sábado, 17 de mayo de 2014

El abad satiriásico



Dedica a Isabel de Leitte, amiga y traductora de portugués. Gracias por el texto y por tu amistad.

En la “Torre do Tombo” de Lisboa, Archivo Nacional portugués creado en 1378, en su armario 5, pliego 7, encontramos un texto, como poco, fascinante, la


 
SENTENCIA PROFERIDA EN 1587 EN EL JUICIO CONTRA EL ABAD DE TRANCOSO (Beira Alta)

La pena es muy dura:

"Padre Francisco da Costa, abad de Trancoso, con sesenta y dos años, será degradado de sus órdenes y arrastrado por las calles  públicas, atado a la cola de los caballos, descuartizado su cuerpo, colocando sus cuartos (restos...), cabeza y manos en diferentes distritos,
 
Claro que el delito es no menos grave:

 por el crimen por el que fue juzgado y que él mismo no negó, siendo acusado de haber compartido lecho:

con veinte y nueve ahijadas habiendo tenido con ellas noventa y siete hijas e treinta y siete hijos; de cinco hermanas ahijadas, tuvo dieciocho hijas;

de nueve comadres, treinta e ocho hijos y dieciocho hijas; de siete amas de leche, tuvo veinte e nueve hijos y cinco hijas;

de dos esclavas tuvo veinte y un hijos y siete hijas; se acostó con una tía, llamada Ana da Cunha, de quién tuvo tres hijas.

Es tal el número, que el tribunal sentenciador se ve obligado a hacer un recuento:

Total: doscientos e noventa y nueve descendientes, de los que doscientas y catorce son del sexo femenino y ochenta y cinco del masculino, habiendo concebido en cincuenta e tres mujeres".
 

El Abad debía ser persona con un metabolismo excepcional y mentalidad liberal:

No satisfecho tal apetito, el mal-hadado abad se acostó con un esclavo adolescente, llamado Joaquim Bento, quién le acusó  de abusar de su nefando conducto noches continuas cuando no había allí mujeres.

Además, dos ayudantes de misa, infantes menores, le acusan de que fueron obligados a realizar pecados orales, completos y nefandos, por los que ellos mismos se culpan por defender sus conductos intocados, en vista de la malicia exigente del  mal-hadado abad.
 
Pero no sufran. Nuestro venerable Abad no tuvo, finalmente, mal final:
 


"El Rey D. João II le perdonó la muerte y mandó ponerle en libertad a los diecisiete dias del mes de Marzo 1587, con el fundamento de haber ayudado a poblar aquella región de la "Beira Alta" (linda con España por la zona de Bejar, Salamanca,, etc.), tan despoblada. En provecho de su real hacienda, le condena a la degradacion en Tierras de Santa Cruz (Brasil), adonde es enviado para vivir en la villa de "Baía de Salvador" como colaborador del repoblamiento a llevar a cabo por los portugueses. El Eey ordena que se guarde esta sentencia en el Real Archivo y los demás papeles que formaron los autos". 


Por tanto, en 1587 el abad embarca rumbo a Salvador de Bahía, Brasil, con la orden de hacer aquello en lo ha demostrado experiencia y probada habilidad; el fornicio productivo.

 
Nota: en 1583 la ciudad de Salvador de Bahía sólo tenía 1.600 habitantes; pero en años posteriores su  población creció inusitadamente, lo que la convirtió en una de las ciudades más grandes de América. Desconocemos la razón, pero algo sospechamos.

Antonio Carrillo

No hay comentarios:

Publicar un comentario