Q: What is
Yellowstone doing to prevent an eruption?
¿Qué está haciendo Yellowstone para prevenir una erupción?
A: Nothing can
be done to prevent an eruption. The temperatures, pressures, physical
characteristics of partially molten rock, and the immensity of the magma
chamber are beyond man's ability to influence--much less control
No se puede
hacer nada para prevenir una erupción. Las temperaturas, presiones, características
físicas de la roca parcialmente fundida y la enormidad de la cámara de magma
están más allá de la capacidad del hombre para afectar – y mucho menos controlar.
National
Park Service. USA
1.600 d.C.
Desde las zonas más profundas y
ardientes del manto terrestre, las más cercanas al núcleo, se elevan como
columnas enormes flujos de roca fundida. La materia asciende porque la
temperatura altera su densidad, haciéndola más liviana. En el interior de
nuestro planeta hay inmensos ríos verticales de 500 kilómetros de diámetro que,
ya cerca de la corteza, detienen su avance y fluyen hacia los lados, adoptando
la forma de un inmenso hongo.
La presión que ejercen sobre la
litosfera es enorme, y en estos puntos calientes la actividad plutónica es incesante.
Hawái, Japón o las Canarias tienen su origen en estos pilares de magma.
Cerca de la superficie el magma
se enfría y regresa a las profundidades en forma de columnas descendientes.
Esta circulación de calor se denomina convección del manto terrestre.
En el año 1.600 d.C., en una zona
del manto que confluye con un punto caliente del oeste de los Estados Unidos,
500 kilómetros cúbicos de magma inician un rápido ascenso. Su destino es
inusual: no será un lugar de encuentro entre placas, que permita disipar parte
de la energía acumulada. Cerca de la superficie se acumula una cantidad enorme
de material candente en una cavidad monstruosa. El empuje final del magma
que ha iniciado hoy su ascenso romperá un frágil equilibrio, y la corteza
terrestre se fundirá y cederá, incapaz de detener la presión.
Comenzamos, pues, esta historia
en el siglo XVII, el siglo de Newton, Galileo, Cervantes o Velázquez. Sin que
lo sepamos ni podamos impedirlo, en el interior del planeta se han desatado
unas fuerzas que, cinco siglos más tarde, acabarán con la civilización.
Un supervolcán estallará en
Yellowstone al comienzo del segundo milenio.
1923. Yellowstone comienza a ser conocido como uno de los lugares
más bellos de los EEUU. La mitad de los géiseres del planeta se encuentran en
él, su riqueza geológica, hidrológica y biológica apabulla. Es el
primer y más grande Parque Nacional. Pero su belleza oculta un peligro: los
geólogos desde principios del siglo XX observan una enorme actividad hidrotermal.
El terreno asciende, sometido a presiones inimaginables. Los terremotos son
frecuentes. Pero nadie sabe realmente lo que sucede, la causa. Se piensa que
Yellowstone es inofensivo.
1959 Yellowstone ya relata una historia geológica preocupante. Hay
indicios en las piedras de al menos tres grandes erupciones en el pasado, la
última de hace unos 600.000 años. La fuerza de la erupción parece descomunal, y
lo más extraño es que no se encuentra el cráter ni la caldera. En este mismo año
Yellowstone se agita por un terremoto de una magnitud de 7,5 sobre la escala de
Richter en el que fallecen 28 personas. Sucede entonces algo asombroso: en el
fondo del lago Hegben se abre una enorme grieta que lo vacía por completo.
Posteriormente, los sedimentos taponan la herida y las aguas vuelven. Yellowstone,
sea lo que sea, está vivo.
1970 Aunque geólogos y vulcanólogos son cada vez más conocedores de
la potencia destructora de Yellowstone en el pasado, y de su incesante
actividad geotermal y sísmica, no conocen nada parecido a los supervolcanes.
Los vulcanólogos sí saben de la existencia de Traps o Grandes Provincias
Ígneas: inmensas extensiones de material volcánico, fundamentalmente basalto,
que ocupan áreas de cientos de kilómetros cuadrados. Pero Yellowstone es
otra cosa. Está lo bastante concentrado para no ser considerado un trap, pero a
su vez es demasiado grande y destructivo para ser un volcán. En el verano de 1975
se produjo otro gran terremoto de una magnitud de 6,1.
