Los griegos calificaron la gran
pirámide de Guiza como una de las siete maravillas del mundo antiguo, la única
que ha perdurado. Heródoto, el primer historiador, afirmó hace 2.400 años que
era una tumba, e incluso identificó correctamente a su constructor: el faraón Keops.
No todas sus opiniones eran
correctas; El sabio griego creía que había sido construida por 100.000
esclavos, y propuso que el faraón arruinado optó por prostituir a su pobre hija.
El historiador cometió algunos errores, cierto, pero las cosas fueron a peor
tras el derrumbe del mundo clásico: el conocimiento cayó en el olvido. La
biblia se convirtió en la única fuente de conocimiento sobre un oriente lejano
en el tiempo, y las pirámides de Egipto fueron los graneros que
José, hijo de Jacob, llenó de trigo durante los siete años de abundancia que
predijo tras un sueño del faraón. En la catedral de San Marcos de Venecia vemos mosaicos con las pirámides
en su forma de silos de grano.
Bueno, es excusable ¿cierto? Con
la caída de roma la historiografía había muerto, desalojada por la creencia. Resulta
más difícil justificar la opinión de Ben Carson, candidato republicano a la
presidencia de los EEUU en el 2016: “las pirámides fueron construidas como
bodegas de granos y no, como dicen los arqueólogos, para el entierro de
faraones muertos”. El hombre más rico del mundo, Elon Musk, afirmó en el 2020
que las pirámides habían sido construidas por extraterrestres.
Al parecer no bromeaba.
Conviene aclarar algunas cosas.
Sabemos bastante sobre la época de las pirámides y su construcción. Y no hay
nada mágico ni ultraterrenal en ello. Al contrario, la construcción de las
pirámides fue un ejemplo de optimización de recursos y racionalización de
esfuerzos. Eso incluye alguna chapuza, como cuando Micerinos falleció antes de finalizar
su templo. Su hijo Chepseskaf lo terminó usando ladrillo en bruto y tierra
apisonada para ir más rápido. Hoy en día solo quedan los cimientos y parte del
sótano, en una chapuza impropia de extraterrestres superpoderosos.
Los Egipcios hicieron lo posible
por trabajar lo menos posible. Por ejemplo, la esquina suroeste de la pirámide
de Kefrén no está construida con sillares de piedra, sino tallada directamente
sobre una colina de roca preexistente. A pesar de lo que pueda leer, la mayoría
de la piedra la extrajeron directamente de la propia meseta de Guiza a escasos
metros, porque tenía la ventaja de estar fragmentada con líneas muy rectas
debidas a plegamientos anticlinales. Estas piedras no están finamente talladas,
ni encajan a la perfección. ¿Para qué esforzarse en un trabajo que nadie iba a
ver? Sólo los bloques más cercanos al borde se trajeron desde algo más lejos,
en concreto desde las canteras de piedra caliza de la cercana Tura, una piedra
muy blanca y de gran calidad. Estaban perfectamente pulidas y escuadradas. Las
pesadas piedras graníticas que se utilizaron en el gran corredor o en la cámara
del Rey se trajeron desde Asuán, en el lejano sur.
¿Hay alguna prueba de este
esfuerzo organizativo? ¿Algún testimonio documental? De hecho, sí. En el año
2013 se encontró el cuaderno de bitácora de uno de los inspectores encargados
de trasladar las piedras del revestimiento desde Tura. Y es un testimonio
definitivo de un trabajo coordinado y eficaz. De los egipcios, no de los
extraterrestres.
No son muy conocidos los restos
egipcios encontrados en el desierto de Libia al oeste, ni los localizados en la
Península del Sinaí, en la costa occidental del mar rojo o en Nubia, al sur. Y,
sin embargo, revisten un enorme interés. En el verano de 2011 arqueólogos
franceses y norteamericanos comenzaron a excavar el puerto más antiguo jamás
descubierto, con más de 4.500 años de antigüedad. Es un complejo enorme, de 5
kilómetros de extensión, con multitud de estancias y construcciones de todo
tipo y tamaño. En este puerto de Wadi al-Jarf se encontró el Diario de Merer, la prueba definitiva
que desmonta cualquier teoría alternativa a la construcción de las pirámides.
Merer era un funcionario con el título de inspector, y estaba obligado a llevar
un cuaderno de bitácora en su tarea de traslado de bloques de piedra desde la
cantera de Tura a la pirámide de Guiza. Con su equipo, formado por 40 barqueros,
trasladaba en seis viajes unos 200 bloques de 3 toneladas al mes. Y todo está
descrito con detalle.
En el primer día Merer salía
cargado de piedras desde Tura hacia Guiza, aprovechando la corriente del río
Nilo. Llegaban a un lago artificial que
se había creado junto a la pirámide, para acercar lo más posible las piedras a
su destino final y ahorrarse el trabajo de arrastrarlas por tierra. Allí las
piedras eran inspeccionadas en un centro administrativo llamado Ra-she Khufu (la boca del estanque de
Khufu). Pasaban la noche. Al día siguiente se descargaban la treintena de
bloques de piedra y, al tercer día, regresaban a Tura aprovechando los vientos
del norte.
¿Y cómo se trasladaban los
bloques de piedra de la cantera al barco y del barco a la pirámide? Arqueólogos
franceses e ingleses han descubierto en las canteras de alabastro de Hatnub una
rampa con bastante pendiente de la época de Keops. Estaba flanqueada por sendas
escaleras con numerosos orificios para postes. Las piedras se movían sobre
trineos de madera ayudándose de los postes laterales y de la fuerza de los
bueyes.
Además, científicos holandeses
han demostrado experimentalmente que las piedras se movían con mucha menos
fricción al añadirse un poco de agua durante el traslado. En una de las paredes
de la tumba del nomarca (líder local) Djehutihotep, en la necrópolis de Deir
el-Bersha, vemos a un grupo de personas tirando de un trineo que carga una
estatua enorme. Alguien vierte agua sobre la arena.
Las pruebas se acumulan. También
se ha encontrado el poblado de los trabajadores encargados de construir la gran
pirámide. Eran personas libres, bien alimentadas y con excelentes cuidados
médicos. Los esqueletos muestran facturas perfectamente curadas.
Las pirámides no fueron un milagro
inexplicable; tampoco una explosión inmediata de creatividad y genio
constructor. Al contrario, fueron fruto de un proceso de aprendizaje que tiene sus
hitos en Zoser, con su primera pirámide escalonada de piedra, en Snefru y sus tres
pirámides que afianzaron el conocimiento de las pirámides con caras lisas. Y la
consolidación que supusieron las enormes pirámides de la meseta de Guiza. Son
cientos las pirámides alzadas a lo largo de los años, en Egipto y en otros
muchos lugares.
Los extraterrestres no son
necesarios para explicar las pirámides. Pero es una lástima que nadie sepa de
Merer y de su rigor a la hora de llevar un registro documental de su labor como
funcionario del imperio antiguo. Supongo que se debe a que no es entretenido.
Es más interesante especular sobre naves extraterrestres trasladando grandes
bloques, sobre alquimistas milenarios capaces de disolver y solidificar rocas.
Sobre gigantes mitológicos que trasladaban grandes bloques de piedra.
A lo mejor están huecas y llenas
de grano. O son centrales energéticas para abastecer naves espaciales. Es
posible que en su interior haya nidos de reptilianos esperando a eclosionar.
¿Usted qué cree?
Antonio Carrillo