A Tales de Mileto se lo considera el primer filósofo; el estudio de los presocráticos siempre comienza por este milesio genial. Como era norma en el pensamiento de su época, se preocupó por definir la sustancia última, el arché, desde la que se compone y explica el cosmos.
Para Tales, esta sustancia universal y primera era el agua.
El agua es una sustancia formada por dos átomos de hidrógeno y uno de oxigeno, que en estado líquido y sólido tiende hacia un azul suave verdoso, y en estado gaseoso es incolora. Es una sustancia con asombrosas propiedades: es un disolvente muy potente, e interviene de manera decisiva en el metabolismo. Resulta fundamental a un nivel enzimático, gracias a su ph. neutro, y es capaz de ascender por un conducto estrecho oponiéndose a las leyes de la gravedad (capilaridad). Gracias al agua la savia alcanza las alturas de las secoyas. Pero, sobre todo, tiene una capacidad calorífica específica enorme (la segunda, sólo por detrás del amoníaco) lo cual le permite atenuar enormes variaciones de temperatura. Gracias a esta cualidad, el agua es el regulador por excelencia del clima de la Tierra. Es muy compleja en sus propiedades, y en absoluto lo sabemos todo de ella. El agua nos deparará, seguro, grandes sorpresas.
Esta sustancia, que está presente como purificadora en el cristianismo, islam, judaísmo, hinduismo, taoísmo o sintoísmo (¡qué curioso!), es muy abundante: el 70% de la superficie de nuestro planeta es agua. Y, sin embargo, el agua es, sin lugar a dudas, el mayor problema al que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI.
Para decirlo crudamente: la próxima guerra mundial, de haberla, no tendrá al nacionalismo, la ideología o el petróleo como causa. El próximo conflicto será una lucha a muerte por el agua potable. ¿Creen que exagero? Déjenme aportar algunos datos:
Aunque el 70% de la superficie de nuestro planeta es agua, sólo el 2,5% es agua dulce; y casi toda se encuentra en estado sólido o gaseoso.
O contaminada.
La escasa agua líquida potable se dedica, en un 70%, para alimentar cultivos que dan de comer a 7.000 millones de seres humanos. Un 20% se emplea en industria, y sólo un 10% se emplea para beber.
La Asamblea General de Naciones Unidas aprobó el 28 de julio del año pasado una resolución que reconoce al agua potable y al saneamiento básico como derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos. Porque el agua da la vida, cierto, pero, en muchos lugares del mundo, mata.
El agua contaminada acaba con la vida de un niño en el mundo cada 8 segundos, y es la causa fundamental que está detrás del 80% de las muertes en países del tercer mundo. 1.4000.000 niños mueren al año de diarrea por beber agua en mal estado. Cuando usted bebe agua en su casa, antes ha sido sometida a unos procesos de análisis, filtración y desinfección que aseguran su absoluta potabilidad. La próxima vez que abra un grifo, piense que el agua corriente potabilizada es, junto con la penicilina y las vacunas, la causa principal de que la esperanza de vida se haya disparado los últimos 100 años. En realidad, la revista Life consideró la cloración del agua el progreso en salud pública más importante de los últimos 1.000 años. Claro que es algo fácil de minusvalorar. Abro un grifo y tengo garantías de que el agua que bebo y con la que cocino es saludable. Es algo que ni me planteo: lo doy por hecho.
Pero en China, a día de hoy, 350 millones de personas no disponen de agua potabilizada. Un simple dato: China, con el 20% de la población mundial, sólo tiene el 6% del agua dulce disponible. Según Naciones Unidas, cada ciudadano chino dispone de 2.138 metros cúbicos de agua al año, cuatro veces menos que la media de los países desarrollados. De las 600 mayores ciudades del país, sólo 100 no tienen problemas de cortes o abastecimiento de agua. ¿No les parecen datos preocupantes?
Y lo peor es lo que nos espera: dentro de sólo 15 años, en el 2025, dos de cada tres humanos no podrán acceder a un agua en buen estado. Hoy son 3.0000 millones; pero muy pronto serán muchos más. El cambio climático y la contaminación industrial que sufren los países en desarrollo nos están conduciendo a un desastre sin paliativos.
Veámoslo con más detalle.
El ascenso del nivel del mar
Hay un fenómeno poco conocido, y que recibe el nombre de "marejadas de agua salada". Este fenómeno se produce cuando el mar irrumpe en el interior de los deltas debido al bajo nivel de agua que llevan los ríos. China está sufriendo las mayores marejadas en 20 años: 16 millones de personas en el delta del río Perla han sufrido las consecuencias; el agua dulce del río y del subsuelo es ahora agua salada.