La respuesta al misterio de
Yellowstone provino de la paleontología: en 1971 se encontraron en Nebraska una
gran cantidad de fósiles de animales jóvenes muertos bruscamente hacía 10 millones
de años. Todos murieron de asfixia; una ceniza cortante rasgó sus tejidos
pulmonares hasta ahogarlos en su propia sangre. En efecto, los huesos estaban
cubiertos por ceniza volcánica. Pero en Nebraska no hay ni ha habido volcanes.
Los análisis químicos de la ceniza demostraron que el volcán causante de la
extinción se encontraba en Idaho, a 1.600 kilómetros de distancia. El lugar de
origen se conoce como la caldera de Bruneau-Jarbidge. Era la primera vez que se
observaba una erupción de un tamaño semejante. Sea lo que fuere, Yellowstone
era parecido al supervolcán extinto de Idaho: un gigante capaz de matar a miles
de kilómetros. Pero ¿dónde estaba la caldera?
A finales de los 60 la NASA
quiso probar equipos de fotografía a gran altura como parte del proyecto Apolo, en
la Luna. Preguntó al Servicio Geológico Norteamericano si había un lugar en la
Tierra que quisieran fotografiar desde tan alto. La respuesta fue inmediata: Yellowstone.
Cuando revelaron las fotografías, descubrieron por fin al monstruo: una
caldera de 70 kilómetros de largo y 30 de ancho. Era demasiado grande para
verla desde tierra.
Los vulcanólogos habían descubierto un supervolcán activo.
Los vulcanólogos habían descubierto un supervolcán activo.
1980. En el verano de 1975 Yellowstone se agita con un nuevo terremoto de magnitud 6,1. A
partir de ese momento los científicos observan que el suelo de la caldera de
Yellowstone se eleva 18 centímetros de 1976 a 1984. Es imprescindible saber lo que sucede, conseguir imágenes
desde un satélite capaces de detectar variaciones de temperatura. En 1984 el
satélite Landsat ofrece nuevas imágenes del leviatán que oculta Yellowstone, y
se confirman los peores pronósticos: es enorme y se muestra activo. En 1985 se
producen 3.000 sacudidas menores.
1992
La vigilancia sobre lo que sucede en Yellowstone aumenta. Un sistema de 22
sismógrafos repartidos por todo el parque recibe las ondas de los terremotos, y
analizándolas se generan imágenes de la cámara de magma. Tiene más de 20
kilómetros de largo, diez de ancho y cinco de profundidad. Se detecta una vez
más un ascenso de la caldera desde el verano de 1992 al verano de 1995. El
satélite, por su parte, confirma sucesivas elevaciones que finalizan en junio
de 1997. El suelo de Yellowstone se mueve; a 10 kilómetros de profundidad el
magma y los sistemas hidrotermales están bailando, en un juego peligroso por
desconocido. Un estudio de septiembre de 1998 confirma finalmente estos datos
que, sin embargo, no son de conocimiento público.
2.000 Comienza una actividad frenética que intenta averiguar lo que
está sucediendo. Un estudio muestra la existencia de antiguos ríos de lava de
32 kilómetros de longitud, los mayores encontrados jamás. Algunos son de hace
sólo 70.000 años. El estudio de la lava muestra la personalidad explosiva de
Yellowstone: la lava contiene cristales de cuarzo que a su vez contienen
titanio. La cantidad de titanio varía según la velocidad de ascenso de la lava.
Pues bien: la lava de Yellowstone subió rápidamente. Se sabe que la última
gran erupción del supervolcán de Yellowstone, la llamada erupción de Lava Creek,
expulsó cerca de 1.000 km3 de roca, polvo y ceniza. Los efectos
afectaron a toda Norteamérica, incluido México. El clima de todo el planeta se
vio alterado por un invierno nuclear. Es demasiado grave, demasiado grande para
mantenerlo oculto. Cuando las productoras, imbuidas del ambiente catastrofista
propio del cambio de milenio, buscan temas para sus documentales, Yellowstone
ve la luz. El año 2000 la prestigiosa BBC produce un documental sobre el
Supervolcán de Yellowstone. Por cierto, el término “supervolcán” aparece por
primera vez en este programa. No todos los vulcanólogos lo admiten como
apropiado.
