Mi padre se ha muerto hace apenas cinco días, y
siento que se ha llevado el aire con él.
Ahora soy un huérfano de 44 años.
Escribo desde su casa, que fue la mía, con
palabras torpes. Cuando lo que se escribe nace de una herida tan honda no fluye
el lenguaje; se agolpa a borbotones, como las lágrimas o la sangre.
No será un texto bien escrito, lo asumo. No
importa. Sólo pretendo presentar a mi padre, contar parte de su historia, aún a
retazos, en un aleteo de anécdotas que agitan mi memoria aturrullada. Les ruego
paciencia.
Me duele el pecho porque lo quería con locura.
Era un hombre bueno, generoso y excepcional. Su biografía está plagada de
logros que a veces cuesta creer. Pero son ciertos.
En 1958, a los
22 años, Antonio Carrillo, gaditano de San Fernando, es un alumno brillante del seminario de Cádiz,
licenciado en teología con honores; el rector solicita al obispo que lo envíe
a proseguir sus estudios en Roma. Le exigen que haga de nuevo los cuatro años
de teología en la Universidad Gregoriana, pero debe aprobar las 48 asignaturas
en un solo año. Lo consigue, pero tienen que ingresarlo en una clínica de
reposo durante dos meses por agotamiento mental.
Los dos años siguientes consigue el doctorado en
teología y, muy especialmente, le permiten cursar la licenciatura en Sagrada
Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico, el único centro oficial de
enseñanza bíblica de la iglesia católica. Sólo unos pocos cientos de alumnos en
todo el mundo consiguen llegar a estos niveles de excelencia. Mi padre estudia
entonces idiomas fascinantes como el hebreo, arameo, griego clásico o acadio,
de la mano de los mayores expertos mundiales. Traduce de hecho tablillas de
arcilla mesopotámicas pertenecientes a la biblioteca de Ashurbanipal.
En 1961, con
apenas 25 años, le ordenan volver a España. Recibe entonces el encargo de
dirigir el seminario menor de Cádiz. Es un puesto que ocupa durante tres años y
que provoca enseguida enfrentamientos con sus superiores. Mi padre venía de un
Vaticano inmerso en un espíritu conciliar de la mano del Papa Juan XXIII, y sus formas amables y algo más distendidas no casaban bien con el
rigorismo formal de rectores u obispos. Por poner un ejemplo, mi padre se negó
a dictar las clases de teología en latín a niños de 10 años, porque sus
pequeños alumnos desconocían tal idioma. Se preocupó además por cuestiones
aparentemente mundanas, como mejorar la alimentación en el seminario, e
introdujo la enseñanza de la música (su gran pasión) dirigiendo coros,
agrupaciones musicales o disponiendo audiciones de obras sinfónicas durante la
comida. Juan Cejudo, compañero de mi padre, lo recuerda en este escrito:
Juan cejudo sobre mi padre
Ni en las formas ni en el fondo mi padre consigue
evitar la confrontación. Visita en la cárcel del Puerto de Santamaría a un
sacerdote y poeta preso por el nefasto Tribunal de Orden Público. En una
ocasión, se cose en el forro de la sotana la sentencia del T.O.P., y consigue
sacarla a Francia. Se publicará en el diario Le Monde.
Es inevitable; hay que castigar al díscolo de
Antonio Carrillo. Se decide enviarlo como simple párroco a Los Badalejos, una
humilde pedanía cercana a Medina Sidonia, Cádiz, en la que cientos de personas
malviven en viviendas insalubres.
Tocando la guitarra en Los Badalejos |
Y es entonces cuando mi padre ofrece la verdadera
medida del hombre que era. La única casa construida y decente era la del párroco. Mi padre le escribe al obispo: no está dispuesto a vivir una casa mientras familias enteras viven en chozas. Mi padre pretende cederle la casa a una familia con nueve hijos. El obispo se niega.
El día en que inaguraron las casas |
¿Se dan cuenta? Mi padre tenía en vida una calle
a su nombre, algo inusual. En esta entrada, un joven de "Los
Badalejos" recuerda la memoria de sus mayores hacia la labor del Padre Carrillo:
En una pedanía cercana, San Martín del
Malcocinado, una maestra rural de ojos celestes traba amistad con el sacerdote.
