Son tiempos oscuros en Judea, de mucho miedo. Los zelotes y
sicarios han atacado a los romanos y masacrado sus guarniciones por medio del
engaño. Y Roma reacciona con crueldad ante la traición. Nunca perdona.
Lo sé porque yo mismo he nacido en una colonia romana de
Asia. Mis padres fueron romanos y mis hijos – si sobrevivo a este espanto – lo
serán también.
Son tiempos oscuros y he buscado la paz en la meditación y
el recogimiento. Hace unos años recibí la gracia del mensaje del Mesías, del Hijo
de Dios. Su misericordia alcanza a pobres y ricos, libres y esclavos, mujeres y
hombres; a judíos y gentiles por igual. Es algo nunca visto. Conocí a los
afortunados que caminaron a su lado y compartieron su pan. Escuché sus
historias y ayudé a transcribir sus hechos y palabras.
Pero esa época feliz pertenece a mi pasado. En estos tiempos
de odio y muerte he procurado el refugio del desierto, en una comunidad de
hombres de luz que se dedican a orar y escribir. Me han acogido. Se dice que
otros seguidores del Nazareno estuvieron antaño entre estos muros, como el
bautista que purificó el rostro misericordioso de Nuestro Señor con las aguas
del Jordán.
Desde esta colina seca y caliente podemos ver las orillas
del mar de Arabah y algunos pequeños enclaves. Nos han llegado noticias de un
gran ejército romano que se dispone a destruir Jerusalén. Atacarán después las
fortalezas de Maqueronte y Masada, los últimos focos de resistencia judía. Y
nos verán. Y no les importará que no tengamos muros ni fosos. Que seamos
pacíficos. Nos masacrarán.
Al amanecer aprovecho las primeras luces para intentar
distinguir en el horizonte el reflejo en las armaduras, el polvo que levantan
sus grandes torres de asedio y sus bueyes. Los miles de hombres que desfilan
hacia la sangre prometida.
Mis anfitriones han ocultado en cuevas cercanas el tesoro de
sus textos sagrados. Llevan mucho tiempo dedicados a la tarea de
transcribirlos, y quieren preservarlos. Los guardan en ánforas y sellan las
cuevas. Yo he decidido hacer lo mismo. En ánforas de mi propiedad, y en las que
se lee con tinta la palabra “Roma”, he guardado textos en griego. Entre otros,
mi preciado texto sobre las enseñanzas y vida del Nazareno. No me ha dado
tiempo a sellar bien las vasijas y es posible que el paso del tiempo dañe los
papiros, más frágiles que el pergamino. Espero sobrevivir a esta espera de
muerte y recuperar la palabra del Señor. Si Dios quiere.
El miedo se siente en la garganta. Se habla en voz baja,
apenas se alza la mirada. Algo terrible va a suceder y no podemos hacer nada
por evitarlo. ¿Llegará el día en el que el hombre pueda vivir sin miedo al
hombre? Si el Galileo murió por todos nosotros, ¿por qué me angustia tanto esta
espera? ¿No debería recibir el martirio con alegría?
El sol cae, un día más. Con la noche bajan las temperaturas.
Hay un tenue rumor de agua que proviene de las cisternas. Salen las estrellas y
sueño con Jesús. Eso me reconforta. Un poco.
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En Cisjordania, a unos 13 kilómetros de Jericó y cerca del
Mar Muerto, se han localizado las ruinas de un pequeño asentamiento. Es una
zona muy árida, abastecida por una corriente de agua proveniente de Jerusalem.
Había cisternas donde poder cumplir con un ritual de purificación bautismal esenio,
hornos de orfebrería y un edificio de dos plantas con mesas y bancos. En este
lugar se han descubierto tinteros, porque era el hogar de eruditos y estudiosos.
Las fuentes históricas afirman que en el verano de 68, y en
el curso de la primera guerra judeo-romana, la Legio X Fretensis, acuartelada
en Jericó, destrozó este enclave esenio y masacró a todos sus habitantes.
Sabemos mucho sobre sus habitantes porque, en unas cuevas
cercanas, se descubrieron en 1941 casi mil manuscritos. Son los textos más
antiguos que tenemos sobre el antiguo testamento y las reglas de la comunidad
judía, escritos casi todos en hebreo y otros pocos en arameo. Los autores
ocultaron esta enorme biblioteca en vasijas selladas. Es uno de los principales hallazgos
arqueológicos del siglo XX.
Se han localizado un total de once cuevas, y cada uno de los
rollos o papiros está codificado primero con el número de la cueva, después con
la letra Q y posteriormente por el número que le corresponde.
Y así, llegamos al misterio del 7Q5. El fragmento quinto
encontrado en la cueva 7.
En realidad, todos los fragmentos encontrados en la cueva 7
son peculiares. Todos estaban muy deteriorados, como si se hubiesen almacenado
con menos cuidado. Y todos estaban escritos en un tipo de griego del siglo I. Y
estaban escritos en papiros. Además, estaban guardados en el interior de un
ánfora con una inscripción en tinta negra que dice Rumah ("Roma") en
hebreo. La única cueva con textos en griego, la única con papiros y un ánfora
con la palabra Roma…. Es extraño ¿verdad?