La conmoción es tal que el gobierno de los EEUU se ve obligado a actuar. En mayo de 2001 se crea el “Observatorio Vulcanológico de Yellowstone” (YVO). Es fruto de la colaboración entre el servicio geológico Norteamericano, el parque nacional de Yellowstone y la Universidad de Utah. Su misión: estudiar la evolución del supervolcán y anticipar los riesgos de una erupción. Yellowstone es el volcán más vigilado del mundo.
2003. El 10 de agosto el Denver Post informa del descubrimiento de
una gran y súbita elevación en el fondo del lago Yellowstone. Esta prominencia mide
nada menos que 630 metros de largo por 30 metros de alto. El descubrimiento de
una elevación a un kilómetro de la costa, que confirma el Salt Lake Tribune el
mes de noviembre, motiva el envío de un submarino y su estudio por sónar. Hay
preocupación porque se produzca no tanto una erupción como una explosión
hidrotermal masiva. Es decir: el lago Yellowstone, con sus 32 kilómetros de
longitud, 23 kilómetros de anchura y hasta 118 metros de profundidad, situado
encima de la cámara de magma, puede colapsar por un terremoto o por el aumento
de la presión de la cámara. Si el agua entra en contacto con la lava hirviendo,
la explosión hidrotermal puede ser devastadora y desatar el caos.
Hay otras evidencias: aparecen
numerosos peces muertos, lo que podría significar que hay grietas en el fondo
del lago por las que se filtran gases sulfurosos. Además, en determinados
lugares de la orilla se detecta un fuerte hedor a sulfuro. Aparecen nuevas
fumarolas en el entorno del geiser Norris, por lo que se prohíben algunos
accesos. También se observa un aumento de la actividad hidrotermal y de la temperatura del agua.
En marzo de 2004 un biólogo
descubre los cuerpos de cinco bisontes muertos por envenenamiento debido a la emanación de gases
junto al geiser Norris. En abril aumenta la actividad sísmica en todo el
parque.
2006 Científicos del observatorio de Yellowstone y del
Servicio Geológico de los Estados Unidos (UEGS) presentan las conclusiones de
un estudio sobre lo que está sucediendo en Yellowstone. Reconocen que hay
cambios en la actividad hidrotermal y en la cámara de magma, pero, en palabras
de un geólogo del UEGS ,“aún no estamos seguros de si esta actividad es normal o
no”. Si se habían observado por satélite
variaciones en la caldera de 4 a 6 centímetro por año.
2007 El 30 de abril se detectaron 16 terremotos de una magnitud
superior a 2,7. El UEGS le otorga a Yellowstone el rango de “sistema de alto
riesgo". Al fin y al cabo, la
caldera seguía subiendo a un ritmo cada vez mayor: 7,6 centímetros por año
desde 2004 a 2008. El mayor nivel desde que se iniciaron las observaciones en
1923. Sin embargo, en 2009 el ritmo de crecimiento se desacelera, y en enero
del 2010 el USGS hace público un mensaje tranquilizador: "el levantamiento
de la caldera de Yellowstone se ha desacelerado significativamente".
Pero durante meses ha reinado la inquietud:
entre diciembre y enero de 2008 y 2009, en un plazo de siete días, se
monitorizaron 500 terremotos, algunos de una intensidad de 3,9. El 1 de enero
de 2010 la Universidad de Utah hace pública una nota de prensa en la que afirma
que “el Servicio del Parque Nacional de Yellowstone se mantiene al tanto sobre
la actividad sísmica que está teniendo lugar, por vía electrónica y por
teléfono con la Universidad de Utah y el USGS y que la Oficina de Seguridad
Nacional de Wyoming está revisando los Planes de Respuesta a Terremotos”.
Los interesados pueden realizar
un seguimiento en tiempo real de lo que está sucediendo en Yellowstone en la
página:
Pulsar para seguimiento del volcán en tiempo real
2010 El año comienza muy movido. Entre el 17 de enero y 1 de
febrero se detectan 1620 pequeños terremotos. A tantos sismos continuados se
los denomina “enjambres”. Se observó que terremotos acaecidos a grandes
distancias (incluso a 3.200 Km) afectaban al sistema de Yellowstone. El
enjambre de 2010 guarda relación con el terrible terremoto de Haití de 12 de
enero del mismo año, que causó más de 200.000 muertos.
