domingo, 20 de febrero de 2011

Libro recomendado: Armas, gérmenes y acero

Libro de la semana: “Armas, gérmenes y acero”


TITULO:
Armas, gérmenes y acero
AUTOR:
Jared Diamond
EDITORIAL:
DEBOLSILLO
ISBN:
9788483463260
PRECIO:
9,95 €





A menudo las respuestas más sorprendentes surgen de preguntas simples. El truco consiste en utilizar un poco de sentido común, otra pizca de erudición y un atisbo de intuición. Cuando confluyen estos tres ingredientes en el crisol adecuado, se gana un premio Pulitzer y se adquiere fama mundial. Parece fácil, pero para vender más de un millón de ejemplares de un ensayo es preciso sorprender.

La pregunta sencilla que Jared Diamond se planteó en 1987 fue la siguiente:

¿Por qué Colón "descubrió" América, y no sucedió al revés?

La respuesta más inmediata, que surge casi de manera intuitiva, es la siguiente: los occidentales, con nuestro bagaje histórico, científico y filosófico, éramos y somos la élite del mundo. La prueba la tenemos en la globalización en la que estamos inmersos, que impone unos valores y un estilo de vida occidentalizados a todo lo largo del planeta. Desde hace milenios somos la cuna de las más poderosas civilizaciones, hemos desarrollado el pensamiento científico y alcanzado cotas tecnológicas imposibles de igualar. Nosotros conquistamos el mundo y alcanzamos la luna porque somos mejores y estamos mejor preparados.

Jared Diamond
¿Significa esto que los europeos (blancos) éramos - o somos - más inteligentes que los negros, los incas o los aborígenes australianos? ¿Estamos genéticamente mejor predispuestos para la experimentación, la exploración o la inventiva? Le propongo una travesura; indague en su entorno inmediato, y pregunte: "¿crees que los negros son menos listos, que están más cerca de los monos?"; sorpréndase cuando personas jóvenes, con estudios universitarios superiores, contesten sin empacho que, sin duda, somos diferentes; ellos, los “otros”, claro está, inferiores. "¿Acaso hay un Mozart o un Galileo negro? ¿Qué gran civilización ha prosperado en el África subsahariana, o en Oceanía?"

Simplezas aparte, lo que resulta incuestionable es el hecho de que Colón llegó a América, y como consecuencia el inca Atahualpa perdió un poderoso imperio a manos de un puñado de españoles. Es impensable conjeturar con que hubiera podido suceder lo contrario. Algo debió condicionar la historia de Eurasia hasta el punto de convertir a sus pobladores en dominadores del mundo. ¿Qué diferencia hay entre Eurasia, África y América? La diferencia de inteligencia entre “razas” humanas es una estupidez evidente; entonces, ¿qué otra explicación hay?

Responder a esta pregunta es preguntarnos por nosotros mismos. Por cómo el entorno condiciona lo que somos, lo que llegamos a ser.

Lo primero: la humanidad tuvo su origen en África. Es evidente: nuestros parientes más próximos, chimpancés y gorilas, son originarios de este vasto continente. Después de la explosión de Toba, hace 75.000 años, empezamos prácticamente de nuevo, y nos fuimos expandiendo luchando contra los rigores de la última glaciación, hasta alcanzar todos los lugares del planeta. Hace unos 12.000 años cruzamos los 70 km del estrecho de Bering y poblamos América.

Partamos de una premisa: por entonces todo el planeta atesoraba una megafauna de mamíferos y aves; hablamos de animales de más de 25 kilos de peso. Esta fauna se tuvo que enfrentar al depredador más eficaz e implacable que ha existido: el Ser Humano. En África, nuestro lugar de origen, los animales habían convivido con homíninos (que no homínidos) durante millones de años, tiempo más que de sobra para adaptar su fenotipo a la amenaza humana y adquirir hábitos de defensa o camuflaje que les permitieran sobrevivir. África es hoy la mayor (y única) reserva de grandes mamíferos: elefantes, rinocerontes, hipopótamos, jirafas, cebras, leones, hienas, etc. La explicación es simple: dispusieron de más tiempo. En su mayoría, los africanos son animales salvajes imposibles de domesticar. El animal que causa más accidentes en los zoológicos de todo el mundo es, curiosamente, la cebra, cuyo carácter irascible y propensión a morder desespera a sus cuidadores. De hecho, es muy difícil domesticar y montar a una cebra.

