miércoles, 28 de junio de 2023

Extraterrestres en la Gran Pirámide

Los griegos calificaron la gran pirámide de Guiza como una de las siete maravillas del mundo antiguo, la única que ha perdurado. Heródoto, el primer historiador, afirmó hace 2.400 años que era una tumba, e incluso identificó correctamente a su constructor: el faraón Keops.

No todas sus opiniones eran correctas; El sabio griego creía que había sido construida por 100.000 esclavos, y propuso que el faraón arruinado optó por prostituir a su pobre hija. El historiador cometió algunos errores, cierto, pero las cosas fueron a peor tras el derrumbe del mundo clásico: el conocimiento cayó en el olvido. La biblia se convirtió en la única fuente de conocimiento sobre un oriente lejano en el tiempo, y las pirámides de Egipto fueron los graneros que José, hijo de Jacob, llenó de trigo durante los siete años de abundancia que predijo tras un sueño del faraón. En la catedral de San  Marcos de Venecia vemos mosaicos con las pirámides en su forma de silos de grano.


Bueno, es excusable ¿cierto? Con la caída de roma la historiografía había muerto, desalojada por la creencia. Resulta más difícil justificar la opinión de Ben Carson, candidato republicano a la presidencia de los EEUU en el 2016: “las pirámides fueron construidas como bodegas de granos y no, como dicen los arqueólogos, para el entierro de faraones muertos”. El hombre más rico del mundo, Elon Musk, afirmó en el 2020 que las pirámides habían sido construidas por extraterrestres.

Al parecer no bromeaba.

Conviene aclarar algunas cosas. Sabemos bastante sobre la época de las pirámides y su construcción. Y no hay nada mágico ni ultraterrenal en ello. Al contrario, la construcción de las pirámides fue un ejemplo de optimización de recursos y racionalización de esfuerzos. Eso incluye alguna chapuza, como cuando Micerinos falleció antes de finalizar su templo. Su hijo Chepseskaf lo terminó usando ladrillo en bruto y tierra apisonada para ir más rápido. Hoy en día solo quedan los cimientos y parte del sótano, en una chapuza impropia de extraterrestres superpoderosos.

Los Egipcios hicieron lo posible por trabajar lo menos posible. Por ejemplo, la esquina suroeste de la pirámide de Kefrén no está construida con sillares de piedra, sino tallada directamente sobre una colina de roca preexistente. A pesar de lo que pueda leer, la mayoría de la piedra la extrajeron directamente de la propia meseta de Guiza a escasos metros, porque tenía la ventaja de estar fragmentada con líneas muy rectas debidas a plegamientos anticlinales. Estas piedras no están finamente talladas, ni encajan a la perfección. ¿Para qué esforzarse en un trabajo que nadie iba a ver? Sólo los bloques más cercanos al borde se trajeron desde algo más lejos, en concreto desde las canteras de piedra caliza de la cercana Tura, una piedra muy blanca y de gran calidad. Estaban perfectamente pulidas y escuadradas. Las pesadas piedras graníticas que se utilizaron en el gran corredor o en la cámara del Rey se trajeron desde Asuán, en el lejano sur.

¿Hay alguna prueba de este esfuerzo organizativo? ¿Algún testimonio documental? De hecho, sí. En el año 2013 se encontró el cuaderno de bitácora de uno de los inspectores encargados de trasladar las piedras del revestimiento desde Tura. Y es un testimonio definitivo de un trabajo coordinado y eficaz. De los egipcios, no de los extraterrestres.

No son muy conocidos los restos egipcios encontrados en el desierto de Libia al oeste, ni los localizados en la Península del Sinaí, en la costa occidental del mar rojo o en Nubia, al sur. Y, sin embargo, revisten un enorme interés. En el verano de 2011 arqueólogos franceses y norteamericanos comenzaron a excavar el puerto más antiguo jamás descubierto, con más de 4.500 años de antigüedad. Es un complejo enorme, de 5 kilómetros de extensión, con multitud de estancias y construcciones de todo tipo y tamaño. En este puerto de Wadi al-Jarf se encontró el Diario de Merer, la prueba definitiva que desmonta cualquier teoría alternativa a la construcción de las pirámides. Merer era un funcionario con el título de inspector, y estaba obligado a llevar un cuaderno de bitácora en su tarea de traslado de bloques de piedra desde la cantera de Tura a la pirámide de Guiza. Con su equipo, formado por 40 barqueros, trasladaba en seis viajes unos 200 bloques de 3 toneladas al mes. Y todo está descrito con detalle.

En el primer día Merer salía cargado de piedras desde Tura hacia Guiza, aprovechando la corriente del río Nilo.  Llegaban a un lago artificial que se había creado junto a la pirámide, para acercar lo más posible las piedras a su destino final y ahorrarse el trabajo de arrastrarlas por tierra. Allí las piedras eran inspeccionadas en un centro administrativo llamado Ra-she Khufu (la boca del estanque de Khufu). Pasaban la noche. Al día siguiente se descargaban la treintena de bloques de piedra y, al tercer día, regresaban a Tura aprovechando los vientos del norte.

