Dedica a Isabel de Leitte, amiga y traductora de portugués.
Gracias por el texto y por tu amistad.
En la “Torre do Tombo” de Lisboa, Archivo Nacional portugués
creado en 1378, en su armario 5, pliego 7, encontramos un texto, como poco,
fascinante, la
SENTENCIA PROFERIDA
EN 1587 EN EL JUICIO CONTRA EL ABAD DE TRANCOSO (Beira Alta)
La pena es muy dura:
"Padre Francisco da Costa, abad de Trancoso, con sesenta y dos
años, será degradado de sus órdenes y arrastrado por las calles públicas, atado a la cola de los caballos, descuartizado
su cuerpo, colocando sus cuartos (restos...), cabeza y manos en diferentes
distritos,
Claro que el
delito es no menos grave:
por el crimen por el que fue
juzgado y que él mismo no negó, siendo acusado de haber compartido lecho:
con veinte y nueve ahijadas habiendo tenido con ellas noventa y siete
hijas e treinta y siete hijos; de cinco hermanas ahijadas, tuvo dieciocho
hijas;
de nueve comadres, treinta e ocho hijos y dieciocho hijas; de siete
amas de leche, tuvo veinte e nueve hijos y cinco hijas;
de dos esclavas tuvo veinte y un hijos y siete hijas; se acostó con una
tía, llamada Ana da Cunha, de quién tuvo tres hijas.
Es tal el
número, que el tribunal sentenciador se ve obligado a hacer un recuento:
Total: doscientos e noventa y nueve descendientes, de los que
doscientas y catorce son del sexo femenino y ochenta y cinco del masculino, habiendo
concebido en cincuenta e tres mujeres".
El Abad debía
ser persona con un metabolismo excepcional y mentalidad liberal:
No satisfecho tal apetito, el mal-hadado abad se acostó con un esclavo
adolescente, llamado Joaquim Bento, quién le acusó de abusar de su nefando conducto noches continuas
cuando no había allí mujeres.
Además, dos ayudantes de misa, infantes menores, le acusan de que
fueron obligados a realizar pecados orales, completos y nefandos, por los que
ellos mismos se culpan por defender sus conductos intocados, en vista de la malicia
exigente del mal-hadado abad.
Pero no
sufran. Nuestro venerable Abad no tuvo, finalmente, mal final:
"El Rey D. João II le perdonó la muerte y mandó ponerle en
libertad a los diecisiete dias del mes de Marzo 1587, con el fundamento de
haber ayudado a poblar aquella región de la "Beira Alta" (linda
con España por la zona de Bejar, Salamanca,, etc.), tan despoblada. En provecho de su real hacienda, le condena a la
degradacion en Tierras de Santa Cruz (Brasil), adonde es enviado para vivir en
la villa de "Baía de Salvador" como colaborador del repoblamiento a
llevar a cabo por los portugueses. El Eey ordena que se guarde esta sentencia
en el Real Archivo y los demás papeles que formaron los autos".
Por tanto, en 1587 el abad embarca rumbo a Salvador de
Bahía, Brasil, con la orden de hacer aquello en lo ha demostrado experiencia y
probada habilidad; el fornicio productivo.
Nota: en 1583 la ciudad de Salvador de Bahía sólo tenía
1.600 habitantes; pero en años posteriores su
población creció inusitadamente, lo que la convirtió en una de las ciudades
más grandes de América. Desconocemos la razón, pero algo sospechamos.
Antonio Carrillo
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