En Eurasia hubo una presencia humana desde antiguo, desde el paleolítico y, en efecto, como consecuencia perduran algunas especies de grandes mamíferos salvajes: ciervos, osos, tigres o elefantes... Lo que diferencia Eurasia de África es el hecho de que cuando se produjo la revolución del neolítico, y descubrimos la domesticación de animales, los humanos pudimos acceder a unos animales más dóciles, y sacar provecho de su leche, su carne, su estiércol o su utilidad como animales de carga. Habíamos acabado con buena parte de la megafauna, cierto, pero la que quedaba fue suficiente para crear especies nuevas adaptadas a las necesidades humanas: vacas, cerdos, gallinas, ovejas....

En América el hombre llegó “tarde”, en el mesolítico; era un cazador extraordinario y pronto exterminó a las fuentes de proteínas que representaban los grandes mamíferos y aves, que no huían de una amenaza para ellos desconocida. Cuando llegó el momento de intentar la domesticación, apenas quedaban animales de más de 25 kilos. Con Oceanía sucedió lo mismo.

Estas condiciones supusieron una “ventaja” que resultó decisiva para los eurasiáticos: comenzaron a ponerse enfermos.

Permitan que me explique: los virus se encuentran, fundamentalmente, en los animales domésticos con los que convivimos; gallinas o cerdos. Eurasia fue un hervidero de enfermedades como el sarampión, la rubéola, paperas, varicela o viruela. Durante milenios, la población se fue inmunizando progresivamente contra multitud de enfermedades que provenían de nuestros animales. Nuestro sistema inmunológico se fue haciendo más fuerte.

Hay otro factor a tener en cuenta, este sí sorprendente por su aparente simpleza: la forma de los continentes. Simplificándolo mucho, Eurasia tiene una orientación este - oeste, mientras que África o América tiene una orientación más vertical, norte- sur.

Se puede representar, muy esquemáticamente, con tres rectángulos.





¿Qué importancia puede tener esta disposición? Lo explicaré con un ejemplo: mi familia es originaria de Cádiz, provincia sita en el sur de España que dista unos 700 Km de mi hogar, Madrid, ciudad situada en el centro de la Península Ibérica. Pues bien, bastan estos 700 km para que la flora de un lugar sea muy distinta de la de otro: fundamentalmente, la mayor exposición a los rayos solares y la templanza que supone la cercanía del mar hace que en el sur nunca se alcancen temperaturas por debajo de 5 grados en invierno; en Madrid, sin embargo, más al norte y a 700 metros de altitud, se alcanzan temperaturas de -10 grados. En consecuencia, la mayoría de las plantas ornamentales que engalanan y aromatizan los patios andaluces (jazmines o damas de noche) son inviables en Madrid. Se mueren al llegar el invierno.

Por el contrario, entre Madrid y Pekín hay una distancia que supera los 9.000 Kilómetros, más de 11 horas de vuelo. Sin embargo, ambas capitales se encuentran situadas en el mismo paralelo 40º, y las semillas que se trasladan desde Pekín fructifican en Madrid.

En consecuencia, si formo parte de una tribu trashumante y he de desplazarme con mis semillas, preferiré una orientación este – oeste, o viceversa, antes que una orientación norte - sur. Un continente con una orientación horizontal facilitará un mayor intercambio de información que uno cuya orientación sea vertical. En efecto, en Eurasia ha habido un continuo movimiento migratorio que ha servido para compartir conocimientos y sacar provecho de los avances tecnológicos desarrollados por otras culturas. Además, también migran los virus, los conflictos bélicos, las sociedades se vuelven dinámicas, emprendedoras y curiosas. Se exploran los océanos.

En 1492 arribaron los primeros europeos al continente americano. Portaban corazas de acero impenetrables para las flechas, iban montados a caballo (un animal originario de la América mesolítica) y disponían de armas de fuego. Llevaban consigo un amplio bagaje en forma de enfermedades infecciosas, y tenían una experiencia de milenios en conflictos bélicos de toda índole.

Lo que sucedió en los años siguientes era inevitable. Pero no fue fruto de unas mentes superiores, ni de unas razas implícitamente más desarrolladas. Los condicionantes geográficos, históricos y meteorológicos explican sin genero de duda el que los europeos nos impusiéramos. No es que fuéramos mejores; tan solo tuvimos la suerte de asentarnos en el mejor de los lugares posibles.