Se despiden como amigos, pero mi padre no la olvida. Los años de enfrentamiento
seguro han pasado factura a su vocación, y finalmente habla con el obispo: pide
la dispensa del Papa. Solicita permiso para abandonar el sacerdocio.
El obispo de Cádiz Antonio Añoveros, amigo de mi
padre, intenta por todos los medios que recapacite. Le propone, de hecho, que
vuelva a Roma durante un año y retome sus estudios. Mi padre obedece, pero
antes busca a esa maestra rubia que no era capaz de olvidar. Sólo tiene un
dato: la dirección de un familiar en Jerez. La maestra está en Suiza; y allí la
encuentra mi padre. Pero no consigue un compromiso. Mi madre (ya lo habrán
adivinado) no quiere ser la causa de que abandone el sacerdocio; y no
entablarán una relación, siquiera epistolar, hasta que este asunto quede
resuelto.
Tiene 30 años, y mi padre ha vuelto a Roma.
Acompaña esporádicamente como secretario e intérprete al obispo Añoveros en algunas
sesiones finales del Concilio Vaticano II, continúa sus estudios en Sagrada
Escritura y aprovecha para aprender un alemán muy básico. Sin embargo, continúa
firme en su determinación de abandonar el sacerdocio y, finalmente, en 1968,
recibe la dispensa papal.
Ese mismo año contrae matrimonio con mi madre, e
inicia una nueva vida.
Yo nací en 1969. Soy el mayor de cinco hermanos.
Mi padre comenzó esta nueva andadura desde cero, con el coraje de siempre.
Durante el día era recepcionista en un hotel, y se buscaba unas propinas
subiendo las maletas a las habitaciones. Por la noche, daba clases de inglés y
de música.
Carta del Obispo Antonio Añoveros felicitando a mis padres por mi nacimiento |
Pronto supo del mundo de la traducción, y comenzó
su andadura como traductor. Tuvo conocimiento de la existencia de la figura del
"Traductor Jurado", una categoría profesional que se conseguía tras
aprobar unos exámenes muy exigentes: sólo aprobaban 1 de cada 100. El verano de 1969 aprobó los cinco idiomas a los
que se presentó.
Antonio Carrillo Robles se convirtió en Traductor
Jurado e Intérprete Oficial de inglés, francés, italiano, portugués y Latín.
Su carrera como traductor es sorprendente. Las
nuevas generaciones seguro se sorprenderán de estos datos. En los noventa, una
empresa informática norteamericana citó a los directores de las principales
agencias de Madrid; querían presentarles un paquete informático que permitía
traducir más palabras generando memorias. Alguien levantó la mano:
- ¿Por qué no le pregunta al señor Carrillo
cuántas palabras traduce de media?
Mi padre traducía una media de 600.000 palabras
al mes. En una época en la que no había ordenadores, memorias ni internet.
Simplemente, tenía el original delante en un atril, y grababa en una cinta de
cassette el texto, que luego un equipo de mecanógrafas transcribía. Horas y
horas, fines de semana incluidos, cientos de cintas de 90 minutos. Su capacidad
de trabajo siempre fue increíble. Su constancia, impresionante. Pero lo que
destacaba, por encima del volumen, era la calidad de sus traducciones. Mi padre
traducía textos jurídicos y técnicos, y pronto se ganó una reputación que
supuso, por ejemplo, que Laín Entralgo, Director de la Real Academia de la
Lengua, le incluyera en el equipo de expertos que armonizarían el lenguaje
técnico médico del inglés al castellano. El Director de la Oficina de
Interpretación y Lenguas le propuso entrar como funcionario en el Organismo, y
poco más tarde, en un asunto de enorme complejidad técnica, y que afectaba a
una naviera estatal, la Oficina de Interpretación le solicitó que se encargara de
la traducción de las patentes de ingeniería objeto de litigio.