¿Y cómo se trasladaban los bloques de piedra de la cantera al barco y del barco a la pirámide? Arqueólogos franceses e ingleses han descubierto en las canteras de alabastro de Hatnub una rampa con bastante pendiente de la época de Keops. Estaba flanqueada por sendas escaleras con numerosos orificios para postes. Las piedras se movían sobre trineos de madera ayudándose de los postes laterales y de la fuerza de los bueyes.


Además, científicos holandeses han demostrado experimentalmente que las piedras se movían con mucha menos fricción al añadirse un poco de agua durante el traslado. En una de las paredes de la tumba del nomarca (líder local) Djehutihotep, en la necrópolis de Deir el-Bersha, vemos a un grupo de personas tirando de un trineo que carga una estatua enorme. Alguien vierte agua sobre la arena.


Las pruebas se acumulan. También se ha encontrado el poblado de los trabajadores encargados de construir la gran pirámide. Eran personas libres, bien alimentadas y con excelentes cuidados médicos. Los esqueletos muestran facturas perfectamente curadas.

Las pirámides no fueron un milagro inexplicable; tampoco una explosión inmediata de creatividad y genio constructor. Al contrario, fueron fruto de un proceso de aprendizaje que tiene sus hitos en Zoser, con su primera pirámide escalonada de piedra, en Snefru y sus tres pirámides que afianzaron el conocimiento de las pirámides con caras lisas. Y la consolidación que supusieron las enormes pirámides de la meseta de Guiza. Son cientos las pirámides alzadas a lo largo de los años, en Egipto y en otros muchos lugares.

Los extraterrestres no son necesarios para explicar las pirámides. Pero es una lástima que nadie sepa de Merer y de su rigor a la hora de llevar un registro documental de su labor como funcionario del imperio antiguo. Supongo que se debe a que no es entretenido. Es más interesante especular sobre naves extraterrestres trasladando grandes bloques, sobre alquimistas milenarios capaces de disolver y solidificar rocas. Sobre gigantes mitológicos que trasladaban grandes bloques de piedra.

A lo mejor están huecas y llenas de grano. O son centrales energéticas para abastecer naves espaciales. Es posible que en su interior haya nidos de reptilianos esperando a eclosionar.

¿Usted qué cree?

Antonio Carrillo

domingo, 4 de junio de 2023

Alienígenas en televisión

Hace años un programa de televisión llamado “Cosmos” despertó en mí el interés por la ciencia. Durante la adolescencia, una época de búsqueda y asombro, fui afortunado al llenar mi mente de estímulos como planetas, redes neuronales, evolución o galaxias.

Carl Sagan, el autor, tenía el raro talento de aunar disciplinas diversas: física, geología, historia, biología o filosofía, que nos abrían los ojos a una realidad holística y siempre apasionante. Todo un universo de saber apoyado sobre un rigor científico inexcusable. Una gozada.

35 años más tarde mi hijo Pablo puede ver en horario de máxima audiencia documentales en los que se defienden ideas como que las pirámides de Egipto las construyeron gigantes descendientes de extraterrestres lascivos. La Tierra podría ser plana, los humanos convivieron con los dinosaurios y los gobiernos ocultan la existencia de ruinas en Marte. 

Es descorazonador ver como todos los días se desgranan una retahíla de argumentos sin lógica alguna, en una verborrea repleta de fechas y supuestos datos históricos que no se sustentan en hechos demostrables. En estos documentales se utiliza el llamado Gish gallop o ametralladora de falacias, una técnica de debate que se basa en la acumulación frenética de datos y argumentos tramposos, en una sucesión que no ofrece pausa para la reflexión ni está apoyada en argumentos científicos o lógicos validables.

No hay apenas documentales de ciencia. Tenemos, eso sí, buscadores de tesoros, personas que milagrosamente encuentran objetos alucinantes en trasteros y contenedores (parece que no hay guardamuebles en los EEUU que no contengan una espada samurái o una guitarra de Presley), o misterios sin resolver de todo tipo. Y muchos extraterrestres rijosos que nos visitaron hace milenios, que sembraron las semillas de la ciencia y del saber. Un conocimiento al parecer inalcanzable para los humanos sin ayuda.

Tenemos la televisión que merecemos. Es así de simple. Un 27% de los norteamericanos o españoles creen que el Sol gira alrededor de la Tierra. Cuando una sociedad aborregada e ignorante siga los dictados de líderes mesiánicos en posesión de una única verdad todos tendremos la culpa. Por desidia.

Espero que, si algo así sucede, los amables alienígenas de antaño regresen para librarnos de tanta mediocridad.

Por favor.

Antonio Carrillo