Por ello libros como el de Jared Diamond son imprescindibles: como cura de humildad y para saber colocar las cosas en su justo término. Éste u otros libros similares deberían ser obligada lectura para los jóvenes. No hay humanos superiores, la antropología rechaza el mismo concepto de raza para referirse al homo sapiens. Si no educamos a nuestros jóvenes desde unos valores básicos basados en el respeto y la concordia, podemos acabar abocados a una sociedad de analfabetos morales.

“Armas, gérmenes y acero” de Jared Diamond es una herramienta que nos ayuda a saber lo que somos.

Antonio Carrillo Tundidor

martes, 15 de febrero de 2011

Curiosidades del lenguaje: falsos equívocos y etimología popular





Falsos equívocos y etimología popular


Son muchos los que creen que la palabra "Yucatán" significa "no te entiendo", y que su uso se debió a un divertido equívoco entre los españoles y los pobladores indígenas. Pero, por desgracia, la realidad es más prosaica; según algunos autores la palabra procede del maya "Yokot´an", que significa "gente que habla yoko". Otros lingüistas mayas afirman que la palabra realmente significa "El que quiere hablar". No es un caso único, también circulan leyendas urbanas sobre palabras como "Canguro".

Sin embargo, podemos presentar ejemplos ciertos de palabras cuyo uso proviene de una mala interpretación o simplemente tienen un origen peculiar. Algunas están aceptadas por la RAE; otras no. Se denomina "etimología popular" o "paretología" a la "Interpretación espontánea que se da vulgarmente a una palabra relacionándola con otra de distinto origen" (RAE). Los ejemplos son casi inagotables:




  TORPE  Si le denominan torpe le están echando en cara su lentitud, su poca gracia. Sin embargo, en realidad, si somos justos con su etimología, lo que en realidad le están llamando es feo, o incluso inmoral, puesto que la palabra torpe procede del latín turpis, que significa feo o deshonroso. ¿Cómo llegó a significar lento? Seguramente la clave esté en el verbo torpeo, que significaba estar inmóvil, y al que se parece bastante. El pez torpedo debe su nombre no a su velocidad, sino a que es capaz de paralizar a sus víctimas con una descarga eléctrica; (los romanos, conocedores de sus cualidades, los utilizaban para la cura del reuma).  

  EXPLOTAR  El verbo explotar suena parecido a explosión, y por ello se utilizó para definir la acción de hacer explosión. Sin embargo, hasta fechas recientes la RAE indicaba que su uso representaba un barbarismo, pues el significado original y primero de explotar es sacar provecho de alguien o extraer de una fuente sus recursos, lo cual nada tiene que ver con un estallido. Posteriormente se ha propuesto el uso alternativo del verbo explosionar, sobre todo en conjunciones transitivas con el significado de hacer que algo estalle, como sería el caso de las explosiones controladas. En todo caso, el tema resulta controvertido.

  CANAPÉ – La etimología en ocasiones nos adentra en viajes largos como en este caso, pues la palabra “canapé” proviene de “mosquito”. “Mosquito” en griego se decía “kónops”, de donde se deriva “Konopéion”: pabellón de cama o “mosquitera”. La palabra llegó al latín como “conope(um)”, de donde procede el “canapé” o sofá francés. ¿Qué relación guarda todo esto con el pequeño aperitivo a que estamos acostumbrados? Simplemente, es una comparación entre el sofá, que soporta el cuerpo, y el pan, que soporta una porción de comida. Si busca canapé en el diccionario, incluirá la acepción de sofá. 

  INHUMAR - "Inhumar" un cadáver puede llamar a confusión, puesto que se puede creer que procede de la palabra humo, y, por tanto, que su significado sea la quema de un  cuerpo; pero esta palabra no procede de "humo", sino de "humus", tierra en latín. Además, puede provocar equívoco el que, en efecto, se proceda a inhumar las cenizas, práctica bastante habitual. En todo caso, el acto de quemar un cadáver se denomina cremación, aunque preferimos el término incineración, al que remite la RAE.

  CLINICA  Si acudo a una clínica lo más probable es que vaya a someterme a una asistencia ambulatoria, que no precisará de un internamiento. Así sucede con las clínicas dentales o las clínicas oftalmológicas. En general, parece que las clínicas tienen menos entidad que los centros hospitalarios. Y, sin embargo, resulta curioso profundizar en su etimología. La palabra clínica procede del griego kliné”, que significa cama. La característica de una clínica, según su etimología, es la presencia de camas, y por tanto la posibilidad de estar internado bajo vigilancia médica.  