2013. El 10 de septiembre Yellowstone parece volverse loco. Durante
seis días se sucedieron los terremotos; 130 en total. Un profesor de geofísica
de la universidad de Utah, visiblemente preocupado, afirma que “nunca he visto
nada igual en 53 años de investigación en Yellowstone. Nunca he sido testigo de
tres enjambres sísmicos simultáneos”.
Esta inusual actividad sísmica
proporcionó una cantidad ingente de datos a los estudiosos. Cuando estudiaron
el avance de las ondas sísmicas descubrieron que el supervolcán de Yellowstone
es un 250% más grande de lo que se creía. Los científicos que participaban en
la reunión anual de la Unión de Geofísicos de EE.UU. en San Francisco supieron
que la caverna magmática tiene 90 kilómetros de largo, 30 de ancho y hasta 15km
de profundidad, con un volumen que supera los 20.000 Km3 de magma. Y que apenas
8 kilómetros nos separan de este lugar apocalíptico. Es una noticia aterradora,
que, sin embargo, apenas si ocupa espacio en los medios de prensa.
2014. En el mes de junio se cierran al público varias carreteras del Parque Nacional, como la que permite acceder al geiser Faithful, el más famoso del parque. Incluso se recomienda no caminar cerca de la zona, porque lo que parece tierra firme podría no serlo. El calor proveniente del interior ha derretido el asfalto y la grava de la carretera. El portavoz del parque es muy explícito: "Básicamente convirtió el asfalto en sopa. Transformó los caminos de grava en una gacha de avena". No duda en calificar la situación como "extrema e insólita". Como ejemplo de actividad, en la página web del centro de seguimiento del volcán del 25 de noviembre de 2014 se detectan 11 terremotos:
1.86
|
|
1.78
|
|
0.74
|
|
1.18
|
|
1.16
|
|
1.84
|
|
1.65
|
|
1.63
|
|
1.42
|
|
1.39
|
|
0.48
|
Los científicos llaman a la
tranquilidad. La situación en Yellowstone no indica que vaya a producirse una
erupción a corto plazo.
2017. El 14 de marzo el nivel de las aguas en la orilla sureste del
lago de Yellowstone ha ascendido dos metros. No es la primera vez que los
árboles de la orilla se ven inundados súbitamente por el agua. Los satélites
muestran que se ha producido un aumento repentino del suelo de la zona norte de
la caldera, lo que ha desnivelado el nivel del lago. Hay un fuerte olor a gas
en la zona. Se recomienda a los visitantes que eviten el lugar.
El 23 de octubre dos hectáreas de
arbolado muerto parecen afectadas por la emanación de gases. Los árboles se han secado,
y hay ardillas y otros pequeños mamíferos muertos por intoxicación. Se clausura
la zona e impide el acceso. El 12 de diciembre se observa un cambio en los
patrones de funcionamiento de los géiseres. En concreto, una docena dejan de
expeler agua.
2019. El comportamiento del sistema hidrotermal del parque se hace
más impredecible. La UEGS remite al
gobierno un informe confidencial en el que muestra su preocupación por estos
nuevos indicios. Todo parece indicar que está aumentando la presión de la
cámara de magma. Los enjambres sísmicos son cada vez mayores, y se detectan los
focos a una menor profundidad. Las mediciones en el lago muestran un aumento de
su nivel de acidez, lo que implica que se están disolviendo gases provenientes
de grietas del fondo de la caldera. No es necesario elevar el nivel de alarma,
pero se recomienda revisar los procedimientos de desalojo y actuación en caso
de erupción.
2024. Los últimos tres años han sido tranquilos; incluso ha
remitido la actividad sísmica. Pero de repente, el 4 de febrero, el parque
sufre un terremoto con una intensidad de 6,8 localizado en una de las fallas que atraviesa
el parque de norte a noroeste. Una cantidad indeterminada de agua del lago
Yellowstone, que se encuentra congelado, ha desaparecido. La actividad
geotermal de todo el parque se detiene bruscamente. Es la peor señal. El observatorio de
Yellowstone cierra el parque y recomienda desalojar a la población civil que
viva dentro de un diámetro de 60 kilómetros del parque. Los noticiarios dedican
su programación por entero a lo que está sucediendo en Yellowstone.
El 23 de junio el estado de
alarma se ha enfriado bastante en la opinión pública. El parque permanece
cerrado, pero se oyen voces de empresarios y políticos pidiendo su reapertura.
