,
como una inútil piltrafa,
pasó el perro, por mi lado.

Un perro de pobre casta,
uno de esos, callejero;
pobre de sangre y de estampa,
nacen en cualquier rincón
de perras tristes y flacas,
destinados a comer
basura de plaza en plaza.

Si  pequeños por el qué, 
fino y ágil de la infancia,
baloncitos de peluche,
tibios borlones de lana,
los miman, los acurrucan,
los sacan al sol, les cantan ...

De mayores, por el qué
conque se les fue la gracia,
los dejan a su ventura,
mendigos de casa en casa,
sus hambres por los rincones
y su sed sobre las charcas...

¡Y que tristes ojos tienen! ,
¡Qué recóndita mirada!,
como si en ella pusieran
su dolor a media asta ...
y se mueren, de tristeza,
a la sombra de una tapia,
si es que un lazo no les da
una muerte anticipada.

Yo lo llamo: - ven,
no te hago nada –
todo hociquito, curioso,
toda sed, hambre,
nostalgia.

Un perro, si se le llama,
huele la voz, esperando
pan, caricias o pedradas;
no en vano lleva marcado
un mal recuerdo en su pata.

Lo vuelvo a llamar ... ,

Dócil, a medias, avanza,
moviendo el rabo con miedo
y atrás las orejas gachas ...
Chasco los dedos; le digo:
- ven aquí, no te hago nada,
vamos, vamos, ven aquí - ... 
¡di adiós a la desconfianza!

Que ya se tiende a mis pies,
a tiernos aullidos, habla,
ladra, para hablar más fuerte,
salta, gira, gira, salta,
lloran, ríen, ríen, lloran,
lengua, orejas, ojos, patas;
y el rabo es un incansable abanico
de palabras ... 

Es su alegría tan grande
que estoy seguro que canta.

Alguien le ha dicho
- ven aquí, no te hago nada.
Y le nacen de alegría
aullidos como palabras.

Sólo su patita coja,
no puede decirme nada.
- ¿ que piedra te dejó cojo?,
si, si ¡malhaya, malhaya! ...

El perro me entiende,
sabe que estoy maldiciendo la pedrada,
esa pedrada dura
que le destrozó la pata,
y con el rabo me está
agradeciendo la lástima.

- Pero tú no te preocupes,
ya no te faltará nada,
yo también soy callejero,
bien que de distintas plazas,
y a patita coja y triste,
voy de jornada en jornada;
las piedras que me tiraron
me dejaron coja el alma. 
Entre basuras de tierra
tengo mi pan y mi almohada ...

Vamos pues perrito mío,
vamos ¡anda que te anda!,
con nuestra cojera a cuestas,
con nuestra tristeza en andas;
yo por mis calles oscuras,
tú por tus calles calladas,
tú la pedrada en el cuerpo,
yo la pedrada en el alma ...

Y cuando mueras, amigo,
yo te enterraré en mi casa,
bajo un letrero que diga:
"aquí yace un amigo de mi infancia"   
Y en el cielo de los perros,
pan tierno y carne mechada,
te regalará San Roque,
una muleta de plata
 
Compañero, si los hay,
amigo, dónde los haya,
mi perro y yo por la vida,
pan pobre, rica compaña.

Era joven y era viejo,
por más que yo lo cuidaba,
el tiempo malo pasado
lo dejó medio sin alma;
fueron muchas hambres juntas,
mucho peso, para sus tres patas.

Y una mañana, en el huerto,
debajo de mi ventana,
lo encontré tendido, frío,
como una piedra mojada ... 
Como un  duro musgo, el pelo
con el rocío brillaba.

Ya estaba mi pobre perro muerto
 de las cuatro patas.

Hacia el cielo de los perros
se fue, anda que te anda,
las orejas de relente
y el hociquito de escarcha.
Portero y dueño del cielo,
San Roque, en la puerta estaba,
ortopédico de mimos,
cirujano de palabras,
bien surtido de recambios
con que curar viejas taras:
- Para ti tu rabo de oro,
para ti, un ojo de ámbar,
tú tus orejas de nieve,
tú, tus colmillos de escarcha, tú ... 

- y mi perro le reía - ,

tú, ... ¡tu muleta de plata! ...

Ahora ya sé, por que está la noche agujereada,

¿estrellas? ,
¿luceros?

¡ No ! 
es mi perro,
que cuando anda,
con la muleta va haciendo,
agujeritos de plata ...


El cantautor argentino Rafael Amor lo suele recitar en sus conciertos:




Puede que no sea muy bueno;

pero qué más da.


Antonio Carrillo

2 comentarios:

  1. Con la pandemia logré observar que muchas personas opinan mas con "Lo que desearían que fuese y no con alguna razón". Vivimos en un mundo donde el blanco y negro son muy obvios, pero que en la realidad
    son difíciles de encontrar puros.
    Cuando se analiza sin ligereza, se convence uno que casi todo lo que observamos se encuentra en el rango de grises desde un gris muy blanco hasta uno casi negro.


    En el caso de Manuel Benítez Carrasco, la opinión de muchos españoles quedó sentada por quienes lo publican, porque estiman su publicación puede venderse y por quienes alguna vez lo consideraron digno de un premio.

    Aqui un listado de sus premiaciones:

    Primer premio de teatro «Escuadra».
    Flor Natural en las Juegos Florales de Torrelavega por el poema Grito al niño de oro y barro.
    Flor Natural de los Juegos Florales de Úbeda, por Salmo de agua preciosa.
    Flor natural de los Juegos Florales en honor de San Juan de Dios, en Granada, por Oración por las cosas pequeñas.
    Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid (1953).
    Hijo predilecto de Granada en 1998.
    El Ayuntamiento de Sevilla ha dedicado una calle a su memoria con el nombre «Poeta Manuel Benítez Carrasco».
    El Ayuntamiento de Granada ha nombrado un espacio público del Zaidín «Plaza del poeta Manuel Benítez Carrasco».

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    1. Creo que no estuve muy lúcido enjuiciando este poema de Benítez Carrasco, ni al autor. De hecho, pretendía ser un homenaje. Lo lamento de veras.

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