La teoría del caos propugna que
el aleteo de una mariposa en Asia podría provocar un huracán en América. Y
limpiar mi acuario y vaciar su contenido podría provocar una brusca edad de
hielo y el derrumbe de la civilización.
Les voy a contar una historia fascinante.
Hace 50 millones de años se
inició un periodo de intensa actividad volcánica, que expulsó a la atmósfera
grandes cantidades de CO2. Posiblemente, y como nos indica la denominada hipótesis
del fusil de clatratos, el aumento de la temperatura del océano propició la
liberación de millones de toneladas de metano desde los depósitos de clatrato
de metano del fondo oceánico. La combinación de CO2 y metano en la atmósfera
implicó un calentamiento a nivel global. Muchas especies se extinguieron cuando
la temperatura del océano subió hasta siete grados. Es el denominado Óptimo
Térmico del Eoceno.
En el océano Ártico la mezcla de
alta temperatura y fuertes vientos supuso una enorme evaporación, lo que
aumentó la salinidad del océano y su densidad, pero al mismo tiempo las lluvias
torrenciales hicieron posible que al océano llegase una masa enorme de agua
dulce menos densa. El resultado fue sorprendente: hace 50 millones de años, en
el océano Ártico, hubo una capa muy fina de agua dulce sobre su superficie salada.
Imaginen: en un clima excepcionalmente
cálido se deposita sobre el océano una capa de agua dulce, irradiada por veinte
horas de luz en verano. Los ríos aportan nutrientes y el Ártico está aislado de
corrientes provenientes del resto de los océanos. Es el ambiente idóneo para
que un pequeño helecho, el Azolla, prospere. A una velocidad nunca vista.
Durante 800.000 años el Ártico
fue de color verde, con una capa densa de Azolla que cubría 4 millones de
kilómetros cuadrados. Duplicaba su tamaño en días. La Azolla es una planta
capaz de absorber una ingente cantidad de CO2 de la atmósfera, y los niveles de
dióxido de carbono se redujeron en un 80 por ciento, desde una concentración de
3500 ppm, a inicios del Eoceno, hasta apenas 650 ppm. La atmósfera cambió su
composición en unos pocos miles de años.
Pero hay más. La capa de Azolla
es muy densa y dificulta el intercambio de gases entre la superficie oceánica y
la atmósfera, lo que provoca una significativa caída de los niveles de oxígeno
en las profundidades. Cuando cambiaron las condiciones locales y volvieron a
circular corrientes provenientes de los océanos adyacentes, la capa de agua
dulce se disolvió y el aumento de la salinidad mató a los helechos, que cayeron
al fondo.
Millones de toneladas de helechos
se precipitaron hacia un fondo sin oxígeno, con una anoxia que no permitía el
crecimiento de bacterias ni de organismos encargados de descomponer la materia
orgánica. Esa inmensa cubierta vegetal, con todo el dióxido de carbono atrapado
de la atmósfera en su interior, se sepultó y fosilizó. Hoy, en el subsuelo del
océano Ártico, podemos observar una capa de sedimentos de al menos ocho metros
de espesor y, entre medias, una capa de unos milímetros con los restos
fosilizados de Azolla.
Todo ese carbono no volvería a la
atmósfera, y la temperatura del océano Ártico descendió de 13 grados
centígrados sobre cero a 9 bajo cero. La Tierra sufrió un enfriamiento brusco
que inició un periodo de glaciaciones a nivel planetario. Hoy vivimos en una
transición entre glaciaciones, excepcionalmente cálida. No es lo normal.
A este fenómeno atmosférico y
climático global, a esta caída brusca de la temperatura del planeta, se lo
denomina el Evento Azolla.
Todo causado por una planta
diminuta, con hojas de unos pocos centímetros.
La Azolla parece inofensiva;
tiene un aspecto esponjoso y se utiliza a menudo como planta ornamental en
acuarios. El problema es que se reproduce con esporas muy resistentes, capaces
de adherirse a peces y aves acuáticas migratorias y esparcirse muy lejos. Si
vacío mi acuario y hay esporas de Azolla, puedo provocar una contaminación en
aguas superficiales de una planta muy voraz, capaz de reproducirse a una
velocidad de vértigo. Está considerada una especie invasora agresiva en España
y otros países, y está prohibida la introducción de la especie en el medio
natural, así como su posesión, comercio o transporte. Aunque, y esto me
sorprende, puedo adquirirla en Amazon.
Lo cierto es que, en ríos y lagos
de España, comienza a verse una película verde en su superficie. Es Azolla.
Azolla en el río Tajo |
Si la ven piensen en los mamuts,
en los glaciares inabarcables que cubrieron buena parte del planeta. Y piensen
en que el cambio climático puede ser una realidad, causada por un desequilibrio
del dióxido de carbono atmosférico.
Más nos vale tomarlo como algo
serio.