domingo, 18 de febrero de 2024

El evangelio del Jesús histórico



Son tiempos oscuros en Judea, de mucho miedo. Los zelotes y sicarios han atacado a los romanos y masacrado sus guarniciones por medio del engaño. Y Roma reacciona con crueldad ante la traición. Nunca perdona.

Lo sé porque yo mismo he nacido en una colonia romana de Asia. Mis padres fueron romanos y mis hijos – si sobrevivo a este espanto – lo serán también.

Son tiempos oscuros y he buscado la paz en la meditación y el recogimiento. Hace unos años recibí la gracia del mensaje del Mesías, del Hijo de Dios. Su misericordia alcanza a pobres y ricos, libres y esclavos, mujeres y hombres; a judíos y gentiles por igual. Es algo nunca visto. Conocí a los afortunados que caminaron a su lado y compartieron su pan. Escuché sus historias y ayudé a transcribir sus hechos y palabras.

Pero esa época feliz pertenece a mi pasado. En estos tiempos de odio y muerte he procurado el refugio del desierto, en una comunidad de hombres de luz que se dedican a orar y escribir. Me han acogido. Se dice que otros seguidores del Nazareno estuvieron antaño entre estos muros, como el bautista que purificó el rostro misericordioso de Nuestro Señor con las aguas del Jordán.

Desde esta colina seca y caliente podemos ver las orillas del mar de Arabah y algunos pequeños enclaves. Nos han llegado noticias de un gran ejército romano que se dispone a destruir Jerusalén. Atacarán después las fortalezas de Maqueronte y Masada, los últimos focos de resistencia judía. Y nos verán. Y no les importará que no tengamos muros ni fosos. Que seamos pacíficos. Nos masacrarán.

Al amanecer aprovecho las primeras luces para intentar distinguir en el horizonte el reflejo en las armaduras, el polvo que levantan sus grandes torres de asedio y sus bueyes. Los miles de hombres que desfilan hacia la sangre prometida.

Mis anfitriones han ocultado en cuevas cercanas el tesoro de sus textos sagrados. Llevan mucho tiempo dedicados a la tarea de transcribirlos, y quieren preservarlos. Los guardan en ánforas y sellan las cuevas. Yo he decidido hacer lo mismo. En ánforas de mi propiedad, y en las que se lee con tinta la palabra “Roma”, he guardado textos en griego. Entre otros, mi preciado texto sobre las enseñanzas y vida del Nazareno. No me ha dado tiempo a sellar bien las vasijas y es posible que el paso del tiempo dañe los papiros, más frágiles que el pergamino. Espero sobrevivir a esta espera de muerte y recuperar la palabra del Señor. Si Dios quiere.

El miedo se siente en la garganta. Se habla en voz baja, apenas se alza la mirada. Algo terrible va a suceder y no podemos hacer nada por evitarlo. ¿Llegará el día en el que el hombre pueda vivir sin miedo al hombre? Si el Galileo murió por todos nosotros, ¿por qué me angustia tanto esta espera? ¿No debería recibir el martirio con alegría?

El sol cae, un día más. Con la noche bajan las temperaturas. Hay un tenue rumor de agua que proviene de las cisternas. Salen las estrellas y sueño con Jesús. Eso me reconforta. Un poco.

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En Cisjordania, a unos 13 kilómetros de Jericó y cerca del Mar Muerto, se han localizado las ruinas de un pequeño asentamiento. Es una zona muy árida, abastecida por una corriente de agua proveniente de Jerusalem. Había cisternas donde poder cumplir con un ritual de purificación bautismal esenio, hornos de orfebrería y un edificio de dos plantas con mesas y bancos. En este lugar se han descubierto tinteros, porque era el hogar de eruditos y estudiosos.

Las fuentes históricas afirman que en el verano de 68, y en el curso de la primera guerra judeo-romana, la Legio X Fretensis, acuartelada en Jericó, destrozó este enclave esenio y masacró a todos sus habitantes.

Sabemos mucho sobre sus habitantes porque, en unas cuevas cercanas, se descubrieron en 1941 casi mil manuscritos. Son los textos más antiguos que tenemos sobre el antiguo testamento y las reglas de la comunidad judía, escritos casi todos en hebreo y otros pocos en arameo. Los autores ocultaron esta enorme biblioteca en vasijas selladas.  Es uno de los principales hallazgos arqueológicos del siglo XX.

Se han localizado un total de once cuevas, y cada uno de los rollos o papiros está codificado primero con el número de la cueva, después con la letra Q y posteriormente por el número que le corresponde.

Y así, llegamos al misterio del 7Q5. El fragmento quinto encontrado en la cueva 7.

En realidad, todos los fragmentos encontrados en la cueva 7 son peculiares. Todos estaban muy deteriorados, como si se hubiesen almacenado con menos cuidado. Y todos estaban escritos en un tipo de griego del siglo I. Y estaban escritos en papiros. Además, estaban guardados en el interior de un ánfora con una inscripción en tinta negra que dice Rumah ("Roma") en hebreo. La única cueva con textos en griego, la única con papiros y un ánfora con la palabra Roma…. Es extraño ¿verdad?

Pero hay más.