El récord de palabras traducidas lo superó a
principios de los noventa, un mes en el que tradujo todos los manuales técnicos
de la empresa IBM relativos al nuevo sistema informático de gestión del Corte
Inglés. Ese mes superó las 850.000 palabras. La Oficina de Legalizaciones, en
la época en la que se legalizaban todas las traducciones, directas e inversas,
creó un sello específico para mi padre, dado el volumen de trabajo diario que
llegaba de TRADUX.
La comunidad musulmana Ahmadía, con 30 millones
de fieles, le encargó la traducción del Sagrado Corán al español, en su
condición de "erudito de la lengua castellana".
Mi padre fue maestro de traductores. Quien mejor
lo expresa es Amelia Pérez de Villar, que escribe un emocionado homenaje a mi
padre:
También fue maestro de músicos. Profesionales a
los que enseñó sus primeros acordes con la guitarra. Recuerdo una anécdota; a
mediado de los ochenta, mi padre se presentó en el Conservatorio Superior de
Música de Madrid. Resulta que no tenía título alguno que testimoniara sus
conocimientos musicales.
- Buenos días. Quería rellenar una inscripción
para los próximos exámenes de solfeo.
- ¿Con quién estudia?
- Con nadie. Soy autodidacta.
- Querrá presentarse a los exámenes de primero de
solfeo.
- No. Verá; me quiero presentar a todo.
Lo tomarían por un excéntrico. Se presentó a todo
en apenas una semana. Y le concedieron matrícula de honor en toda la carrera,
salvo en quinto curso, que le dieron un sobresaliente. Cuando protestó, el
presidente del tribunal, que ya lo conocía, se disculpó.
- Lo lamento, señor Carrillo. Lo hemos estado
discutiendo. Es cuestión de procedimiento ¿sabe? De normativa. No podemos dar
un expediente de cinco matrículas a quien se presenta por libre.
La música estuvo siempre presente. Hace poco los
dos disfrutábamos de una maravillosa grabación de la Patética de Tchaikovsky. El resto de la familia estaba sentada a la
mesa, y nos llamaba. Una violonchelista lloraba. El director dirigía sin
batuta. Al día siguiente ingresaba en el hospital, y ya no salió vivo de él.
Con todo, no perdíamos la esperanza. Hace 13 años un cirujano le había pronosticado 6 meses de vida. Mi padre, obstinado, se negó a dejarse vencer. Quiso conocer a sus siete nietos.
Con todo, no perdíamos la esperanza. Hace 13 años un cirujano le había pronosticado 6 meses de vida. Mi padre, obstinado, se negó a dejarse vencer. Quiso conocer a sus siete nietos.
Bueno papá. Esto es todo. Sólo quería presentarte
a unos amigos. Te echaré de menos el resto de mi vida. Gracias por todo lo que
me has dado. Por lo que has dado a todos mis hermanos. A mamá. A tus nietos. A tantos amigos.
Mi padre era un hombre alegre y bueno.
Y me duele el pecho
porque le quiero con locura.
Antonio Carrillo
Recuerdo de Salustiano Gutiérrez
recuerdo de las gentes de Los Badalejos en Facebook
Recuerdo de Francisco Muñoz-Cruzado
Recuerdo de Justo Fajardo
Recuerdo José Antonio Hernández
Recuerdo de José María Durán
Recuerdo de Juan Cejudo
Primeros comentarios y pésames
PESAME DESDE EL AYUNTAMIENTO DE MEDINA SIDONIA
Desde
el Ayuntamiento de Medina Sidonia, en nombre de su Alcalde, M. Fernando Macías,
en el mío propio como Tte. de Alcalde Delegado en Los Badalejos y Malcocinado,
y, por supuesto, en nombre de sus vecinos que tan grato recuerdo guardan del
Padre Carrillo, queremos hacer llegar a su familia nuestro más sincero pésame
por su reciente perdida.
El
conocimiento de su lucha para con los vecinos de Los Badalejos durante unos
años de extrema carestía y ausencia de medios, sin duda es un aliciente para
continuar el trabajo en una época tan difícil como la que vivimos en este
momento, salvando las diferencias.