En Bangladesh malviven millones de personas, la mayoría en zonas costeras muy bajas, que no podrán hacer frente al reto tecnológico de luchar contra la subida del nivel del mar. ¿Se hacen idea de los movimientos migratorios que nos depara el futuro? ¿Acaso alguien cree que estos millones de seres humanos no lucharán por alcanzar el agua dulce?
Basta medio metro de aumento del nivel del mar para que toda la micronesia, amplias zonas de Florida, el valle del Nilo u Holanda tengan que afrontar inundaciones. Y el problema es el constante incremento promedio de la temperatura los últimos años: el agua sube no sólo porque se derrita el polo norte. El agua asciende porque, al estar más caliente, ocupa un mayor volumen. La mayoría de los seres humanos vivimos cerca de la costa, como demuestran las imágenes del planeta durante las horas nocturnas. ¿Qué pasará cuando los acuíferos se llenen de agua salada proveniente del mar? ¿Cuando la sal vuelva estéril enormes franjas de territorio fértil? Nuestra especie vive, en buena manera, del arroz. ¿Qué futuro nos espera si los arrozales se transforman en pantanos salados en los que resulta imposible cultivar? ¿Qué sucederá con los miles de millones de personas que dependen de este alimento en Asia?
Hace unos miles de años - miles, no millones - el nivel del mar estaba 150 metros por debajo. Inglaterra o Japón, por ejemplo, no eran islas. Lo que comento no es algo excepcional en la historia geológica de nuestro planeta. Y no es que vaya a pasar, sino que está pasando. ¿Saben que este año de 2011, por vez primera, se ha abierto un canal de comunicación marítima en el polo norte? El ártico se derrite aceleradamente, y por ello miles de millones de personas afrontan un futuro incierto. Porque no hay futuro sin agua dulce y potable.
¿Nos salvará la tecnología? Soy muy escéptico. La debacle de la que hablo es de tal envergadura que afectará al planeta de manera global. Las corrientes migratorias, la sed, las enfermedades por beber agua contaminada o el mismo miedo no saben de fronteras. Y si algo nos ha enseñado la historia es que no hay fuerza más poderosa que la marea de la desesperación humana.
Recordemos que el país más industrializado del mundo asistió atónito al horror de ver como una ciudad, Nueva Orleans, resultaba arrasada por un huracán. Conviene no minusvalorar el agua: su fuerza es enorme. Las planchas de acero que recubren los cascos de los portaaviones se cortan con chorros de agua de alta presión.
Si el océano crece – y lo está haciendo – nada ni nadie podrá pararlo.
Sequía y acuíferos
Cuando el agua del océano ascienda, se encontrará con parte del trabajo de destrucción hecho. Los acuíferos terrestres estarán sobreexplotados, casi vacíos. Sólo tendrá que rellenarlos de agua salada.
El agua subterránea tiene un único origen: el agua de lluvia. Por tanto, la lógica dicta que si se extrae más de lo que llueve, el acuífero se agota. En España, por ejemplo, se calcula que hay 500.000 pozos ilegales, que extraen el agua del subsuelo sin control alguno. Científicos como Marc Bierkens, de la Universidad de Utrecht, advierten que si las reservas de agua subterránea se agotan, ello supondrá un desastre para la agricultura planetaria. Este autor publicó en el Geophysical Research Letters que "Si dejas que la población crezca mediante el aumento de campos regados con agua subterránea que no es renovada, entonces correrás hasta, en un momento dado, llegar a un muro que traerá hambrunas y problemas sociales"
¿Quieren datos? Entre 1960 y 2000 la explotación de acuíferos se multiplicó por dos: de 126 a 283 kilómetros cúbicos de agua al año. Para que tengan una referencia, a este ritmo toda el agua de los grandes lagos de Norteamérica desaparecería en sólo 80 años.
Esta agua subterránea representa el 30% de todo el agua dulce disponible en el planeta. Los ríos, lagos y embalses sólo representan un 1%. El resto del agua dulce tiene forma de enormes bloques de hielo en los casquetes polares.
¿Adivinan dónde se está agotando más rápidamente el agua? En donde hay más población: en India, China, o Pakistán; especialmente los dos primeros, que necesitan mucha agua porque tienen una industria en crecimiento.
Preocupa, y mucho, la situación en Asia. El gobierno chino es incapaz de asegurar el abastecimiento de agua, y se ha visto obligado a realizar obras inmensas, como la presa de las Tres Gargantas, en el curso del Yangtsé, o un enorme canal que trasvasará agua del sur lluvioso al norte seco.
