Y
no necesitan palabras. El gesto despreciativo de quien sella tu carnet de
parado. La desgana del empleado que recoge distraído tu currículum, un esbozo
de tu vida resumida cuidadosamente en dos míseros folios. No tendrá la deferencia
de, al menos, leerlo; te olvidará enseguida. Lo sabes. Lo percibes.
Y
duele, en ese cálido refugio de la dignidad que es tu orgullo. Todo currículum
merece apenas un indicio de respeto. En estos tiempos de frío para el hombre
conviene remarcar lo más obvio. Por no dejarnos llevar por esta corriente de
desprecio.
Dirán
que tienes la culpa.
Por
caer en el embrujo de la lectura, por buscar asilo entre unas páginas. Las
humanidades encierran un peligro constante: caer atrapado en el canto hipnótico
del asombro. Toda biblioteca acoge un universo. Toda librería adopta la forma
de un laberinto; reflejo de las sutiles circunvalaciones del cerebro que
palpita en la oscuridad del cráneo. Somos lo que escuchamos y vemos. También lo
que leemos: la escucha más silenciosa y atenta de la que somos capaces ¡Cuántas
noches no habré recibido la cálida mesura de Sócrates en boca de Platón! ¡ Cómo
olvidar aquélla vez en la que Verne me invitó a adentrarme al centro de la
Tierra! ¡Acaso no fui huésped de un sanatorio para tuberculosos en una Montaña
Mágica, refugio de tiempo y saber! La vida, una espiral que acaba bruscamente,
me plantea más de una pregunta ¿Cuál será mi último libro? ¿Quién me dará el
último beso? ¿Habrá merecido la pena?
Perdidos
para la ambición mundana, acogidos en este laberinto, todos somos culpables.
Por amar la palabra y venerar el silencio.
Dirán
que tienes la culpa.
Le
debo a mi amiga Amelia un regalo: la palabra "procrastinar". Se nos
acusa de adoptar una actitud diletante, poco pragmática. Nuestro tiempo, que
fluye como una clepsidra o un reloj de arena, tiene el aroma de la piedra, el
color de lo añejo. Es relativo, fluctuante, caprichoso. Asumimos el riesgo de
estudiar al hombre, y por ello ejercitamos la mirada del artesano. Historia, filosofía
o sociología son amantes fieles y exigentes: nos embaucan en un sendero que
conviene transitar con los ojos bien abiertos, vacíos de toda urgencia. Hay
vértigo en este ejercicio de paciencia, porque a menudo se pierde uno en los
adentros, en oquedades profundas y ancestrales.
En-si-mismados.
Es
fácil confundir el análisis último, profundo, con la indeterminación. Surge
entonces la pregunta, mil veces repetida: la historia, filosofía, sociología,
¿para qué sirve? ¿No habría sido mejor estudiar algo útil?
Dirán
que tienes la culpa, porque no se escuchan. Saturados de estímulos tramposos,
nos hemos olvidado de acunar el recuerdo. La vida transpira instantes vacíos,
frenéticos e inmediatos.
Te
empujan, molestos. ¿Por qué te detienes? ¿Por qué entorpeces el paso?
Porque
tu tiempo es otro.
En
un pentagrama hay muchos signos de silencio. Sin ellos, no habría música ni
compás. ¿Por qué estudiaste humanidades? Porque sabías de la existencia del
silencio, y querías formarte en la calma. Un traductor reposa el texto hasta
que le habla, hasta que el contexto ubica una expresión que rondaba por entre
los dedos quietos en el teclado. Una máquina jamás podrá traducir. Porque le
falta intuición, curiosidad y paciencia. Porque, a menudo, escribir consiste en
borrar. Porque hay silencios en una partitura.
Dirán
que tienes la culpa.
Parménides
lo advirtió hace miles de años:
"Porque la impotencia que sienten
en el pecho es lo que guía su pensamiento errático mientras se ven arrastrados,
aturdidos, sordos y ciegos a un tiempo, multitudes indistinguibles e
indistinguidas"
¿Sabes?
Te está hablando a ti. Encuentra refugio en estas palabras y muéstrate
tranquilo.
Dirán
que tienes la culpa.
Y
es cierto.
Antonio
Carrillo
totalmente identificada con el texto, es el mal de nuestro tiempo, aunque parece que nos llega desde lejos,felicitaciones y gracias, es un placer esta lectura
ResponderEliminarGracias. Para mí es importante el aliento del lector. Sentirme comprendido.
ResponderEliminarAntonio de verdad que me gusto, mil gracias por Compartirlo, me estoy volviendo una fan.Me lo llevo.,para compartir con tu permiso
EliminarGracias, como estudiante de Humanidades tardía. Gracias, como empleada en un mundo tan globalizado. Lo comparto.
ResponderEliminarMe ha encantado. Lo comparto :)
ResponderEliminarElena Nevado.
totalmente identificado, lo comparto también, siempre da gusto leerte. Un saludo.
ResponderEliminarGracias a todos. Esta entrada ha tocado los corazones de muchos.
ResponderEliminarSe nota.
Ha tocado mi corazón de lleno. Mil gracias por expresar lo que siento.
ResponderEliminar¡Saludos!
