viernes, 4 de octubre de 2013

Pratchett





Cuando llega a tu vida, algo cambia. Es como si se abriera una ventana a una luz nueva, más nítida.

Es ¿cómo decirlo? una alternativa al tedio de la realidad inmutable e igual para todos. Es una irreverente patada al convencionalismo. Un esperpento lógico que te devuelve a la infancia, a la inocencia.

Terry Pratchett es una travesura feliz que nos regala el don de la risa.

Pero es más.

Mucho más. Es una filosofía existencialista que tiene, por primer motor, el sentido del humor:


"Todo lo que experimenta una persona sí pasa delante de sus ojos antes de morir.

Este proceso se llama 'Vida'."

 
Un humor inteligente nos golpea y reblandece todo atisbo de tedio. Es mordaz, incisivo y clarividente. A menudo nos aturde con frases ingeniosas y profundas. Breves palabras que calan como la lluvia y nos empapan de un relativismo sereno:


"A los Dioses les gusta que las personas trabajen mucho. Las personas que no están ocupadas constantemente pueden empezar a pensar".

 
Nada escapa a su intuición. La guerra, la muerte, el tiempo, los dioses o el poder. Todo se mezcla en un crisol que aliña con risa y escepticismo a partes iguales. Siempre te pilla desprevenido, el cabrón. De repente hay una frase, un instante, un soldado que descarga su angustia antes de la batalla que sabe perdida:

 
"- Hoy he estado hablando con gente que va a morir —dijo—. ¿Cómo creéis que me hace sentir eso? ¿Sabéis lo que se siente?

Los monjes lo miraron con caras perplejas.

—Esto... sí - dijo Qu.

—Lo sabemos —dijo Barredor—. Todo el mundo con quien hablamos va a morir. Todo el mundo con quien usted habla va a morir...

...Todo el mundo muere.”


Y con esta reflexión sencilla nos desarma; porque Pratchett es inmisericorde e irreverente:

"Las mascotas son siempre de gran ayuda en tiempos de estrés.
Y en tiempos de hambruna también, por supuesto".

 
Es el humor británico, el humor de Monthy Phyton.

El de Gerald Durrell.


El (extenso) universo literario de Terry Pratchett se fundamenta en una idea delirante: un gran disco que sostienen cuatro inmensos elefantes, que a su vez se apoyan en el caparazón de una gigantesca tortuga que navega por el espacio. En este su (nuestro) "mundodisco" hay brujas, políticos, religiosos, empresarios, aventureros o bibliotecarios. Hay vampiros y monjes, periodistas y zombis. Y magos. Son  treinta novelas.


Acabo de terminar la lectura del libro "Regimiento monstruoso". Lo recomiendo. No quería que acabara. Hoy comienzo "Cartas en el asunto". Ojalá dure.

Recuerdo las primeras páginas de "Guardias ¿guardias?" En ocasiones las releo, sólo para reír un rato. Recuerdo el final de "Dioses menores". La impresión que me causó. Creo que lloré.

Pratchett es un visionario que ha vendido 40 millones de libros. Pero aunque hubiese vendido cien. Da lo mismo.

Cuando llega a tu vida algo cambia. Y la gente en el autobús se te queda mirando con extrañeza. ¿De qué se estará riendo este tipo?

De todo.

De mí mismo, supongo.

Antonio Carrillo.

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