El Himalaya está cambiando: se están creando miles de lagos que se alimentan del deshielo de 50.000 glaciares. Como demuestra un documental producido por Naciones Unidas y emitido por Discovery Channel, hay 1.500 millones de personas en peligro por avalanchas e inundaciones. Los lagos están desbordándose, y se observan fisuras en algunos. Una rotura explosiva sería una catástrofe inimaginable. De hecho, toda la vertiente del Himalaya se está preparando para un eventual desastre en forma de inundación por deshielo. Los datos científicos son escasos, pero lo cierto es que las infraestructuras son, en la mayoría de los casos, inexistentes. El deshielo de 50.000 glaciares es una cantidad de agua tan enorme que incluso cuesta imaginar sus consecuencias en una zona tan densamente poblada.
Pero, a la vez, aterra el fantasma de la sequía. El agua que se vierte de los glaciares acaba en el mar. Las lluvias monzónicas han desaparecido, cae mucha menos nieve en las cumbres, y hay comunidades en Nepal que utilizan redes de retención de humedad de bajo costo para convertir la niebla en agua. Se está investigando con nuevos cultivos más resistentes a la sequía, y la energía que depende de las centrales hidroeléctricas indias está en claro peligro.
En China, en palabras de Pan Yue, viceministro de Protección Ambiental en la provincia de Hubei, "la crisis medioambiental, particularmente para el agua, está llegando antes de lo esperado". Lo cierto es que, según noticias de China Business News, en la provincia de Hubei, casi medio millón de personas actualmente se enfrentan a problemas de acceso al agua potable, y más de 1.300 embalses han perdido tal cantidad de agua que no les permite abastecer de agua a los cultivos. "Sin agua suficiente, podríamos abandonar la siembra de primavera de arroz", recuerda Zhou Xingtao, un agricultor de la zona.
El gobierno lleva invertidos hasta el momento más de 20.000 millones de dólares en el Proyecto de Desviación de Agua Sur-a-Norte. Consistirá en tres rutas: las rutas oriental y media ya están en construcción. La ruta occidental sigue en fase de estudio. Mientras, y como medida de urgencia, 330.000 personas en las provincias de Hubei y Henan serán desplazadas antes de que la ruta media esté concluida (se espera) en 2014. La situación, en todo caso, es desesperada; y puede desembocar en graves disturbios sociales. ¿Cuánto no sabemos de lo que está pasando en China?
El gobierno chino ha pedido ayuda a la comunidad científica de Israel, un país que es líder en tecnología de aprovechamiento del agua. Hace poco se puso en funcionamiento la planta de desalación Beijiang, la más grande de China. Se trata de una central térmica de carbón que integra equipamiento de desalación de última generación, de diseño y fabricación israelí, para generar 4.000 MW de electricidad y 200.000 metros cúbicos de agua potable procedente de agua salada. Sin embargo, la paradoja es clara: ¿vamos a quemar carbón (agravando el problema medioambiental y la sequía) para conseguir agua? ¿Qué pasará cuando se agoten los combustibles fósiles? ¿Qué sucederá con los millones de personas cuyos gobiernos no pueden acceder a esta tecnología?
Mientras todo esto sucede, en China sólo el 38% del agua potable se trata para poder ser reutilizada. El 42% restante acaba en el mar.
Contaminación
Según Greenpeace, 100 millones de chinos realizan sus actividades cotidianas, beber, cocinar, regar o asearse, con agua contaminada que afecta a su salud. ¿Por qué permite su gobierno algo así?
China es el país con un mayor crecimiento industrial y económico del mundo. Lo fabrican todo: más barato que cualquiera. ¿De dónde viene este ahorro de costes? Por supuesto, de una ingente cantidad de mano de obra, pero también de una explotación incontrolada de los recursos. En China no existe una fuerza sindical que proteste ante una explotación salvaje del trabajador; pero tampoco hay prensa libre que informe sobre mareas negras, contaminación por fertilizantes o escapes residuales. La normativa en seguridad medioambiental a nivel local es tan laxa que, hoy en día, China es uno de los países más contaminados del mundo.
Las cifras que el gobierno se ha visto obligado a hacer públicas son demoledoras: sólo el 49,7% de las aguas (de un país falto de agua potable) son aptas para el consumo humano. En esta China rica y emergente, de grandes rascacielos, mueren 100.000 personas al año por beber agua contaminada, y la contaminación del agua y aire causa el 75% de las enfermedades, según estimaciones de la O.M.S. Los datos abruman: en 2007 el Gobierno reconoció que se vertieron 30,3 millones de toneladas métricas de residuos en las aguas del país, que han dejado el 70% de los ríos, lagos y reservas "gravemente contaminados", incluyendo fuentes tan importantes como los ríos Yangtsé y Amarillo, además de grandes lagos como el Taihu y el Chaohu.
