En estos
días de pérdida me apetece celebrar la vida. Rendirle tributo.
En este
blog, últimamente velado por la melancolía y a menudo refugio de lo insólito,
somos todos turistas de lugares poco o nada transitados.
Nos agradan
los destinos exóticos. Lo saben. Nos han acompañado a menudo a lugares
insospechados.
Otros siguen
en sus viajes los rutinarios paquetes vacacionales que los mayoristas del
tiempo ofrecen por un puñado de monedas. La gran mayoría escogen caminos
confortables, ya trillados: retroceden al final de período cretáceo, a
Norteamérica, y se encogen horrorizados ante la grandiosa fiereza del
Tyranosaurio Rex. Los hay que asisten al esplendor del Egipto faraónico
mientras eleva sus pirámides inmortales; también muchos escudriñan, ocultos
entre la multitud, los pasos del nazareno en la Galilea del siglo I, u observan
a los primeros homínidos bípedos en la conquista de la sabana africana hace
millones de años.
Nuestro
viaje, el que estamos a punto de emprender juntos, es mucho más arriesgado.
Visitamos el Eón Arcaico, hace 3.500 millones de años, y si bien hemos evitado el
horror del Eón Hadeico (formación de la corteza terrestre, aparición de los
océanos, y la frecuente colisión con enormes astros, que culmina con el
denominado "bombardeo terminal")
el ambiente dista mucho de ser tranquilo.
Vestimos un equipo que nos protege del
entorno. No hay apenas oxígeno en la atmósfera de la Tierra. Es un infierno de
ácido clorhídrico y sulfúrico en el cual, sin embargo, surge muy pronto la
vida. Hemos encontrado microfósiles de células procariotas, bacterias, en rocas
australianas datadas hace 3.600 millones de años.
Hemos decidido enfocar nuestro viaje 3.000
millones de años en el pasado. La Tierra se ha enfriado hace apenas 200 millones
de años, y nuestro destino es Vaalbará, el primero (de los varios)
supercontinentes que existieron sobre nuestro planeta a lo largo de su historia
geológica. Los niveles de oxígeno en la atmósfera no llegan al 1%, pero
aumentan con rapidez. Algo está expulsando grandes cantidades de O2. ¿Qué puede ser?
Las células procariótidas denominadas
cianobacterias inventaron la fotosíntesis oxigénica hace más de 3.000 millones
de años, y durante 1.500 millones de años liberaron oxígeno a la atmósfera,
capturando dióxido de carbono en forma de carbonatos. De hecho, el oxígeno que
respiramos procede de ellas. Las cianobacterias crearon nuestra atmósfera.
En este proceso químico las bacterias
resultan algo pegajosas, y se les adhieren diminutas partículas de polvo y
arena. Cuando una fina lámina de bacterias muere y solidifica, otra se asienta
encima. Finalmente, al cabo de miles de años, se forman estructuras sólidas
cada vez más grandes y de diversas formas. Pueden ser planas, redondas, con
forma de coliflores, enormes setas o columnas. Las hay diminutas y algunas
alcanzan tamaños impresionantes; se habla de formas que alcanzan los 100
metros.
Rascacielos de la vida primitiva. El viaje,
sin duda, ha merecido la pena.
Estas comunidades tienen un nombre:
estromatolitos (del griego stroma,
"alfombra" y litho,
"piedra"). La primera manifestación visible de la vida en nuestro
planeta, el primer ecosistema.
Caminamos con un escrupuloso silencio por un
lugar de aguas someras, entre gigantescas formaciones rocosas cuyas extrañas
formas nos sobrecogen. Son piedras vivas, las estructuras estratificadas que
permitieron la formación de nuestro aire. Las conocíamos por los registros
fósiles, como las estructuras estromatolíticas encontradas en Warrawoona,
Australia, datadas en unos 3.500 millones de años.
El primer palpitar de la vida tiene la forma
de enormes columnas. Paseamos por esta sala
hipóstila sabiendo que asistimos al nacimiento del mayor de los milagros.
La vida perdurará, se extinguirá en ocasiones y alcanzará niveles de
complejidad inimaginable, como en el caso de los humanos; pero todo tiene su
comienzo en estas moles pétreas en las que la vida tiene un tamaño microscópico
¿Había oído hablar de ellas?
La Tierra será hogar de bacterias a partir de
este momento, y lo sigue siendo en la actualidad. No las podemos ver a simple
vista, pero ellas son las que reinan hoy, reinaron en el remoto pasado y
reinarán cuando nuestra especie se haya extinguido.
La última célula vida que muera en la Tierra,
dentro de unos pocos miles de millones de años, será una bacteria.
Volvamos del viaje. Lo que sólo podíamos ver
en forma de fósil ha cobrado vida.
Ahora, despiertos de este sueño ¿quieren que
les diga algo asombroso?
En 1961 un grupo de científicos se
encontraban en la bahía de Shark, una zona casi inexplorada del noroeste de
Australia. Vieron unas formaciones extrañas, como grandes piedras grises. No
supieron lo que eran. Al cabo de unos años, descubrieron que eran
estromatolitos vivos.
¡Es increíble! Las aguas extremadamente
saladas de la bahía habían preservado a los estromatolitos, alejando a sus
depredadores. Los seres vivos más antiguos del planeta volvían de su remoto
pasado.
Desde entonces hemos encontrado
estromatolitos en otros lugares del mundo, en Australia, Sudáfrica, México,
Brasil o Chile. Los hay planos, algunos parecen piedras y hemos encontrado
cúpulas de 12 metros; la altura de un edificio. Suelen encontrarse en lugares
remotos, propicios para la vida en condiciones extremas: los extremófilos.
En México se puede practicar el buceo en la
laguna de bacalar, y nadar entre enormes formaciones de estromatolitos vivos.
Observen este vídeo.
Es un viaje en el tiempo.
A los orígenes de ese asombro que llamamos
"vida".
Antonio Carrillo
Piedras vivas? Me gusta :-)
ResponderEliminarlos fundadores de la vida! las alfombras de piedra sintetizadoraas!
ResponderEliminar