Nota: puede parecer difícil de creer, pero los interrogatorios judiciales que va a leer los he encontrado en varios sitios de internet y son, aparentemente, transcripciones fidedignas y ciertas de lo dicho en tribunales de los EEUU.
Se comenta que los tiburones no atacan a los abogados, por cortesía profesional.
Qué duda cabe: los abogados tienen (tenemos) mala fama. Puede que sea porque sólo aparecen cuando hay problemas, porque sus clientes consideren que ganan demasiado dinero, o porque, como los médicos, no siempre ganan la batalla.
Posiblemente tampoco ayuda su parafernalia profesional de trajes caros, prestigiosos barrios y escritorios de madera noble.
Para ser abogado, primero hay que parecerlo.
Toda esta ostentación puede intimidar al cliente; pero lo más probable es que le aporte confianza en la competencia y éxito de su letrado, lo cual es tranquilizador. A menudo, los detractores de esta profesión no tienen en cuenta que los clientes confían al abogado su libertad, patrimonio o trabajo; o la posibilidad de seguir viendo a sus hijos. Hay padres que acuden pidiendo que se haga justicia tras un asesinato o violación.
Es curioso que en esto los abogados se parezcan a los médicos: quien acude a ellos suele encontrarse en una situación de falta de firmeza ("in firmitas" = enfermo)
El derecho, por tanto, no es ámbito que fomente la risa; pero, precisamente por ello, los profesionales deberían practicar el "humor propio" antes que el "amor propio". Reírse de uno mismo es un ejercicio de salud mental, inteligente y muy eficaz.
Por todo esto, permítanme decirles que....
Acabo de tener noticia de que un famoso laboratorio ha decidido cambiar las ratas por abogados. Ello obedece a dos motivos: primero, los investigadores les estaban cogiendo cariño a las ratas; y, segundo, había cosas que ni las ratas estaban dispuestas a hacer.
Esto es, probablemente, un bulo. Sí es cierto que, en ocasiones, nos encontramos con abogados algo "distraídos", como en este caso:
Abogado : Esa enfermedad, la miastenia gravis, afecta su memoria?
Testigo: Sí...
Abogado : Y, cómo le afecta la memoria?
Testigo: Se me olvidan las cosas...
Abogado : Se le olvidan... Puede darnos un ejemplo de algo que se le haya olvidado?
O en este otro:
Abogado : Sr. Marcos, por qué se acabó su primer matrimonio?
Testigo: Por muerte del cónyuge.
Abogado : Y por muerte de cuál cónyuge se acabó?
También puede ser que el abogado tenga un mal día, como cualquiera de nosotros:
Abogado : Podría describir al sospechoso?
Testigo: Tenía estatura mediana y usaba barba.
Abogado : Y era hombre o mujer?
O en este otro ejemplo:
Abogado : Ella tenía 3 hijos, verdad?
Testigo: Verdad.
Abogado : Cuántos niños?
Testigo: Ninguno
Abogado : Y... cuántas niñas?
También puede suceder que la búsqueda escrupulosa de la verdad le conduzca a preguntas embarazosas:
Abogado : Entonces, la fecha de concepción de su bebé es 8 de agosto?
Testigo: Sí
Abogado : Y... qué estaba usted haciendo ese día?
Lástima: no tenemos la respuesta.
Pero a veces sí contamos con la respuesta del testigo, y entonces vemos que no siempre tiene culpa el abogado de las tonterías que se dicen en una sala de un juicio.
Abogado : Aquí en la Corte, para cada pregunta que yo le haga, la respuesta debe ser oral, entendido? A qué escuela va usted ?
Testigo: Oral.
¡Y qué me dicen de los testigos "graciosillos":
Abogado : Cuál es la fecha de su cumpleaños?
Testigo: 15 de julio.
Abogado : Qué año?
Testigo: Todos los años.
Y encima tienen que lidiar con peritos, que no siempre facilitan la labor:
Abogado : Doctor, antes de hacer la autopsia, usted tomó el pulso de la víctima?
Testigo: No.
Abogado : Usted tomó la presión arterial?
Testigo: No.
Abogado : Usted chequeó la respiración?
Testigo: No.
Abogado : Entonces, es posible que la víctima estuviera viva cuando la autopsia comenzó?
Testigo: No.
Abogado : Cómo usted puede tener tanta seguridad?
Testigo: Porque el cerebro del paciente estaba en una jarra sobre la mesa.
Abogado : Pero, él podría estar vivo?
Testigo: Sí, es posible que él estuviera vivo y estudiando Derecho en la misma facultad que usted se graduó.
Finalmente, a menudo es la lógica de la respuesta la que conduce a la risa
Abogado : Qué fue lo primero que su marido dijo aquella mañana?
Testigo: Dijo, 'dónde estoy Betty...?'
Abogado : Y por eso usted se enojó y lo golpeo tan fuerte?
Testigo: sí, porque mi nombre es Celia.
Desengáñese: hay dos tipos de abogados. Los buenos, que conocen muy bien la Ley, y los mejores (y caros), que conocen muy bien al juez.
Y sonría. Que son dos días.
Antonio Carrillo