También el mío, que abandoné la carrera de Derecho después de tres años para estudiar Historia, que era lo que de verdad quería. Jamás me arrepentí, aunque sabía que somos unos bichos raros, con vocación por algo incompatible con el mundo "real".
ResponderEliminarY sí, es verdad, tengo amigos mucho más ricos que yo, pero no sé si más felices
Hola Antonio, estudiè Licenciuatura en Filosofìa durante 6 años. Hice mi tesis de grado, que tòmo un par de años..y logrè obtener el grado acadèmico.
ResponderEliminarFue muy difìcil conseguir trabajo en un mundoi plagado de materialidad y banalidad, impartì clases de educaciòn media varios años ( hice màs buenas amistades que beneficios econòmicos,ja ).
En verdad, ha sido un batalla larga que dura hasta hoy, sin embargo, para nada arrepentido, tengo amigos y muchos conocidos que ganan màsa dinero y tienen mas posesiones materiales, pero - gracias a Dios - aunque tengo una importante cantidad de años como terrìcola,ja..., me siento fuerte, seguro y feliz. Gracias por tu artìculo, chau...-
No estoy de acuerdo
ResponderEliminar¿Tienes la culpa?¿de qué? ¿de estudiar humanidades en vez de una carrera de ciencias o por no haber podido encontrar un camino laboral estructurado, marcado y encasillado en el mercado laboral?
Vengo de una familia donde casi todos sus miembros son de ingeniería, soy la mayor de mis hermanos y de mis primos ( con mucha diferencia de edad con ellos)¡¡¡todos ingenieros metidos en el sector del automóvil!!.
¿Y sabes una cosa?¡¡¡ si no hubiera sido por mi maravillosa biblioteca...!! Estos( hermanos y primos) no hubieran conocido nunca a los filósofos, los inventores, los artistas y todas las maravillosas artes; no hubieran deseado ir a conocer los países lejanos, no tendrían una pizca de humanidad con sus planteamientos estructurados y metódicos, no habrían crecido rodeados de las partituras, de los bocetos, las litografías, los libros antiguos, las palabras, las rimas .... ahora tendrían un desconocimiento total de sus principios, de sus antepasados, de su historia...
La sociedad puede decirte mucho pero gente como tú y como yo ..¡¡somos los que detrás de tanta tecnología damos sentido a la existencias, a las ilusiones , a los sueños, a nuestros ancestros....sin su desconocimiento ¡¡estaremos siempre perdidos!!...
Tu blogs tiene palabras bonitas pero ¡¡¡¡el fondo de tus penurias no me gusta nada !!!
yo no me arrepiento, para nada, de tener mi licenciatura en F. y Letras ¡¡para nada !!... ¿útil? ¡¡¡si lo es !!!...pocas carreras dan una visión diferente del mundo ...Y si no conocemos nuestra historia, nuestra filosofía, nuestra sociología, la antropología ...¿para que nos servirá vivir en este mundo?? ¿tendríamos ilusiones? ¿tendríamos conocimientos? ...
Yo no me arrepiento ...los números están muy bien pero sin la letras sin las palabras es imposible el entendimiento y el desarrollo
¡¡¡
¡¡me importa un pito si alguien me ve como un bicho raro!!puede que en el fondo lo sea ....pero asi marco la diferencia con el resto ...si todos somos iguales ¡¡que aburrido sería el mundo !!¿no crees??
Creo, Ana María, que no has percibido el mensaje del texto, que era (o pretendía ser) el contrario.
EliminarLa culpa, seguro, es sólo mía.
Un saludo
Perdona, Antonio, si he percibido el texto.
ResponderEliminarLo que quería decir es que estoy ¡¡¡hasta las narices!!! de que parte de la sociedad española nos considere unos bichos raros o que sectores de la sociedad pretendan que parezcamos bichos a lo que no se les puede introducir en el mercado laboral por el hecho de tener una carrera de letras.
Yo estoy muy orgullosa de mi carrera.
Me parece una postura pícara, irónica o ja ja incluso pesimista eso de "la culpa es sólo ´mía"
Lo que pretendía era lo contrario: descargarnos de culpa. Utilizar la ironía (somos culpables) para lanzar dardos envenenados contra quienes, "saturados de estímulos tramposos", deambulan por la vida "aturdidos, sordos y ciegos", como decía Parménides.
Eliminar¿Pesimista? Todo lo contrario. Es una furiosa reivindicación de las humanidades. Sin complejos ni culpa. No nos toca a nosotros demostrar que somos necesarios; es algo que cae por su propio peso. Si la sociedad no lo percibe, entonces tenemos un problema de valores y de educación de base.
Y de eso sí tenemos todos la culpa. Y es algo que debería preocuparnos.
Un saludo
Me gustó, porque parte de mis sufrimientos cotidianos tienen que ver con haber perdido ese tiempo interno, con no podérmelo conceder más a mí misma, ocupada como una rana loca en pedalear para no ahogarme en la leche e idealmente amanecer en la firmeza de la mantequilla. Y eso que todos mis trabajos están dentro de las humanidades, la creatividad, son significativos, no podría vivir de otra manera. Pero perdí la calma de ese refugio interno, esa "inutilidad celebratoria": ahora solo leo si sirve para mis talleres. Leer literatura, escribir, supone el riesgo de dejarme llevar por el remolino y no querer regresar nunca más.
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