domingo, 6 de abril de 2014

María Fernández Carrillo



Tengo una sobrina, María Fernández Carrillo.

Y es alguien muy importante.

Y no es sólo importante porque tiene la sonrisa más bonita del mundo.

María tiene nueve años.

En su mente inteligente y sensible están sucediendo mil cosas a la vez. Todas ellas nuevas y trascendentales.

Vitales para María. Y para todos nosotros.

María representa esa realidad intangible y nebulosa que llamamos futuro. En María germina nuestra identidad como grupo, se manifiestan nuestros valores y se confirma nuestra valía como sociedad. Porque nada importa más que María.

Porque nada tenemos más valioso que una niña de nueve años.

En esta época de incertidumbres creo necesario llamar la atención sobre lo que realmente importa: María tiene nueve años, y nos necesita.

Si fracasamos, si permitimos que un suspenso borre su sonrisa, si no construimos los adultos un entorno amable con el hombre, si nos desentendemos de nuestra herencia aprisionados por la vorágine de lo inmediato, habremos cometido el peor de los crímenes.

María Fernández Carrillo debe reír para que la misma vida tenga sentido. La de todos nosotros.

Porque tiene una sonrisa de primavera. Y para los que ya vislumbramos el otoño es reconfortante percibir en ella la ilusión. La esperanza. La dulzura.

La inconmensurable fuerza de la inocencia.

Gracias, María.

1 comentario:

  1. Antonio, gracias por compartir algo tan tuyo, tan personal y esa sonrisa con la cual también me siento obsequiada.

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