  VAGABUNDO  Podría parecer que su etimología es clara: los que vagan por el mundo.  De hecho, no es raro escuchar la palabra "vagamundo", inexistente. En realidad, el sufijo bundus latino se utilizaba para dar mayor énfasis a la palabra (como en meditabundo, por ejemplo)

  MOCHILA – La palabra procede del vasco “motxil”: recadero. Hasta aquí, podría ser razonable. Pero es que “motxil” deriva a su vez de “motz”, que significa “rapado. Y es que a los jóvenes, por aquello de los piojos, se acostumbraba a raparles el pelo. Este ejemplo, y otros muchos, se encuentran en el Diccionario de Origen de las palabras de Espasa

  CERROJO - Antiguamente, las puertas se cerraban con "verrojo" (de "veru": cierre). Pero con el tiempo, ya que su función era cerrar, "verrojo" pasó a ser "cerrojo".

  AZAFATA -  Procede de azafate (bandeja) que a su vez procede de sáfat, palabra árabe que significaba cestillo en el que las doncellas depositan los perfumes y demás objetos que las señoras necesitan tener a mano tanto al amanecer como al anochecer. Hoy en día las azafatas (o azafatos) prefieren la denominación Tripulantes de Cabina de Pasajeros o T.C.P.; y su función y responsabilidad sobrepasa, con mucho, la de atender las necesidades del pasaje.

  SINCERO  como sucede a menudo, hay varias versiones sobre el origen de la palabra. Algunos autores defiende que procede de sin + número cero o vacío; otros defienden que procede de sin + cera, y lo explican por las artimañas que los escultores renacentistas utilizaban para disimular con cera los desperfectos en sus obras de mármol. Otros autores defienden la teoría de la cera, pero en relación con la miel adulterada que se vendía en Roma. Esta última explicación parece la más probable. 

  MOROSO  la palabra procede del latín morosus, que significa malhumorado. El problema es que se parece a mora (retraso). Este y otros ejemplos de etimología popular los pueden encontrar en la página dechile.net

  LATENTE - (del latín "latens") a menudo se utiliza esta palabra como sinónimo de "palpitante"; y de  hecho se parece a "latido"; sin embargo, realmente significa oculto, escondido o aparentemente inactivo. La palabra correcta es "latiente".

  PECUNIO  si busca esta palabra en el diccionario de la RAE, no espere encontrarla. Y el caso es que se utiliza, y mucho, en relación con el dinero. Procede de pecus, palabra latina que significa ganado (el ganado era expresión de riqueza y moneda de intercambio en la antigua Roma). Le propongo que busque peculio, una palabra mucho menos conocida, del latín peculio, y que sí significa dinero. ¿Por qué el error? Por la palabra pecunia (igual nombre en latín), que define el diccionario de la RAE como forma coloquial de decir dinero.

  MINIATURA - "Miniatura" no procede de "mínimo" o "menor", sino de "minio", el oxido de plomo que se empleaba como pintura. Por lo tanto, las miniaturas no tenían por qué ser de pequeño tamaño. Hoy en día la RAE lo admite como sinónimo de tamaño pequeño.

  EN PELOTAS - Si uno se queda "en pelotas" no significa que muestre necesariamente sus gónadas masculinas (llamadas vulgarmente pelotas), sino que se queda a pelo descubierto (pelo + el sufijo aumentativo otas).

  TESTICULOS Ya puestos a hablar de genitales, la palabra testículos tiene una etimología bastante curiosa. Procede del latín testis, que significa testigo. Junto con el sufijo diminutivo iculu (pequeño) vienen a significar pequeños testigos de la virilidad masculina. No haremos más comentarios.

  ALTOZANO - Si nos situamos en un "altozano" queremos decir que estamos en un lugar elevado. Pero su etimología resulta de lo más sorprendente. Procede de la palabra "antuzano", que proviene de ante (delante) ostium (puerta); es decir, delante de la puerta. Los "antuzanos" son espacios abiertos frente a un edificio, generalmente delante de las puertas de las iglesias, donde se reunía la población tras asistir a misa, y que solían estar situadas en la parte alta de las poblaciones.

  ÁLGIDO Decimos que se alcanza el punto álgido en el sentido de más alto. Pero algidus en latín significa tener frío. La explicación de por qué ha llegado a significar lo contrario es apasionante: en el siglo XIX Europa sufrió una terrible epidemia de cólera. Los médicos describieron las fases de la enfermedad, haciendo hincapié en que el momento más importante se alcanzaba cuando el enfermo tenía una mayor frialdad en la piel.


Antonio Carrillo Tundidor