La situación es tan grave que ha alertado a organismos financieros como el Banco Mundial, el cual elaboró un informe demoledor, en el que afirma que la contaminación en China tendrá "consecuencias catastróficas para generaciones futuras". China invierte más de 100.000 millones de dólares anualmente, más del 5% de su PIB, a luchar contra esta lacra. Y está perdiendo la batalla.
En realidad, estamos ante un problema irresoluble. Usted acude a un centro comercial, y hay una tienda de ropa muy conocida por sus precios. Ofrece magníficos abrigos realizados en algodón por sólo 15 €. ¡Magnífico! En la etiqueta pone lo de siempre: "Made in China". Hay una enorme cola en las cajas; la gente se agolpa ansiosa por adquirir unas prendas tan baratas. ¿Le suena?
Usted se ha comprado una camiseta de algodón por 3 €. Sepa que el algodón necesario para fabricar su camiseta necesitó de ¡2.700 litros de agua! El cultivo del algodón exige una gran cantidad de agua. Además, la industria textil es una de las más contaminantes del mundo: metales pesados, sustancias cancerígenas (plaguicidas), tejidos, fertilizantes, tintes, materiales orgánicos, almidones, cloro... El uso de fertilizantes necesarios para el consumo del algodón ha contaminado el agua subterránea de China. Se calcula que el 90% de los acuíferos está afectado. Las industrias, con el fin de abaratar costes, no reciclan el agua residual, y la vierten directamente a los ríos. Sólo el 10% de los residuos de los tintes se recicla. Hay una broma extendida por China: se puede saber cuáles son los colores de la temporada con sólo ver los ríos. Las poblaciones que viven en los márgenes de estos ríos tienen una tasa de cáncer anormalmente alta. Será casualidad.
Esa camiseta cuesta 3 € porque usted no está pagando las infraestructuras necesarias para tratar los residuos químicos, ni el precio real del agua necesaria para cultivar el algodón, ni salarios dignos o prestaciones sociales. Pero, en definitiva, es algo que afecta a los chinos, a miles de kilómetros de casa; mientras yo pueda seguir comprando barato...
En este preciso momento hay un enorme buque portacontenedores en un puerto de la costa oeste de los EEUU. Está descargando cientos de contenedores repletos de artículos procedentes de China, que van a abarrotar los estantes de las tiendas para la campaña de navidad. Hay prisa en la desestiba: el buque debe volver a China, y regresar con otra carga. Cuando vuelva al país asiático, los contenedores irán vacíos. La balanza comercial es abrumadora: Occidente se está endeudando, y Oriente es su acreedor.
Pero, más allá de planteamientos macroeconómicos, hace falta ser muy corto de miras para no darse cuenta del alcance real del problema que planteamos: la parte del mundo más poblada se está contaminando progresivamente y cada vez cuenta con menos agua dulce. ¿No les suena peligroso?
Entonces, permítanme un dato: ¿Saben que precisamente China, India, Corea, Japón e incluso Australia están inmersos en una carrera armamentística muy preocupante? Será casualidad; pero permítanme dudarlo.
Y, por cierto, dejo para el final una última reflexión. Dentro de 50 años el país más poblado del mundo no será China, sino la India. Un país con graves problemas de abastecimiento de agua dulce, con armamento nuclear y en guerra contra Pakistán por culpa de Cachemira, especialmente sensible al cambio climático y sin unas estructuras de poder tan férreas como las chinas.
A medio plazo, yo centraría mi atención en la India.
Coda: El negocio del agua embotellada.
El 5% del agua potable en el mundo está en manos privadas. Esta industria genera una cantidad ingente de beneficios, superando incluso a la industria del petróleo.
En la Columbia Británica hay un lugar llamado Tillicum Valley, en donde la empresa canadiense Canadian Beverage Corp ha estado explotando el agua subterránea de la región de manera tan intensiva que agotaron los acuíferos. Los habitantes y los agricultores de la zona se quedaron sin agua.
Otro ejemplo lo tenemos en el agua "FeijiWater"' que procede de un acuífero situado bajo una selva de la isla. Lo curioso es que el agua recorre miles de kilómetros en barco hasta llegar a las mesas más exclusivas de EEUU, presentada en una elegante botella cuadrada. Mientras tanto, en la isla de Feiji, casi un tercio de los habitantes de esta isla no tienen acceso al agua potable.
Da vergüenza. ¿No creen?
Antonio Carrillo