miércoles, 21 de diciembre de 2011

Sobre la navidad



Prácticamente todo lo que voy a decir es sabido por todos ustedes. Bien lo sé. Sin embargo, siempre cabe la esperanza de que le aguardarle una sorpresa en un párrafo, que surja el asombro en una frase. Es por ello que le animo a seguir leyendo.

Los primeros cristianos consideraban la fecha del nacimiento de Cristo un suceso menor, del que apenas se ocupan los Evangelios. Las creencias paganas, tanto romanas como griegas o egipcias, sí celebraban con grandes festejos el natalicio de dioses, faraones o emperadores. Lo importante en Cristo es su muerte, su sacrificio por la salvación del hombre. De hecho, su símbolo (aparte de otros, como los peces, grabados en las paredes de las catacumbas de Roma) es la cruz en la que expiró. Orígenes es claro al respecto: "No vemos en las escrituras que nadie haya guardado una fiesta ni celebrado un gran banquete el día de su natalicio. Sólo los pecadores, como Faraón y Herodes, celebraban con gran regocijo el día en que nacieron en este mundo"

Además, ¿cómo se puede celebrar una fecha de la que se sabe tan poco? Ningún evangelio es claro al respecto. Resulta difícil saber el año porque, y esto resulta incontestable, los pocos datos sobre el nacimiento de Cristo que aportan los evangelios y la verdad de los hechos históricos resultan incongruentes con el calendario cristiano que seguimos en la actualidad. Cristo no pudo nacer el año cero; o, si se quiere, Jesús nació 5 ó 6 años antes que Cristo ¿Por qué lo sabemos?

Dice el Evangelio de San Mateo que Herodes regía en Judea el año que nació Cristo; pero lo cierto es que ese gobernante murió 5 años antes del año cero de nuestra era. Además, tenemos otro dato fácil de datar: José se encontraba de viaje con su mujer a punto de dar a luz porque tenía que obedecer la orden de César Augusto de someterse a un censo. Ese censo (que aparece en múltiples crónicas y está bien datado) se produjo 6 años antes de que Cristo naciera. Por cierto: Augusto supo entonces que gobernaba sobre 50 millones de personas, un dato impresionante. Otro emperador, el andaluz Trajano, gobernó más tarde sobre 100 millones de almas. No se me ocurre mejor ejemplo del extraordinario suceso que denominamos "Pax Romana". 

Pero volvamos: estamos en el siglo IV, y las cosas han cambiado mucho desde las primeras congregaciones cristianas. Han transcurrido siglos desde la muerte de Cristo, y la "parusía", la creencia fuertemente instaurada sobre el inminente regreso de Cristo, había perdido fuerza. Era imperativo construir y consolidar un cuerpo normativo y doctrinal que afrontara con garantías de firmeza tiempos convulsos y nuevas responsabilidades. El cristianismo se convierte en la religión oficial del Estado, y debe rellenar huecos festivos fuertemente arraigados en el imaginario popular desde hace milenios. Por ejemplo, el festejo que coincide con el solsticio de invierno, el 25 de diciembre. La fecha en la que nació el hijo de Isis, la diosa egipcia del firmamento, y otras muchas deidades de la antigüedad.



En Roma la celebración comienzan el 17 de diciembre, con el inicio de las saturnales. Son momentos de jolgorio y alegría, en los que incluso los esclavos podían descansar y divertirse. Probablemente tiene su origen en antiguos ritos agrarios, cuando se celebraba el final de la siembra. Tras al esfuerzo, venía un merecido descanso.

Es la época más oscura del año en el hemisferio norte, con menos luz, y las casas se llenaban de velas y antorchas, se adornaban con plantas puertas y enseres, y las familias aprovechaban para reunirse y hacerse regalos. Se organizaban cenas en casas de amigos y vecinos. Los "gremios", como el de los vigiles, celebraban grandes fiestas, como si banquetes de empresa se tratara. Las borracheras eran considerables. Nos recuerda a una Navidad mezclada con una celebración del nuevo año.


El emperador Constantino y el Papa Silvestre decidieron aprovechar tales festividades para instaurar el nacimiento de Cristo la noche del 24. Con ello, mandaban un mensaje significativo: Cristo nació el mismo día que el antiquísimo "sol invictus", una figura pagana con fuerte implante. De hecho, Constantino decretó el año 321 que el día romano de descanso sería el "dies solis", que correspondía a nuestro domingo. Además, Cristo nacía el día en que nació Mitra, un culto procedente de Oriente muy importante y arraigado, especialmente, entre los soldados.

Y satisfacer al ejército siempre ha resultado una medida inteligente, qué duda cabe

La celebración de la navidad es, por consiguiente, un asunto controvertido, especialmente entre los cristianos reformistas, que no ven en la Biblia indicación alguna al respecto. Es curioso observar cómo en la Ginebra de Calvino se multaba o encarcelaba a las personas por celebrar la Navidad. (También se golpeaba a las mujeres que llevaban la falda algo más corta o con un adorno de más, pero esa es otra historia). El Parlamento inglés de 1664, dominado por Oliver Cromwell, aprobó un proyecto de ley prohibiendo la Navidad, denominándola un "día festivo pagano". Esta prohibición se levantó en 1660, cuando "los puritanos" perdieron el poder. Por cierto, en Inglaterra sigue vigente una ley de 1551 que obliga a ir a la iglesia el día de Navidad "sin utilizar vehículo alguno". Ignoro la razón.