Los medios de comunicación se vuelcan en la noticia de un escándalo político. El día amanece tranquilo y caluroso. En el
Observatorio de Yellowstone, que monitoriza con un equipo científico de
refuerzo la actividad sísmica y tectónica del volcán al segundo, el responsable del turno
de noche informa de un temblor de pequeña magnitud, 2,5, pero a una profundidad
de apenas 7 kilómetros. El sismo se ha producido en el centro de la caldera,
bajo el lago. Los sistemas hidrotermales siguen sin mostrar actividad alguna.
A las 12 de la mañana un becario,
que se encuentra fumando en el exterior, llama a su supervisor. Le señala el
cielo. Miles de aves abandonan Yellowstone en dirección sudeste, oscureciendo
el cielo. No es época de migraciones. El supervisor llama por radio a los
encargados de vigilar la actividad por todo el parque. Desde los puestos de observación
se repite la misma noticia: los animales se mueven. Abandonan Yellowstone. El
máximo responsable del observatorio descuelga un teléfono con línea directa a
los asesores científicos del Presidente de los Estados Unidos.
Los animales no mienten: Yellowstone
va a estallar.
El 25 de junio el silencio es
aterrador, No se escuchan aves ni animal alguno. Los satélites informan que el
lecho de la caldera se ha elevado diez metros en apenas 24 horas, pero en la orilla
del lago ha bajado el nivel del agua casi tres metros. El olor sulfuroso
impregna todo el parque, y queda un retén de voluntarios refugiados a 50 metros
bajo tierra. La Guardia Nacional está evacuando a toda la población civil que
vive en un diámetro de 90 kilómetros. La radio y televisión emiten mensajes
institucionales recomendando a toda la población del oeste y centro de los
Estados Unidos que se mantengan dentro de sus casas, hagan acopio de víveres y
recojan las máscaras que el gobierno ha repartido por ayuntamientos y centros
parroquiales. Si ven caer ceniza, no deben respirar al aire libre sin las máscaras. Es
posible que no suceda nada, pero conviene estar preparados. En los mercados hay
ya desabastecimiento de latas de alimento y envases de agua. Muchos han optado
por intenta huir hacia la costa este, y en muchas carreteras el tráfico está
colapsado. Empieza a faltar la gasolina.
El 28 de junio, a las 14:45, la
caldera de Yellowstone finalmente colapsa. Un nuevo terremoto ha fisurado la corteza,
prácticamente derretida por el inmenso calor, y los gases disueltos por efecto
de la presión cambian súbitamente de fase, formándose burbujas que expanden al
magma y elevan aún más la presión. Es una reacción en cadena que, en cuestión
de segundos, libera una cantidad de energía inimaginable: más de 1.500 Km3
de materia incandescente explosiona en el mayor estallido que la Tierra
haya presenciado en 70.000 años. Por un instante la corteza terrestre
desaparece, hundiéndose decenas de kilómetros con un radio de 40 kilómetros. Es
una herida abierta en el planeta, por la que sangra gas, polvo y roca. La
erupción provoca que los miles de toneladas de agua del lago Yellowstone cambien
súbitamente de fase por el contacto con las hirvientes entrañas de la tierra.
Este hecho libera una inconmensurable cantidad de energía hidrotérmica en forma
de explosión. La brecha que se abre es aún mayor: un enorme agujero de 70
kilómetros de diámetro libera toda la energía acumulada. Se ha dado el peor de
lo escenarios posibles. La civilización humana está condenada.
En unos minutos muere todo rastro
de vida en un radio de 200 kilómetros. De nada sirven refugios, provisiones o
máscaras. Los mejor preparados podrán sobrevivir durante un tiempo, pero ya no
pueden abandonar lo que será su tumba, aprisionados bajo metros de ceniza y
roca.
La explosión barre el planeta a
1.200 kilómetros por hora. El estallido se escucha en todo el globo. El supervolcán inyecta
gran cantidad de materia a las capas más altas de la atmósfera. En poco tiempo sobreviene
una oscuridad de 24 horas. 2.000 kilómetros a la redonda del volcán la superficie
se convierte en un páramo de ceniza de 3 metros de espesor. En menor medida,
todos los EEUU, casi toda Canadá y buena parte de México se ahogan bajo la capa
de polvo volcánico.