En
reconocimiento y agradecimiento a su trabajo, Los Badalejos sigue recordando a
Antonio Carrillo manteniendo una calle con su nombre en Los Badalejos. Por supuesto
sigue vivo en el recuerdo de sus vecinos. Reciban un saludo afectuoso.
ANTONIO
DE LA FLOR GRIMALDI Tte. De Alcalde-Delegado de Medio Ambiente y Servicios
Municipales. Tte. De Alcalde-Delegado en San Jose de Malcocinado y Los
Badalejos.
AYUNTAMIENTO
DE MEDINA SIDONIA
Recuerdo de Salustiano Gutiérrez
recuerdo de las gentes de Los Badalejos en Facebook
Recuerdo de Francisco Muñoz-Cruzado
Recuerdo de Justo Fajardo
Recuerdo José Antonio Hernández
Recuerdo de José María Durán
Recuerdo de Juan Cejudo
Lo siento mucho, enhorabuena por haber tenido un padre asi...
ResponderEliminarDescanse en paz. Lo siento.
ResponderEliminarLo lamento mucho, Antonio. Leo regularmente tus columnas y te admiro por defender esta bella profesión. Eres el legado vivo de tu padre.
ResponderEliminarLa reseña de la vida de tu padre es maravillosa. Comprendo este dolor que jamás será una despedida, yo también tuve un padre fabuloso que hizo crecer en mí las alas del alma y mi condición humana. Sus presencias, aún en esta ausencia física, siempre nos acompaña. Admiro la profundidad de tu carta. Mis saludos con el corazón.
ResponderEliminar"Só morre quem deixamos que se afunde no esquecimento." Manuel Hermínio Monteiro
ResponderEliminarUn hombre que tuve en vida una calle a su nombre por los mejores motivos nunca sera olvidado.
Sentimos vuestra perdida, gracias por acordarte de Los Badalejos , pedanía donde quieren y aprecian todos sus habitantes al Padre Carrillo,gran persona, descanse en paz.
ResponderEliminarNo nos conocemos, pero no he podido por menos que lamentar tan terrible pérdida (personal y profesional). Yo también tengo 44 años, yo también soy traductora, mi madre también es traductora, tiene su propio "sacerdocio" (no religioso, pero igualmente vocacional y entregado)... así que me he sentido identificada desde las primeras líneas. Y también me falta el aire con solo pensar en su muerte. No sé qué decir que pueda aportarte consuelo o ánimo; pero aquí estoy, por si acaso. Un beso para ti y los tuyos.
ResponderEliminarLo siento por tu pérdida, pero un hombre con una historia tan extraordinaria y con tantas personas que le quisieron y le admiraron seguro que perdurará para siempre en los recuerdos que les dejó.
ResponderEliminarSoy el pequeñajo 3º por la izquierda de la fila superior, sí el de gafas, de la foto de Muñoz-Cruzado Ferrando, en el seminario de Cádiz. Te acompaño en el sentimiento: es la frase más cercana que puede expresar algo de lo que me conmueve al leer tu escrito sobre tu padre. También mi padre murió hace años (14) y sin embargo aún me sonrío cuando me acuerdo de él muchas veces al cabo del día. Esa sonrisa nuestra es el consuelo y su vida de ellos. Gracias por la emoción que me has transmitido.
ResponderEliminarJuan Vinuesa
Qué bonito recuerdo, qué bonito homenaje.
ResponderEliminarLamento tu pérdida y sé que es difícil de aliviar pero son muchos años de felicidad que supo darle a mucha gente y me alegra que tengas tanto que contar y tanto que añorar. Una vida útil en el sentido más amplio de la palabra.
Un abrazo.
Mi más sentido pésame por el fallecimiento de tu padre.
ResponderEliminarAntonio: acabo de terminar de leer tu escrito-homenaje a tu padre. Lo he leído con verdadera emoción. Ya te he dicho otras veces qué huella tan profunda me dejó tu padre mientras convivimos en el Seminario de Cádiz muchos años. Sobre todo esa pasión por la música y los instrumentos musicales que a muchos nos contagió y a mí de una manera muy especial.