Pero entonces, en definitiva, ¿cuándo nació Jesucristo? Si de algo estamos seguros es de que no fue en invierno. El evangelio de San Lucas afirma de forma taxativa que "cuando Él nació, había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño” (Lucas 2.8). Esto jamás pudo haber acontecido en la región de Judea en el mes de diciembre, con heladas nocturnas y temperaturas muy bajas durante el invierno. Los pastores resguardaban sus rebaños a mediados de octubre y no los exponían a la intemperie hasta bien entrado el mes de marzo. Por tanto, como muy pronto, Jesús nació en primavera.

Pero vayamos acabando, no sin antes mencionar algunas curiosidades y anécdotas relativas a elementos típicos de estas fechas:

Papá Noel o Santa Claus tiene su origen, según la Enciclopedia Británica, en San Nicolás, obispo de Mira. Hay una leyenda leyenda según la cual "regalaba clandestinamente dotes a las tres hijas de un ciudadano pobre, lo cual dio origen a la costumbre de obsequiar regalos en secreto la víspera del día de San Nicolás (6 de diciembre), fecha que después se cambió al día de Navidad”. En otros lugares, como España, los regalos los traen los Reyes Magos, lo cual resulta francamente inconveniente para los niños, porque sólo tienen dos días de vacaciones de Navidad para disfrutarlos. Pero, traumas infantiles y polémicas aparte, un dato: le propongo que busque el nombre de los Reyes Magos en los evangelios canónicos. No los encontrará. Melchor, Gaspar y Baltasar aparecen en el apócrifo evangelio armenio de la infancia. También es el protoevangelio de Santiago el que nos informa de que el Niño Jesús estaba acompañado de un buey y una mula. Los evangelios apócrifos, prohibidos por la iglesia, nos aportan por consiguiente detalles o anécdotas que damos por absolutamente ciertas.

En todo caso, sepa que la imagen del Santa Claus como un obeso bonachón de barba blanca y vestido de rojo NO obedece a una campaña publicitaria de Coca-Cola de principios de siglo. Hay antecedentes claros desde, al menos, 1863, en dibujos del celebérrimo dibujante germano-estadounidense Thomas Nast, y en autores anteriores. Se utilizaba el color rojo y, en ocasiones, el verde. Lo de la Coca-Cola es, simplemente, una leyenda urbana. Como mucho, la publicidad de Coca-Cola sí ayudó a fijar una imagen y un color como definitivos e incontestables.

Muy antigua resulta, sin embargo, la tradición de decorar un árbol. Los romanos ponían en los árboles máscaras del dios Baco para que los protegiera. En diciembre, durante las saturnales, colgaban golosinas y cerezas rojas, que luego se convirtieron en bolas de colores, como tributo al dios sol. Prácticamente al mismo tiempo, las tribus germanas adornaban un árbol con antorchas el 25 de diciembre, y cantaban y bailaban a su alrededor.

El belén, por su parte, es una costumbre más antigua de lo que se cree; hay claras menciones a representaciones del nacimiento de Cristo en monasterios alemanes desde muy antiguo,  y desde la época faraónica estamos acostumbrados a ver pequeñas figuras de barro que representan escenas cotidianas, como las que se muestran en el museo Metropolitano de Nueva York. Cumplían con una función religiosa: acompañaban a los cadáveres en sus tumbas para servirlos en la otra vida.



Sin embargo, para muchos, el belén es una invención de San Francisco de Asís, que representó en 1224 una escena del nacimiento de Jesús utilizando personas reales. Lo cierto es que, durante siglos, los belenes estuvieron restringidos prácticamente a los monasterios franciscanos y los conventos de las Clarisas. Mucho más tarde, durante el siglo XVIII, el monarca napolitano y luego español, Carlos III, popularizó la construcción de belenes, gracias en buena manera a su esposa alemana María Amalia de Sajonia.

Mucho antes, en plena edad media, surgen los primeros poemas en romance castellano. Fueron coplas cantadas por los habitantes de las villas sobre temas navideños. Son los Villancicos, o "canción de villanos". Estas coplillas navideñas se hicieron muy populares durante el siglo XVIII y XIX.


Según algunos, también del siglo XVIII proviene un dulce que representa la Navidad: el turrón. Su origen habría que buscarlo en 1715, en el asedio de Barcelona durante 14  largos meses por las tropas de Felipe V durante la Guerra de Sucesión. Un pastelero, de apellido turró (o Turrós), pergeñó una manera de producir un alimento altamente nutritivo y que no se estropeara fácilmente. Pero, si hemos de ser fieles a la verdad, lo cierto es que hay referencias fidedignas sobre este alimento desde, al menos, el siglo XV; y es casi seguro que se trata de un invento procedente de Arabia.

Y, por último, de nuevo Carlos III; en realidad, su ministro de hacienda, el Marqués de Esquilache, quien funda la lotería de Navidad. El primer sorteo se celebra el 10 diciembre de 1763, basado en el juego napolitano de lotto. Por cierto, un dato que asombra: los niños del colegio de San Ildefonso participan en el sorteo desde 1771 hasta hoy en día. El primer niño en cantar un gordo se llamaba Diego López.  

Mañana es el sorteo: mucha suerte.

Y feliz Navidad a todos. 

Antonio Carrillo


1 comentario:

  1. Me gustó mucho tu relato histórico y ante todo los detalles de determinados momentos que se tienen que saber únicamente con la investigación bibliográfica personal. Además, la intención de lo escrito permite al lector tomar el partido que quiera, o sea es objetivo, académico.

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