Las cosechas del primer productor
de maíz y soja del mundo se pierden. EEUU no puede producir alimentos. Pero no
es un problema que sólo afecte a Norteamérica: el polvo impide la llegada de
luz solar, lo que inhibe la fotosíntesis. Las plantas mueren todo a lo largo
del planeta. El hambre tarda muy poco en causar grandes estragos. Las reservas
de alimentos son insuficientes para sostener a 6.000 millones de personas. Al
cabo de pocos meses, miles de millones de seres humanos han fallecido.
Además, las temperaturas han
bajado bruscamente, una media de 20 grados centígrados. El planeta entra en una
era glacial, que no podemos combatir por la falta de suministro energético. La
ceniza y las bajísimas temperaturas han obstruido, congelado e impedido el
aporte de agua potable y gas a las casas, los vehículos no pueden circular
porque los componentes de los motores se destrozan por los efectos de la
ceniza. La aviación comercial sufre la acumulación de partículas, especialmente
en las llamadas “corrientes en chorro”.
Este invierno de oscuridad y
muerte durará al menos diez años. Una década sin cosechas, movilidad ni energía.
Es una condena de la que no se puede escapar con vida.
Pero lo peor está por venir.
El supervolcán libera a la
atmósfera enormes cantidades de dióxido de azufre (SO2). Este gas en
la atmósfera suma otro átomo de oxígeno y se convierte en trióxido de azufre
(SO3). Esta molécula se combina con agua (H2O),
incorporando los dos átomos de hidrógeno y el átomo de oxígeno (H2SO4).
Del cielo llueve ácido sulfúrico.
Todo resto de vida expuesta a
esta lluvia muere.
El escenario es terrible. Los océanos sufren
la acción de la lluvia ácida, que ataca el ciclo de carbono. Los animales con
caparazones mueren; es decir, casi todo el zooplacton que se encuentra en la
base de la cadena alimenticia.
Hay más: la destrucción de Yellowstone ha
provocado fortísimas réplicas sísmicas en los EEUU. Hay cinco centrales nucleares
especialmente expuestas, situadas en zonas de alto riesgo sísmico. En todo el
mundo existe riesgo de contaminación radioactiva. Los sistemas de control de
las cientos de centrales nucleares no han previsto un escenario tan terrible.
No hay teléfonos móviles, televisión,
transporte ni energía. Unas pocas miles de personas afortunadas sobreviven en
refugios, mientras la mayor parte de la humanidad desaparece. La civilización
basada en la tecnología nos ha hecho vulnerables. No sabemos hacer fuego,
buscar agua ni tenemos nociones básicas de supervivencia. En un entorno
apocalíptico, salir de casa es peligroso. Permanecer en ella, una condena a
muerte. Pero las cadenas de producción son inútiles sin energía ni materias
primas, y el desabastecimiento nos condena en apenas tres meses.
Las fuerzas del orden no son capaces de
preservar el orden social. Proliferan los saqueos y ataques.
El derrumbe de la convivencia pacífica supone
la muerte de la civilización.
Los humanos sobreviven, pero ya nada será
igual. De un mundo poblado por 7.000 millones pasamos a otro con unos pocos
centenares de miles.
Pasados diez años, en el 2034, tendremos que
volver a empezar.
Coda:
Todo lo escrito hasta el 25 de noviembre de
2014 es absolutamente cierto. La pregunta es: ¿cuándo se producirá la erupción
de Yellowstone? No podemos saberlo, pero todo parece indicar que no será un
suceso próximo. Posiblemente, pasarán muchas generaciones hasta que alcancemos
un nivel de auténtico riesgo. Incluso entonces, la erupción puede no ser tan
catastrófica como la que describo.
Yellowstone no es el mayor peligro al que nos
enfrentamos. Yo pondría en primer lugar el impacto de un gran meteorito. Sin
embargo, el Centro de control de Yellowstone emite comunicados diariamente en
tiempo real. Conviene estar atentos a las señales.
Vigilar. Aunque sea poco lo que podamos
hacer.
Antonio
Carrillo
Una vez más esto demuestra que el ser humano apenas puede hacer nada frente al poder de la naturaleza y hace que (al menos algunos) nos planteemos si no sería bueno que mostremos un poco más de humildad ante lo que ni siquiera la tecnología más moderna puede dominar.
ResponderEliminarCierto. Muy cierto.
ResponderEliminarMe ha encantado,me ha parecido una historia increíble.
ResponderEliminarGuillermo
me a encantado
ResponderEliminar