Pero hay más.
El fragmento7Q5 es un trocito de papiro diminuto, de apenas
3,9 por 2,7 centímetros. Tiene 5 renglones y apenas se distinguen 20 letras.
Está escrito en estilo ornamentado o "Zierstil", utilizado entre los
años 50 a. C. y 50. Es decir, en época de Cristo.
Este minúsculo fragmento pasó desapercibido, por su mal
estado de conservación y su pequeño tamaño. Pero el hecho de estar escrito en
griego y la datación en época herodiana lo hace interesante.
En 1972 el paleógrafo y papirólogo español José O´Callaghan Martínez hizo público un descubrimiento que
causó un enorme revuelo: el fragmento encontrado no coincidía con ningún texto
del antiguo testamento, pero sí con el Evangelio de San Marcos 6, 52-53
52ΔΙΟΤΙ ΔΕΝ ΕΝΟΗΣΑΝ ΕΚ ΤΩΝ ΑΡΤΩΝ ΕΠΕΙΔΗ Η
ΚΑΡΔΙΑ ΑΥΤΩΝ ΗΤΟ ΠΕΠΩΡΩΜΕΝΗ 53ΚΑΙ ΔΙΑΠΕΡΑΣΑΝΤΕΣ
ΗΛΘΟΝ ΕΠΙ ΤΗΝ ΓΗΝ ΓΕΝΝΗΣΑΡΕΤ ΚΑΙ ΕΛΙΜΕΝΙΣΘΗΣΑΝ
(en negrita las letras del manuscrito)
¿En las cuevas del Qumran se encuentra un manuscrito del
evangelio de San Marcos anterior al año 68? Eso es imposible según la
historiografía bíblica, que afirma que los evangelios no se escribieron antes
del siglo II. El papiro neotestamentario más antiguo del que tenemos noticia es
un Evangelio de Juan datado hacia la mitad del siglo II, más de 100 años
después del 7Q5.
El profesor O´Callaghan fue vilipendiado durante años. El
profesor alemán Kurt Aland hizo varias pruebas utilizando la base de datos del
Thesaurus Linguae Graecae del programa Íbico, todas ellas infructuosas, pero
los informáticos descubrieron que estaba alterando datos para justificar sus
tesis en contra de O´Callaghan. Cuando la universidad de Liverpool utilizó el
programa de manera imparcial los resultados coincidían con la interpretación de
O´Callaghan. Las palabras concuerdan con un texto del Evangelio según San
Marcos.
Este trocito de papel pone en solfa todo lo que creemos
saber sobre los nuevos testamentos, y abre una ventana a la teoría de que
fueron escritos en época de Cristo, por personas que o bien lo conocieron o
recibieron una información inmediata de los que caminaron junto al Salvador. Es
posible que el primer evangelio fuese un intento de unificar anécdotas que se
compartían entre sus seguidores para evitar que cayeran en el olvido.
Es algo sobre lo que especula la “escuela de las
Formgeschichte” o “historia de las formas”. Según esta corriente el primer
evangelio se basó en perícopas:
historias sobre Jesús que, al unirse en un compendio ordenado cronológicamente,
conformaron el primer evangelio, que sirvió de modelo para los otros dos.
En este sentido llama la atención que el fragmento 7Q5
concuerde con el Evangelio de San Marcos, porque la historiografía neotestamentaria establece que es muy probable que el Evangelio de San Marcos fuese el
primero. Los Evangelios de Mateo y Lucas fueron posteriores, y se fundamentaron
en el de San Marcos y en una fuente desconocida (la denominada Fuente Q).
Esta posibilidad nos acerca más que ninguna otra a la
existencia de un Jesús histórico, que anduvo por Galilea y Judea en la primera
mitad del siglo I. La figura que nos muestran los evangelios no fue por
consiguiente una invención muy posterior, fruto de antiguas leyendas o
testimonios casi olvidados por el paso de los decenios. En el fragmento 7Q5
percibimos el aliento de un Jesús cercano.
Notas:
1. 1. La posibilidad de que existiera un seguidor de
Cristo ciudadano romano y judío en la época de la caída de Qumran se confirma con figuras
como San Pablo, nacido en Tarso, capital de la provincia romana de Cilicia. Por
cierto, su idioma materno era el griego.
2. 2. La relación
entre San Juan Bautista y la secta del Qumran está sometida a debate y en
absoluto comprobada. Me limito a reflejar las opiniones expresadas por el Papa
Benedicto XVI:
“Parece que Juan el
Bautista y tal vez también Jesús y su familia fueron cercanos a esta comunidad.
En cualquier caso, en los manuscritos de Qumrán hay múltiples puntos de
contacto con el mensaje cristiano. No puede descartarse que Juan el Bautista
viviera un tiempo en esta comunidad y haya recibido en ella, en parte, su
formación religiosa”.
Antonio Carrillo