El fragmento7Q5 es un trocito de papiro diminuto, de apenas 3,9 por 2,7 centímetros. Tiene 5 renglones y apenas se distinguen 20 letras. Está escrito en estilo ornamentado o "Zierstil", utilizado entre los años 50 a. C. y 50. Es decir, en época de Cristo.

Este minúsculo fragmento pasó desapercibido, por su mal estado de conservación y su pequeño tamaño. Pero el hecho de estar escrito en griego y la datación en época herodiana lo hace interesante.

En 1972 el paleógrafo y papirólogo español José O´Callaghan Martínez hizo público un descubrimiento que causó un enorme revuelo: el fragmento encontrado no coincidía con ningún texto del antiguo testamento, pero sí con el Evangelio de San Marcos 6, 52-53

52ΔΙΟΤΙ ΔΕΝ ΕΝΟΗΣΑΝ ΕΚ ΤΩΝ ΑΡΤΩΝ ΕΠΕΙΔΗ Η ΚΑΡΔΙΑ ΑΥΤΩΝ ΗΤΟ ΠΕΠΩΡΩΜΕΝΗ 53ΚΑΙ ΔΙΑΠΕΡΑΣΑΝΤΕΣ ΗΛΘΟΝ ΕΠΙ ΤΗΝ ΓΗΝ ΓΕΝΝΗΣΑΡΕΤ ΚΑΙ ΕΛΙΜΕΝΙΣΘΗΣΑΝ

(en negrita las letras del manuscrito)

¿En las cuevas del Qumran se encuentra un manuscrito del evangelio de San Marcos anterior al año 68? Eso es imposible según la historiografía bíblica, que afirma que los evangelios no se escribieron antes del siglo II. El papiro neotestamentario más antiguo del que tenemos noticia es un Evangelio de Juan datado hacia la mitad del siglo II, más de 100 años después del 7Q5.

El profesor O´Callaghan fue vilipendiado durante años. El profesor alemán Kurt Aland hizo varias pruebas utilizando la base de datos del Thesaurus Linguae Graecae del programa Íbico, todas ellas infructuosas, pero los informáticos descubrieron que estaba alterando datos para justificar sus tesis en contra de O´Callaghan. Cuando la universidad de Liverpool utilizó el programa de manera imparcial los resultados coincidían con la interpretación de O´Callaghan. Las palabras concuerdan con un texto del Evangelio según San Marcos.

Este trocito de papel pone en solfa todo lo que creemos saber sobre los nuevos testamentos, y abre una ventana a la teoría de que fueron escritos en época de Cristo, por personas que o bien lo conocieron o recibieron una información inmediata de los que caminaron junto al Salvador. Es posible que el primer evangelio fuese un intento de unificar anécdotas que se compartían entre sus seguidores para evitar que cayeran en el olvido.

Es algo sobre lo que especula la “escuela de las Formgeschichte” o “historia de las formas”. Según esta corriente el primer evangelio se basó en perícopas: historias sobre Jesús que, al unirse en un compendio ordenado cronológicamente, conformaron el primer evangelio, que sirvió de modelo para los otros dos.

En este sentido llama la atención que el fragmento 7Q5 concuerde con el Evangelio de San Marcos, porque la historiografía neotestamentaria establece que es muy probable que el Evangelio de San Marcos fuese el primero. Los Evangelios de Mateo y Lucas fueron posteriores, y se fundamentaron en el de San Marcos y en una fuente desconocida (la denominada Fuente Q).

Esta posibilidad nos acerca más que ninguna otra a la existencia de un Jesús histórico, que anduvo por Galilea y Judea en la primera mitad del siglo I. La figura que nos muestran los evangelios no fue por consiguiente una invención muy posterior, fruto de antiguas leyendas o testimonios casi olvidados por el paso de los decenios. En el fragmento 7Q5 percibimos el aliento de un Jesús cercano.

 

Notas:

1.      1. La posibilidad de que existiera un seguidor de Cristo ciudadano romano y judío en la época de la caída de Qumran se confirma con figuras como San Pablo, nacido en Tarso, capital de la provincia romana de Cilicia. Por cierto, su idioma materno era el griego.

 

2.     2. La relación entre San Juan Bautista y la secta del Qumran está sometida a debate y en absoluto comprobada. Me limito a reflejar las opiniones expresadas por el Papa Benedicto XVI:

 

“Parece que Juan el Bautista y tal vez también Jesús y su familia fueron cercanos a esta comunidad. En cualquier caso, en los manuscritos de Qumrán hay múltiples puntos de contacto con el mensaje cristiano. No puede descartarse que Juan el Bautista viviera un tiempo en esta comunidad y haya recibido en ella, en parte, su formación religiosa”.


Antonio Carrillo

1 comentario:

  1. Es curioso, algunos místicos (prefiero no citar nombres) afirman que tanto las narraciones de los evangelios como otros textos historiados sobre la Pasión describen el procedimiento alquímico de la Transmutación, y no deben leerse de manera superficial, sino desentrañando en ellos el comienzo, las fases, las correspondencias con el organismo humano y la consumación de la misma, así como la exigencia de tomarlo como vivencia ineludible y no desde una visión exclusivamente intelectual y, por tanto, vacía.

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