ResponderEliminarMe ha impresionado tu escrito porque desconocía facetas de su vida antes de llegar a Cádiz y después de salir del Seminario. Es una vida impresionante. Magnífica su labor en Los Badalejos...Sus extraordinarias facultades para la música y los idiomas...Su bondad y alegría...
Una pregunta: ¿sabes el nombre de ese cura al que fue a visitar a la prisión?
Siento muchísimo su perdida y comprendo cómo podéis sentiros los hijos y tu madre...
Os deseo mucha fuerza y ánimo para seguir adelante a pesar de su ausencia...
Un abrazo: Juan Cejudo
Antonio:Se dice que Dios tiene dos moradas: una en el cielo y otra en el corazón agradecido.Yo, a tu padre, lo tengo resucitado en mi recuerdo permanente por todo lo que nos aportó desinteresadamente en nuestra formación. Os deseo mucha paz en estos días tan tristes, que compartimos, sabiendo la buena persona que fue en su "senda de vida", y que así se le recuerda.
ResponderEliminarUn abrazo. José María Durán.
Lo siento mucho, Antonio. Qué grande tu padre y qué vida tan intensa. Mucho ánimo y buenos recuerdos para sobrellevarlo.
ResponderEliminar¡Qué hermosura de vida!
ResponderEliminarY qué gran privilegio conocerlo, quererlo, y echarlo de menos hasta romperse el aliento.
Hace nada leía una frase pegada por ahí...
ResponderEliminar"Sólo se vive una vez...
Falso.
Sólo se muere una vez,
se vive todos los días"
Y tu padre vivió todos ellos, uno por uno.
Enhorabuena.
Fermín (el hijo)
Estimado Antonio: a algunos compañeros del Seminario nos queda una duda. Hablas de tu padre en el año 1958 en el Seminario de Murcia. Pero él, creo, era de nuestro curso 1954-1955 en el Seminario de Cádiz, sólo que, mientras nosotros estábamos en primero de latín, él entró en cursos superiores que no te puedo especificar. NO tengo claro hasta qué año estuvo en el Seminario de Cádiz y si estudió la teología en Cádiz o en Murcia..ni en qué año va a Roma.
ResponderEliminarPero sí que él fue profesor nuestro ( creemos que desde el año 1954) de Solfeo en Cádiz. Y fue superior.
Por cierto: él nos hizo "El himno del curso". Le puso música a una poesía mía ( que aún conservo) dedicada a nuestro curso. También guardo su libreta de Rondalla con las partituras de las obras que tocabámos y que me dejó cuando él terminó y yo continué con la dirección de la Rodalla.
¿Me podrías aclarar estas dudas?
Está claro que tú debes tenerlo mucho más claro que nosotros.
Un cordial saludo: Juan Cejudo
Sr. Antonio:
ResponderEliminarMi más sentido pésame, en mi nombre y en el de mi familia por la pérdida de su padre, hombre querido y eternamente recordado en Los Badalejos. Mis padres fueron beneficiarios de una de las viviendas que el promovió y en la que me crié. Aunque actualmente vivo en San Fernando, poseo una vivienda en la C/ Padre Carrillo, nº 15 de Los Badalejos, donde tiene su casa.
Nunca lo olvidaremos, a los que no teníamos nada nos dió algo más que una casa, la dignidad.
La muerte se ha llevado su cuerpo, pero su espíritu siempre estará con nosotros, por siempre en nuestros corazones
Descanse en Paz.
Un fuerte abrazo: Antonio Betanzos
Sentido pésame...¡qué ejemplo de profesional su padre!
ResponderEliminar¿Qué vida más intensa!
ResponderEliminarErs muy afortunado por haberlo vivido de cerca, y que te haya transmitido ese amor por la lengua.
Muchos ánimos
Mi más sentido pesame....
ResponderEliminarSu ejemplo me hace amar más mi carrera... Soy estudiante de Traducción e Interpretación en la Universidad de San Carlos de Guatemala, Guatemala. Y esto me demuestra muchas cosas, gracias por compartir esto.
Ánimo!
Herson Cifuentes
Mi más sentido pésame, Antonio. ¡Que bello poder escribir así sobre alguien tan especial!
ResponderEliminarGracias por presentarme a tu padre. Excepcional persona. Has tenido mucha suerte.
ResponderEliminarUn abrazo Antonio, el único consuelo es tu recuerdo.
pero cabrón, sécate esas lágrimas, hincha el pecho y sonrie orgulloso que tu padre ha sido un hombre poco común, pedazo de hombre diría yo.
ResponderEliminarvan mi abrazo argento y unos versos que robé por ahi :
" Sólo el que ha muerto es nuestro. Sólo es nuestro lo que perdimos "
Borges
el anónimo soy yo, el borrachín argento que rompe a cada rato con los cotidianos.
ResponderEliminargloria y honor al Gran Carrillo !!
Claudio
Nuevamente nos has dado una lección de vida.....
ResponderEliminarNo es sólo tuya.Ya es nuestra. Permíteme llorar un poco,a mi padre en el tuyo.
Un abrazo.
Eres muy afortunado por haber tenido un padre tan excepcional, y por haber disfrutado de él durante tanto tiempo.
ResponderEliminarSoy traductora. Estudié la carrera de mayor y mi padre fue uno de los que más me apoyó y animó. Me ha inculcado que siempre hay que seguir aprendiendo. A los 60 años se fue a aprender más a Estados Unidos. Acaba de cumplir los 80 y sigue activo en su profesión de podólogo. Cada día intento pasar más tiempo con él, y cada día doy gracias por poder pasar más tiempo con él.
Mi más sentido pésame.
Antonio, lamento tu pérdida y te doy las gracias por compartir con nosotros esta historia de superación y de esperanza. Sin duda tu padre ha sido una persona excepcional, que no sólo ha alcanzado la excelencia a nivel profesional, sino que también es un ejemplo de que además de una buena cabeza, hay que tener mucho corazón y luchar por lo que uno cree.
ResponderEliminarAntonio, siento muchísimo el fallecimiento de tu padre, te envío mi más sincero y sentido pésame y lamento no haberme enterado antes.
Enhorabuena por haber disfrutado de un padre como él.
Muchísimo ánimo y fortaleza para seguir adelante.
Recibe un fortísimo abrazo.
Ana Belén.
Siento el fallecimiento de tu padre, un hombre excepcional sin duda. Sé de su cercania con el pueblo llano y he escuchado comentarios siempre amabilisimos de su figura. Tengo mas o menos tu edad y soy natural de Medina. Desde allí conocí sus andanzas y su alta catadura moral que hacian contrapeso con lo que vivia en mis propias carnes gracias a otros sacerdotes mas al uso de la época (como el padre Rivas). Figuras como la de tu padre me hicieron pensar que otra Iglesia (en la que ya no milito) es posible. Sientete orgulloso y agradecido de haber podido disfrutar de un hombre con tan extraordinarias cualidades humanas, culturales y artisticas. Un fuerte abrazo que espero hagas extensivo a tu familia.
ResponderEliminarMuchas gracias, Antonio, por haberme traído a la memoria de tu padre. Aunque tarde, quiero expresarte mi más sincero sentimiento por la muerte de tu padre. Es una hermosa experiencia llena de generosidad y coraje la que ha dejado en esta vida. Un fuerte abrazo, Olga
ResponderEliminar¡Ánimo! La pérdida de un guía y un consejero es siempre dolorosa, pero has disfrutado de un gran hombre, una Persona con mayúscula...Que sigas su camino, compañero de profesión.
ResponderEliminarMi más sincero pésame y mucha fuerza.
ResponderEliminarMe descubro respetuosamente ante la inteligencia y humanidad de tu padre. Ahora empiezo a entender algunas cosas respecto a ti. ¡Qué herencia tan valiosa os ha dejado!.
ResponderEliminarUn saludo cordial
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPrecioso este homenaje a tu padre. Sinceros respetos a su memoria y a tu pérdida.
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